La Opinión

Casa de Luz, un refugio a migrantes LGBTI

-

Trump) enjaulando a los niños y separando las familias, nos organizamo­s y prolongamo­s por otros tres meses”, agregó.

Tras afrontar irregulari­dades y encontrar personas que querían “aprovechar­se” de los migrantes, organizaci­ones civiles donaron el actual espacio en el que están, que él llama “hogar”.

La adversidad de la estigmatiz­ación

En este periodo, el albergue resentió “las políticas migratoria­s inhumanas de Donald Trump y, después, llegó Joe Biden con promesas de una reforma migratoria y al sistema de asilo también, lo cual no fue verdad”, según comentó Mondragón.

En un comienzo, recibían a cientos de migrantes que de manera frecuente llevaba el Instituto Nacional de Migración (INM) para resguardar­los, lo que generó tensiones entre los vecinos derivado de la estigmatiz­ación.

“Cuando llegamos hubo un gran rechazo, en una ocasión nos quemaron parte del albergue con colchones, el narcotráfi­co quería reclutar a los menores (de edad), hubo personas que fueron violadas, que fueron agredidas en el cruce fronterizo, otros torturados, detenidos por las policías por no tener papeles”, lamentó.

Agregó que “fue un contexto de mucho miedo” y que los vecinos “tenían una concepción muy equivocada de las personas”.

“Desde el principio hemos luchado con eso porque en algún momento nos indicaron que los espacios que alojaban a personas de la población LGBTI tenían que estar dos kilómetros alejados de cualquier otro grupo vulnerable, que no podíamos convivir con familias, que no íbamos a recibir ningún apoyo”, destacó.

‘Que me acepten tal y como soy’

Osiris Natalia, originaria de Honduras, es una de las residentes del lugar, donde encontró calma y tranquilid­ad tras huir en 2018 de su país por la violencia.

No tenía claro a dónde se iba a dirigir, solo salió hacia México y cuando cruzó la frontera, las autoridade­s mexicanas la llevaron a una prisión local en Tapachula, en el límite con Guatemala.

“Jamás me imaginé que estaría en una prisión y estuve cuatro meses, Sufrí unas cosas algo terribles, logré salir, pero estuve nueve meses más y luego me fui a Saltillo (ciudad del norte de México), porque (Coahuila) era de los estados que protegía a la comunidad LGBTI, pero fue todo lo contrario”, explicó.

Al llegar a Tijuana, afrontó mucha desinforma­ción y se entregó a las autoridade­s estadounid­enses ante el miedo de sufrir un secuestro, pero la deportaron.

Aun así, no estuvo mucho tiempo en su país y regresó directamen­te a Tijuana para vivir con libertad su sexualidad.

“Lo que busco y lo que intento es ser una persona libre, dejar de ocultarme y ser como yo me identifico, es lo que busco, tratar de sentirme bien, salir a la calle y ser tal y como soy sin estar fingiendo lo que no soy y que la sociedad me acepte y me deje ser como soy”, puntualizó.

“Cuando llegamos hubo un gran rechazo, en una ocasión nos quemaron parte del albergue con colchones, el narcotráfi­co quería reclutar a los menores (de edad), hubo personas que fueron violadas, que fueron agredidas en el cruce fronterizo, otros torturados, detenidos por las policías por no tener papeles”. Irving Mondragón, fundador del albergue para la comunidad LGBTI.

“Jamás me imaginé que estaría en una prisión y estuve cuatro meses, Sufrí unas cosas algo terribles, logré salir, pero estuve nueve meses más y luego me fui a Saltillo (ciudad del norte de México), porque (Coahuila) era de los estados que protegía a la comunidad LGBTI, pero fue todo lo contrario”. Osiris Natalia, originaria de Honduras.

 ?? / FOTOS DE EFE ?? Osiris Natalia habla desde el refugio Casa de Luz que se encuentra en Playas de Tijuana.
/ FOTOS DE EFE Osiris Natalia habla desde el refugio Casa de Luz que se encuentra en Playas de Tijuana.
 ?? ?? Irving Mondragón, director del refugio ‘Casa de luz’, habla durante una entrevista en la ciudad de Tijuana
Irving Mondragón, director del refugio ‘Casa de luz’, habla durante una entrevista en la ciudad de Tijuana

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States