La Opinión

Madre soltera y emprendedo­ra recomienda a las mujeres no rendirse

Tras la muerte de su esposo, Digna Gómez con su trabajo pudo sacar a sus hijos adelante y después de varios años trabajando para un negocio, ya logró establecer el suyo

- Isaac Ceja LA OPINIÓN

Digna Corina Gómez Reyes tiene un poco más de un año vendiendo sus pupusas afuera de una casa cerca de la autopista 405 y la calle Vanowen en Van Nuys.

El área residencia­l parece como si fuera un escenario de película con caminos de entrada en forma de u, césped perfectame­nte verde y una tranquilid­ad que solo se encuentra en el valle de San Fernando. Inmediatam­ente imaginó el lugar como un espacio perfecto para vender pupusas.

Unos días más tarde, Gómez dice que conoció a los dueños de la casa una mañana que llevó a su hijo Heriberto Rojas a la primaria.

“Un día me dije, me voy a armar de valor y les voy a decir que si me dan oportunida­d para preparar y vender pupusas en dicho espacio”, dijo Gómez. “Me dijeron que sí. Gracias a Dios y a ellos estoy aquí”.

Así fue como Gómez empezó a vender sus pupusas los martes, miércoles, viernes y sábado, desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde.

No obstante, los días de trabajó de Gómez empiezan a las 4 de la mañana para preparar el curtido, la salsa, la masa y luego cargar dos carros con los ingredient­es que necesita para el día.

Su puesto en la esquina de la calle cuenta con una parrilla plana y al lado tiene la masa con queso, frijoles, espinacas, calabaza y loroco, todo para poder armar sus pupusas rápidament­e.

La madre soltera empezó con su negoció hace 6 años, después de trabajar en restaurant­es y cosechando fresas, melones y pistachos en Mendota, en el valle central de California.

Antes de tener su negocio solo tomaba órdenes, además de vender pupusas y tamales cuando todavía estaba embarazada.

“Me acuerdo que trabajaba meneando la masa con mi niño atrás en la espalda”, dijo Gómez.

Su primer puesto fue en Pacoima y luego en Sylmar donde tuvo muchos clientes, pero se tuvo que mudar porque las autoridade­s de la ciudad la molestaban mucho, explica.

La gente las busca

Johana Ruiz probó las pupusas por primera vez en Sylmar y ahora dice que trata de venir cada semana a Van Nuys.

“Ella siempre tenía demasiada gente y desde la primera vez que las probé, yo ya no las dejé de comprar”, explicó Ruiz.

Los vecinos en el área tienen opiniones encontrada­s sobre el negocio de Gómez, Julie Scherdin tiene un poco más de un año viviendo en el área y dice que es convenient­e tener un lugar donde caminar a comprar comida en caso de estar ocupada.

“Son una cosa genial y es agradable ver negocios hispanos que van empezando”, dijo Scherdin.

Aunque hay el rumor de que algunos vecinos no les agrada, hasta el momento no le han dicho nada a Gómez.

Le agradecen

Una de las grandes ayudas para Gómez ha sido su trabajador­a Rafaela Bonilla Parra.

Cuando Parra empezó nunca había escuchado de las pupusas ya que es de Veracruz, México, pero hoy dice que le encanta comer las pupusas de loroco y las revueltas.

“Desde que llegué, me abrió las puertas de trabajo y es mi primer empleo”, explicó Parra. “Estoy muy agradecida con ella, porque sinceramen­te nos llevamos bien y le ayudo hacer las pupusas”.

‘Que le echen ganas’

Gómez nunca pensó en venir a Estados Unidos y tener su propio negocio. Ella vivía con su hijo menor en El Salvador de lo que le enviaba su esposo, quien vivía en Los Ángeles con su hija mayor; pero de repente su esposo falleció.

Fue entonces que decidió enviar a su hijo con su hija a Estados Unidos, pero no tardo el día en que su hijo empezó a tener problemas con las drogas, fue por eso que se animó a viajar al norte.

“Comencé a buscarlo en lugares peligrosos donde están los indigentes, me metía con una foto y lo buscaba y lo buscaba”, dijo Gómez, hasta que un día las autoridade­s lo encontraro­n e inmediatam­ente lo querían deportar.

Afortunada­mente para ella, pudo retener a su hijo dos años más en EEUU, pero después fue deportado a su tierra natal donde lo metió a un centro de rehabilita­ción y desde entonces le ha ido bien, indica con felicidad.

Subraya que es difícil tener hijos en dos países, pero cuando uno se lo propone, hay forma de salir adelante sin importar que tan grande sean los retos.

Eso sí, recomienda a las madres solteras como ella no tener pena o vergüenza de trabajar para salir adelante.

“A la gente que viene llegando”, subraya Gómez. “Que le echen ganas. Que se encomiende­n a Dios y que encuentren gente buena para que se puedan ayudar y ayudar a su familia”.

centenar de ellos.

Tras la votación del gabinete, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, dio las gracias al ministro de Comunicaci­ón israelí, Shlomo Karhi, que impulsó la norma que permite al Gobierno clausurar la emisión nacional de la cadena catarí, una de las principale­s fuentes de informació­n sobre la guerra en Gaza.

EFE

Cuando se busca conseguir el cheque más grande de beneficios por jubilación del Seguro Social, la mayoría de las personas deciden esperar hasta los 70 años para solicitarl­o. El programa recompensa a los beneficiar­ios que esperan para empezar a cobrar sus beneficios y les ofrece hasta 8% por cada año que retrasen su plena edad de jubilación, o FRA por sus siglas en inglés. Pero es importante que consideres que retrasar tu jubilación hasta los 70 años podría tener algunas desventaja­s.

Aunque los beneficios por jubilación alcanzan un máximo a los 70 años, y en la mayoría de casos, la espera para reclamar maximiza los ingresos vitalicios del Seguro Social, también conlleva algunos costos considerab­les. Aquí te dejamos 3 desventaja­s de esperar hasta los 70 años para reclamar tus beneficios por jubilación del Seguro Social.

1. Es posible que ya hayas maximizado tus beneficios

Debemos tener en cuenta que no todas las personas maximizan su beneficio mensual por jubilación esperando hasta los 70 años. Por ejemplo si eres el cónyuge con ingresos más bajos y planeas recibir beneficios conyugales, es posible que desees reclamar tus beneficios una vez que llegues a la plena edad de jubilación, ya que es en ese momento cuando tus beneficios alcanzan su máximo.

Los beneficiar­ios de prestacion­es conyugales obtienen hasta la mitad de la prestación a la que tiene derecho su pareja en la plena edad de jubilación. Si ganaras mucho menos que tu cónyuge, ese podría ser un beneficio mayor del que recibirías de acuerdo a tu propio historial de ingresos, incluso si esperas hasta los 70 años.

Pero toma en cuenta que para recibir beneficios conyugales, tu pareja también debe haber solicitado sus beneficios al Seguro Social. Si tu cónyuge todavía está esperando para reclamar los beneficios, a menudo tiene sentido reclamar tu propio beneficio a la plena edad de jubilación y luego cambiar al beneficio conyugal más adelante; así deberías maximizar tus ingresos vitalicios del Seguro Social

2. Pagar Medicare de tu bolsillo

Si ya no trabajas y recibes un seguro médico patrocinad­o por tu empleador, deberás inscribirt­e en Medicare a los 65 años. La mayoría de las personas con Medicare se inscriben de forma automática en el programa gubernamen­tal

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/ FOTO: ISAAC CEJA. Digna Corina Gómez, originaria de El Salvador, habla desde su negocio.

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