Surge un nuevo frente de batalla
En la Corte Suprema, por el reemplazo de la fallecida jueza Ruth Bader Ginsburg
EN LA CORTE SUPREMA: el nombramiento de un reemplazante para la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, recientemente fallecida, abre otro tenso frente de combate en la campaña presidencial, sin signos de que la belicosidad pueda amainar en las elecciones.
La muerte de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg hizo que numerosos dolientes se presentasen en la escalinata del máximo tribunal y cantasen “Amazing Grace” en la oscuridad. Al terminar un acto de campaña en Minnesota, Donald Trump se enteró del deceso y dijo que Ginsburg había sido una mujer “maravillosa”.
El gesto de buena voluntad no duró mucho. Fue pronto desplazado por los incendios forestales en el oeste del país, las imágenes de tormentas y huracanes, hospitales con pacientes de coronavirus y un libro llamado “Rage” (Furia).
La feroz batalla por la plaza de Ginsburg en la Corte Suprema está tomando forma en medio de grandes enfrentamientos en torno al racismo, la policía, el uso de barbijos, cuarentenas, cómo votar y por quién votar. Una crisis tras otra sacuden al país, donde no hay unidad ni héroes en común, sólo otro foco de tensión.
El país no enfrentaba tanta agitación tal vez desde que los radicales de
Weather Undergorund empezaron a poner bombas en edificios para “causar convulsión en el imperio” y se comenzó a usar el racismo como herramienta política en la era de Richard Nixon.
Inevitablemente, y en contra de sus últimos deseos, Ginsburg pasó a dominar la escena política minutos después de su muerte el viernes. Y ganaron fuerza los vientos llenos de rencor.
Las condolencias de las figuras públicas llegaron acompañadas de los primeros pronunciamientos acerca de su reemplazo. Los republicanos quieren nombrar un o una reemplazante antes de las elecciones de noviembre, mientras que los demócratas quieren que el reemplazante sea seleccionado después de las elecciones y de la asunción del próximo presidente, en la esperanza de que sea Joe Biden. Trump dijo que iba a anunciar su candidato el sábado.
Pero mientras los manifestantes protestan, la banca de Ginsburg se incorpora a la batalla política. Ambos partidos gastan dinero en el tema. Así funciona el país.
“ÚLTIMO MOMENTO: el futuro de la Corte Suprema está en juego”, decía un correo electrónico de la senadora republicana Joni Ernst que circuló poco después del deceso y que buscaba recaudar fondos.
“Fill that seat” (ocupe esa banca), coreaban los partidarios de Trump en un acto en Carolina del Norte el sábado pasado.
En el otro extremo, un cartel decía: “Ditch
Mitch” (Deshagámonos de Mitch) durante una manifestación frente a la casa del líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, la figura central de la saga en torno a la vacante en la Corte Suprema.
“Debemos movilizarnos, organizarnos y sacar a Donald Trump de la presidencia para garantizar que su servicio (el de Ginsburg) a nuestro país y su compromiso con la justicia y la igualdad no se pierden ni se olvidan”, declaró el senador demócrata Ed Markey.
Mobilizar. Organizar. Luchar. Los estadounidenses son convocados de nuevo a tomar posiciones en el frente del combate.
El supuesto trauma nacional que vivió el país no hace mucho —el juicio político al presidente— pasó al olvido por todo lo que vino después. Todo en medio de un nuevo coronavirus que infecta a miles de personas a diario y ya causó más de
200.000 muertes. Para peor, se viene la temporada de la gripe e influenza.
“La gente se siente insegura, en todos los terrenos”, expresó el historiador Cal Jillson, de la Southern Methodist University (SMU) en Texas. “La presidencia está en manos de un agitador serial. El Congreso está dividido y a menudo inmovilizado. La corte hace equilibrio sobre el filo de una navaja”.
Debajo de esos pilares institucionales, la estructura también está tirante.
Casi todos los sectores del gobierno y de los servicios públicos -la oficina de correos, la Oficina del Censo, el Departamento de Justicia, el Pentágono, las organizaciones de Salud Pública, de Seguridad Nacional, los aparatos de Inteligencia y Relaciones Exteriores- deben soportar los embates de
Trump.
Casi dos tercios de las personas consultadas por la Associated Press expresaron frustración con la campaña. La sensación de que el país avanza en la dirección equivocada alcanzó su punto máximo en los últimos meses y se mantiene en territorio negativo.
La búsqueda de la libertad que predica la declaración de la independencia no marcha demasiado bien. Encuestas de NORC determinaron que desde que empezó la pandemia, los estadounidenses son menos proclives a considerarse felices en estudios que se vienen haciendo desde hace 50 años.
Un partidario de
Trump, Chris Holmes, un ingeniero de 58 años de Feyetteville, Carolina del Norte, que asistió a un acto del presidente, dijo que el nombramiento de un juez de la Corte Suprema antes de las elecciones no es lo que necesita el país ni algo que deberían hacer los republicanos en estos momentos tan complicados. Le preocupa lo que puede pasar después de la votación del 3 de noviembre si los resultados no están claros o si alguien los cuestiona. “Va a haber violencia”, pronosticó.
En medio de tanto revuelo, un hijo del finado juez de la Corte Suprema Antonin Scalia, un consersvador en las antípodas ideológicas de Ginsburg, recordó en un tuit que, poco antes de morir, su padre le llevó un ramo de rosas a Ginsburg en su cumpleaños. Un juez que estaba de visita le preguntó por qué le daba flores a una colega que jamás lo había ayudado a ganar un caso importante decidido con votación de 5-4.
“Hay cosas más importantes que los votos”, dijo Scalia, quien era muy amigo de Ginsburg a pesar de sus diferencias.
Obamacare, en la mira
Mientras tanto, el COVID-19 es la nueva enfermedad preexistente, y la ley de salud creada durante el gobierno de Barack Obama para proteger a los estadounidenses de la discriminación de las aseguradoras se volvió más frágil tras el fallecimiento de Ginsburg.
A la semana siguiente de las elecciones presidenciales, la Corte Suprema tiene programado escuchar los argumentos en una disputa respaldada por Trump para eliminar en su totalidad la Ley de Cuidado de Salud Asequible, conocida como ACA. La ley insignia del exmandatario Obama prohíbe que las aseguradoras rechacen a personas con problemas de salud, o que les cobren más.
Con Ginsburg en la corte, parecía haber poca oportunidad de que la demanda auspiciada por estados conservadores pudiera tener éxito, considerando que ella y otros cuatro magistrados ya habían votado en dos ocasiones previas a favor de ratificar importantes aspectos de la ley de salud. Pero esa mayoría de 5-4 se perdió con el fallecimiento de Ginsburg por complicaciones de cáncer metastásico de páncreas.
Sin embargo, aún se desconoce lo que hará la corte. Una decisión reñida podría dejar la mayor parte de la ley intacta, rescatando las protecciones para las personas con enfermedades preexistentes, la expansión de Medicaid, los subsidios a los seguros de gastos médicos y otros elementos clave. En ese caso, el deceso de Ginsburg podría no resultar en una diferencia crucial en la opinión del tribunal.
Sin embargo, la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, ha acusado a Trump de querer apresurar el nombramiento de un reemplazo de Ginsburg con un juez de tendencia conservadora en parte para cumplir su promesa de derogar el “Obamacare”. El nuevo magistrado podría estar en funciones para los argumentos del 10 de noviembre.
“Hay mucha, mucha gente en nuestro país — y millones más ahora debido al coronavirus — que padecen de afecciones médicas preexistentes”, dijo Pelosi a ABC el domingo. “El presidente no ha sido sincero en lo que ha dicho al respecto. Recurrió a los tribunales para eliminar las condiciones previas en su lucha por eliminar la Ley de Cuidado de Salud Asequible, en lugar de eliminar el virus”.
El senador Ron Wyden, demócrata por Oregon, declaró que “si no confían en los republicanos para atender su salud, tampoco deberían confiar en ellos para la Corte Suprema”.
Preservar las salvaguardas de las personas con padecimientos previos es uno de los principales argumentos de los demócratas que intentan movilizar a la opinión pública en estados en donde senadores republicanos candidatos a reelección enfrentan una dura competencia en los comicios. Es uno de los pocos recursos que los demócratas tienen a su alcance para intentar bloquear a un nominado a la Corte Suprema en el Senado, donde los republicanos son mayoría.
La Casa Blanca aseguró que los demócratas intentan asustar a los votantes.
“A pesar de que los medios tendenciosos se niegan a aceptarlo, el presidente Trump ha dicho en repetidas ocasiones que protegerá a aquellos con padecimientos previos”, dijo el portavoz Judd Deere.