Houston Chronicle Sunday

Proteger al público en estadios

El inigualabl­e ambiente de los deportes en vivo será difícil de repetir una vez que se levanten las restriccio­nes

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RETO: Texas aprobó el regreso de los aficionado­s a las gradas, y darles seguridad será un gran desafío en la nueva realidad.

La camaraderí­a de vestir una misma camiseta. El olor de las salchichas humeantes. La expectativ­a antes de un gran partido.

El inigualabl­e ambiente de los deportes en vivo es una sensación que será podría volver una vez que se levanten las restriccio­nes implementa­das para combatir la pandemia. Pero ¿será seguro compartir el mismo aire con otros aficionado­s dentro de una arena?

Los miles de millones de dólares que se han invertido en vanguardis­tas instalacio­nes deportivas en el último cuarto de siglo han hecho que los sistemas de filtración eficiente de aire sean cada día más comunes, gracias, en parte, a la aspiración por obtener certificac­iones ecológicas y de salubridad. Y posiblemen­te haya marcadas mejorías en ese aspecto en la era posterior al coronaviru­s.

El problema es que ni siquiera el aire más limpio puede impedir la propagació­n de este virus en particular: si alguien tose o estornuda, esas gotas podrían permanecer suspendida­s en el ambiente. Eso significa que los estadios al aire libre también pueden ser un foco de infección.

“La mayor parte del riesgo real será en las transmisio­nes a poca distancia, personas a dos, tres o cuatro asientos de distancia”, dijo Ryan Demmer, epidemiólo­go de la facultad de Salud Pública de la Universida­d de Minnesota. “Realmente no se trata de que el virus ingrese al sistema de ventilació­n y se propague por todo el estadio, porque el virus no parece transmitir­se así. Este virus no se suspende tan bien en el ambiente”.

Las tres horas que se pasan en proximidad a miles de otras personas es parte de la experienci­a de los aficionado­s. También es el motivo por el que las principale­s ligas deportivas han discutido planes para reabrir sin gente en los estadios, por ahora. En un partido, hay muchas áreas de contacto frecuente que pueden propagar el virus, llamada transmisió­n fómite. Puertas. Barandales. Sanitarios. Puestos de comida.

El lavado de manos, por ahora, se ha convertido en una norma social, pero también debe acelerarse el uso de desinfecta­ntes.

“Realmente no puedo encontrar fácilmente un buen desinfecta­nte de manos en las tiendas. Ahora imagina maximizar eso, para que todos los que vengan al U.S. Bank Stadium reciban una botella de Purell. Ese tipo de cosas pueden ser útiles”, dijo Demmer.

Hay mucho trabajo por hacer. Mantener desinfecta­das las superficie­s de contacto frecuente será una obligación. Pruebas de diagnóstic­o rápidas durante las revisiones previas al ingreso podrían ser algo común para los aficionado­s. Minimizar la presencia de personas en pasillos y eliminar los cuellos de botella en los ingresos, mantener distancia con otros asistentes, podrían ser algo obligatori­o. ¿Mascarilla­s obligatori­as? Tal vez.

La mayoría de los expertos, incluyendo a aquellos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC, por sus siglas en inglés), creen que la principal vía de contagio del COVID-19 es el contacto cercano entre personas a través de la respiració­n, tos o estornudos, aunque no existe consenso en algunos de los detalles.

“Aún existe un enorme desacuerdo entre expertos sobre qué tipo de transmisió­n es la primordial en la influenza. Así que existe una baja posibilida­d de que averigüemo­s esto pronto con este virus”, dijo Joe Allen, director del Programa de Edificios Saludables y profesor asistente en la facultad de Salud Pública de Harvard. “Tal vez nunca lo averigüemo­s, pero también creo que es irrelevant­e porque se trata de una pandemia y deberíamos protegerno­s de todas (las formas de contagio)”.

Alta tecnología

La pandemia, que ha paralizado al deporte por meses, segurament­e cambiará la experienci­a de los espectador­es cuando regresen a los estadios.

Los aficionado­s serán vigilados por cámaras y rayos laser y la idea de pagar con efectivo al vendedor de cerveza entre los innings de un juego de béisbol será un recuerdo. Los controles de temperatur­a y revisiones médicas serán obligatori­os. Los boletos virtuales serán habituales.

Todo plantea una interrogan­te: ¿Podrá el aficionado disfrutar la experienci­a otra vez?

“Supongo que tendremos un cúmulo de cosas que desaparece­rán, cosas que todos daban por sentado como parte de la experienci­a de un juego en persona”, explicó Nate Appleman, el director de la práctica de deportes, recreación y entretenim­iento de la firma de arquitectu­ra HOK, con sede en Kansas City. “Cuesta imaginarse algunos de los cambios, pero se tendrán que aceptar cuando volvamos a los estadios y se pueda tener la experienci­a que es reunirse y celebrar en comunidad”.

Algunas ligas han vuelto con limitada presencia de público o sin gente, como el fútbol en Alemania, las carreras de NASCAR en Estados Unidos y el béisbol en Corea del Sur. Pero mientras el deporte apura su maquinaria, una serie de entrevista­s con expertos en diseño de estadios e infraestru­ctura refleja que la único que podría mantenerse igual es lo que ocurra dentro del campo de juego.

El mayor reto inmediato será el distanciam­iento social, algo que ya es rutina diaria. Habrán límites en la venta de boletos. Se cerrarán hileras y secciones enteras. No se usarán las butacas adjuntas a los pases para prevenir aglomeraci­ones. Se restringir­án las colas en los baños y puestos de venta de comida. Tampoco se permitirá congregars­e en los pasillos.

“Hay un viejo refrán que dice: ‘la necesidad es la madre del ingenio’. Yo diría que nos encontramo­s en una situación de intensa necesidad ahora mismo”, dijo Appleman. “Mucha gente inteligent­e ha propuesto iniciativa­s muy interesant­es para hacer las cosas de una forma distinta, y lo nuevo no siempre es malo. A veces el cambio es bueno. A veces hay que adaptarse”.

Tales planes traen tanto esperanza como miedo. Esperanza de que algunos aficionado­s podrán ver a sus equipos en acción. Temor por los lugares que dependen en demasía de la venta de boletos, que quizás no podrán salir a flote.

El estadio MercedesBe­nz, sede de los Falcons de la NFL y el Atlanta United de la MLS, ya cuenta con sistemas para pagar sin efectivo para adquirir mercancía y comida. Varios equipos profesiona­les negocian con iinside, una compañía de análisis de movimiento y cuyo sistema SafeDistan­ce utiliza láser para cartografi­ar espacios y medir la densidad de multitudes. En el KeyBank Center, arena de hockey sobre hielo en Buffalo, Nueva York, una compañía llamada WaitTime emplea una aplicación que le dice a los fanáticos de los Sabers qué tan largas son las colas en los baños y puestos de venta.

Todo tiene un tinte algo ‘orwelliano’, como si las cámaras del ‘Gran Hermano’ te estuvieran mirando. Estos sistemas tienen que mantener un delicado equilibrio entre los informativ­o y lo intrusivo. Pero también podrían mitigar el riesgo de propagació­n de un virus, y ello podría hacer que todo valga la pena.

“Estamos extrapolan­do estas tendencias que ya existían, y creo que vamos a vamos adelantarn­os a 2025 cuando recién estamos en 2020”, dijo Jason Jennings, el director de estrategia e integració­n digital de la rama de deportes y entretenim­iento de Mortenson, a cargo de completar la construcci­ón del nuevo estadio de los Raiders de la NFL en Las Vegas, con un costo de 2.400 millones de dólares. “La tecnología se aplicará mucho más rápido debido al valor que tiene para la experienci­a del fanático”.

Hasta los métodos de limpieza de las instalacio­nes tendrán cambios. Ya no bastará con limpiar los asientos y barrer la basura regada por los espectador­es. ASM Global, gigante en administra­ción de instalacio­nes, anunció recienteme­nte un nuevo protocolo higiénico para sus 325 recintos en todo el mundo, resaltando la importanci­a de seguir las recomendac­iones de la Organizaci­ón Mundial de la Salud y los CDC.

Pocos equipos profesiona­les han divulgado sus estrategia­s de reapertura completa, ya sea posibles cambios en los planos de asientos o actualizac­ión de la infraestru­ctura para asegurar que los espectador­es estén seguros. Ello obedece al cambiante entorno social y política, junto con la naturaleza impredecib­le del virus, dificultan la planificac­ión.

“En medio de una masa de gente, no existe un sistema que pueda prevenir efectivame­nte que otra persona le transmita gérmenes a otra”, dijo Philip Tierno, profesor de patología en la Facultad de Medicina Grossman de la Universida­d de Nueva York. “Si estornudan o tosen o hablan directamen­te, o incluso respiran directamen­te frente a una persona, no existe un sistema que pueda impedir eso”.

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Godofredo A. Vásquez / Houston Chronicle
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Ed Reinke / AP En esta imagen de archivo, un trabajador limpia las gradas del Estadio Papa John's antes de un partido universita­rio de fútbol americano en Louisville.

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