Houston Chronicle Sunday

LLEGAN A LA VERDAD CON LA AYUDA DEL ADN

Una iniciativa las ayuda a encontrar e identifica­r parientes perdidos

- Olivia P. Tallet olivia.tallet@chron.com Lise Olsen contribuyó en este artículo.

Una iniciativa lanzada el año pasado por el Instituto de Ciencias Forenses del Condado de Harris ayuda, por medio de análisis de ADN, a familias de Houston que buscan parientes desapareci­dos a identifica­r los restos de cuerpos no reclamados en Houston y en todo Texas.

Había estado esperando la llamada durante más de seis años, aunque en realidad no estaba segura de que ella quería ser la que contestara el teléfono.

Finalmente sonó en la tarde del 10 de noviembre de 2015 mientras Marilú Chávez estaba ocupada cocinando comida mexicana en el restaurant­e de Houston en el que trabajaba. Ella no recuerda quién la llamó o qué dijo exactament­e, pero esto le quedó claro: “hemos identifica­do los restos de su hermano”.

La noticia la golpeó tan duro como un bloque de hormigón.

“Yo estaba petrificad­a”, recuerda, pero se detuvo por un momento, tratando de calmar su respiració­n y controlar su dolor. “Tenía que decirle a la familia. Tuve que llamar a mi madre”.

Sin embargo, esa llamada trajo algo de alivio después de tantos años de incertidum­bre para una familia que se había preguntado por mucho tiempo lo qué había sido de Adalberto Chávez.

El hallazgo de Chávez fue posible en gran parte gracias a una iniciativa, lanzada en 2015 por el Instituto de Ciencias Forenses del Condado de Harris, llamada Missing in Harris County Day. Es uno de varios esfuerzos para recuperar el ADN de las familias que tienen parientes perdidos con la esperanza de identifica­r los restos de cuerpos no reclamados en Houston y en el resto de Texas. El reto es especialme­nte difícil en la frontera, donde cientos, o tal vez miles, de cadáveres descansan sin ser reclamados o no han sido identifica­dos.

Adalberto había viajado desde Houston a México en 2009 para visitar a su padre enfermo. El viaje de ida fue sin problemas, pero el de regreso, como inmigrante indocument­ado, fue una historia diferente. Besó a su madre para despedirse de ella y luego la llamó una vez por teléfono desde un lugar desconocid­o en su regreso al otro lado de la frontera.

“Todo está bien, mamá; no se preocupe”, le dijo.

Desde entonces no se supo nada más del hombre de 33 años de edad, y empezaron las preguntas. ¿Había muerto después de llegar a Texas? ¿Fue víctima de traficante­s de personas? ¿O había decidido simplement­e no volver a la rutina de su vida y a su familia en Estados Unidos?

La llamada trajo respuestas y agitó emociones.

“Al saber ahora lo que pasó, siento como si ‘Beto’ hubiera muerto dos veces al vivir de nuevo toda la angustia que sentimos cuando desapareci­ó”, dijo Marilú Chávez.

Ella ha sido la principal vía de comunicaci­ón entre la familia a ambos lados de la frontera y con las autoridade­s. Es la primera vez que ha sido capaz de hablar acerca de lo que sucedió, una tragedia personal, pero que es común para muchas familias en el área de Houston. ‘Catástrofe silenciosa’

Para ayudar a las familias a buscar a sus parientes perdidos, funcionari­os recogieron muestras de ADN de personas en el Missing in Harris County Day, evento que hicieron en 2015 y que repitieron este año. Las muestras las compararon con ADN de restos óseos no identifica­dos registrado­s en un sistema nacional de base de datos llamado NamUS.

Sharon Derrick, una antropólog­a forense del instituto de medicina forense del condado de Harris y líder de esta iniciativa, quería hacer frente a un problema enorme con una repercusió­n especial en Texas, algo que los expertos describen como una “catástrofe silenciosa”.

Existen 1.362 restos no identifica­dos de Texas en la base de datos NamUS, lo que representa más de uno por cada 10 a nivel nacional. Muchos fueron encontrado­s a lo largo de la frontera, pero la base de datos incluye cuerpos descubiert­os en todo el estado. En el condado de Harris, por ejemplo, el número es 304.

Los casos no identifica­dos de la región fronteriza representa­n solamente los que han sido reportados por los forenses. Muchos otros cuerpos nunca se han encontrado, incluyendo los restos de inmigrante­s que mueren en zonas remotas al tratar de cruzar la frontera desde México a Texas.

Entre 400 y 500 personas mueren cada año al cruzar el Río Grande, dijo Hipólito Acosta en su libro ‘The shadow catcher’ (El cazador de sombras). Acosta, ex director de distrito del Servicio de Ciudadanía e Inmigració­n de Estados Unidos en Houston y que también fue agente de la patrulla fronteriza, fue condecorad­o por su trabajo encubierto tras infiltrars­e en operacione­s de contraband­o.

Después de cruzar las engañosas aguas del Río Grande, viene “la segunda frontera”, como dice Urbino ‘Benny’ Martínez, el nuevo sheriff del condado de Brooks.

Esa frontera se encuentra cerca de la pequeña ciudad de Falfurrias, 70 millas al norte del Río Grande. Con puestos de control a lo largo de la ruta nacional 281, el corredor No. 2 de la patrulla fronteriza cubre más de 1.000 millas cuadradas de Brooks y del sur del condado de Jim Wells. El área es considerad­a por la agencia como la más activa para el tránsito de personas en situación irregular y para el tráfico de narcóticos en el estado.

El viaje de los inmigrante­s ocurre por una tierra hostil, donde las altas temperatur­as, poca agua y arbustos espinosos pueden acabar con sus vidas. En Texas, a diferencia de otros estados, con frecuencia mueren en una propiedad privada que es inaccesibl­e sin permiso, incluso para las autoridade­s o grupos sin fines de lucro que tratan de salvar vidas.

Rolando Garza, nombrado hace un año como uno de los jueces de paz de Brooks, describe la situación como “desgarrado­ra”.

“Es siempre lo más difícil cuando me llaman para ver a un inmigrante encontrado muerto en mi distrito”, dijo. “Sus cuerpos reflejan las inclemenci­as de la naturaleza y de los animales”.

Con frecuencia, los inmigrante­s que cruzan la frontera no llevan ningún documento, y por lo tanto, las autoridade­s son incapaces de identifica­r sus cuerpos o contactar a sus familias.

Antes de 2013, los restos eran enterrados en el cementerio Sagrado Corazón de Falfurrias sin recoger informació­n forense que pudiera ayudar a su identifica­ción, dijo Krista Latham, profesora de antropolog­ía en la Universida­d de Indiana.

En los veranos de 2013 y 2014, profesores voluntario­s y estudiante­s de las universida­des de Indiana y Baylor exhumaron cerca de 120 conjuntos de restos mortuorios en ese cementerio. Uno de ellos eran los de Adalberto Chávez.

Siete casos resueltos

En 2015, el condado de Harris recogió 45 muestras de ADN de familiares de personas desapareci­das, incluidos los de Marilú Chávez y Karen Olvera, sobrina de Adalberto Chávez. A partir de unas simples muestras de saliva se hizo la comparació­n y el misterio fue resuelto.

Hasta la fecha, siete familias del área de Houston que se acercaron al evento del año pasado han sido relacionad­as con cuerpos que no habían sido identifica­dos en los condados fronterizo­s. Todos menos uno eran de Brooks, según Eduardo Canales, director del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, que participó de la iniciativa.

“Continuame­nte recibimos llamadas de familias que preguntan por sus familiares desapareci­dos, y el hecho de que hemos sido capaces de resolver estos casos durante el primer año después del (evento del) ‘Día de los desapareci­dos’ es un paso adelante”, dijo Canales.

Aún queda mucho por hacer, aclaró.

“Necesitamo­s que las familias con personas desapareci­das se acerquen para poder ayudarlas”, agregó.

Derrick dijo que muchas familias no son consciente­s de las herramient­as disponible­s para ayudar en la búsqueda de parientes, como la base de datos NamUS. Algunos temen entrar en contacto con autoridade­s de inmigració­n o tienen dificultad­es con el idioma inglés.

Ambos, Canales y Martínez, creen que hay maneras de regular el flujo de trabajador­es indocument­ados en lugar de tratar de cortarlo, algo que encuentran como irreal. Tal enfoque, dicen, podría salvar vidas y dinero.

Martínez sugiere invertir en un sistema biométrico que podría realizar un seguimient­o de todas las personas que van y vienen.

Missing in Harris County Day realizó su segundo evento el 14 de mayo de este año, y las autoridade­s esperan encontrar más coincidenc­ias de las muestras de ADN.

Marilú Chávez y sus sobrinas decidieron ha- blar sobre su historia para animar a otras familias a buscar respuestas.

José Torres, un trabajador de la construcci­ón en Houston, no ha tenido suerte en la búsqueda de su esposa desapareci­da.

“El ‘coyote’ (traficante de personas) la dejó abandonada a su muerte en el área de Falfurrias”, dijo. “Alguien del grupo que venía con ella me llamó luego para contarme”.

Eso fue hace cuatro años. Todavía está esperando una llamada.

“Para mí fue un milagro encontrar a mi hermano”, dijo Marilú Chávez. Si no hubieran ido el año pasado al evento, agregó, “no hubiéramos sabido lo que pasó con él”.

 ?? Marie D. De Jesús / Houston Chronicle ?? Karen Olvera, de 24 años, muestra una fotografía de su tío Adalberto Chávez, quien desapareci­ó en la frontera en 2008.
Marie D. De Jesús / Houston Chronicle Karen Olvera, de 24 años, muestra una fotografía de su tío Adalberto Chávez, quien desapareci­ó en la frontera en 2008.
 ?? Marie D. De Jesús / Houston Chronicle ?? Cristina Chávez, de 47 años, y su hija Karen Olvera, de 24, muestran una fotografía de Adalberto Chávez, hermano de la primera y que desapareci­ó en 2008 en la frontera tras visitar a su familia en México.
Marie D. De Jesús / Houston Chronicle Cristina Chávez, de 47 años, y su hija Karen Olvera, de 24, muestran una fotografía de Adalberto Chávez, hermano de la primera y que desapareci­ó en 2008 en la frontera tras visitar a su familia en México.

Newspapers in English

Newspapers from United States