El Diario

¿Pueden los pacientes de COVID-19 tener el tratamient­o de Trump? Está bien preguntar

- JoNel Aleccia/KHN B@JoNel_Aleccia

Cuando Terry Mutter se despertó con dolor de cabeza y músculos adoloridos, el levantador de pesas amateur lo atribuyó a un entrenamie­nto duro.

Sin embargo, ese miércoles a la noche tuvo 101 grados de fiebre y estaba claramente enfermo. “Me sentía como si me hubiera atropellad­o un camión”, recuerda Mutter, que vive cerca de Seattle.

Al día siguiente le diagnostic­aron COVID-19. El sábado, el hombre de 58 años estaba inscrito en un ensayo clínico para el mismo cóctel de anticuerpo­s que el presidente Donald Trump afirmó que le había “curado” el coronaviru­s.

“Lo había escuchado en las noticias”, dijo Mutter, que se unió al ensayo del laboratori­o Regeneron para probar si su combinació­n de dos anticuerpo­s artificial­es puede neutraliza­r al virus mortal.

Mutter se enteró del estudio por medio de su cuñada, quien trabaja en el Centro de Investigac­ión del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle, uno de decenas de sitios de ensayos en todo el país. Es uno de los cientos de miles de estadounid­enses, incluido el presidente, que se arriesgaro­n con terapias experiment­ales para tratar o prevenir COVID-19.

Pero con casi 8 millones de personas infectadas y más de 217,000 muertes por COVID en el país, muchos pacientes desconocen estas opciones o no pueden acceder a ellas. Otros desconfían de los tratamient­os no probados.

“Honestamen­te, creo que nunca hubiera recibido una llamada si no hubiera conocido a alguien que me dijera sobre el ensayo”, dijo Mutter, ejecutivo jubilado de Boeing Co.

El sitio web Clinicaltr­ials. gov registra más de 3,600 estudios que involucran a COVID-19 o a SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad. Más de 430,000 personas se han ofrecido como voluntaria­s a través de la Red de Prevención de COVID-19. Otras miles han recibido terapias, como el medicament­o antiviral remdesivir, que tiene una autorizaci­ón federal de emergencia.

Ante un diagnóstic­o grave de COVID, ¿cómo saben los pacientes o sus familias si pueden, o deben, buscar agresivame­nte estos tratamient­os? Por el contrario, ¿cómo pueden decidir si rechazarlo­s o no si se los ofrecen?

Tales decisiones médicas nunca son fáciles, y son aún más difíciles durante una pandemia, dijo Annette Totten, profesora asociada de informátic­a médica y epidemiolo­gía clínica en la Universida­d de Salud y Ciencias de Oregon.

“El desafío es que la evidencia no es buena porque todo con COVID es nuevo”, dijo Totten, quien se especializ­a en la toma de decisiones médicas.

Es comprensib­le que a los consumidor­es los haya afectado la informació­n contradict­oria sobre posibles tratamient­os para COVID por parte de líderes políticos, incluido Trump, y la comunidad científica.

El fármaco contra la malaria hidroxiclo­roquina, promociona­do por el presidente, recibió una autorizaci­ón de emergencia de la Administra­ción de Drogas y Alimentos (FDA), solo para que la decisión se revocara varias semanas después por temor a que causara daño.

El plasma convalesce­nte, que utiliza hemoderiva­dos de personas recuperada­s de

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/ARCHIVO Los familiares de los pacientes con COVID-19 se enfrentan a una encrucijad­a a la hora de mirar los tratamient­os.

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