TOUCHDOWN DE SHAKIRA Y J.LO
Me imagino que muchos de esos estadounidenses blancos, pro Trump, para los que el Super Bowl es tan sagrado como un Viernes Santo se habrán preguntado el domingo en la noche quiénes eran esas dos latinas atrevidas que irrumpieron en sus hogares a través de la pantalla con unos remeneos amenazantes a la moral de las buenas familias estadounidenses y, para colmo, hablando en lenguas extrañas.
Sé que algunos reclamaron: ¿qué hacen mostrando la bandera de Cuba en el espectáculo más visto de la Nación? Y supe que alguien les aclaró que no era la bandera de Cuba, sino la de Texas. ¡Gulp! Pero si el mismo presidente Trump no sabía ni de qué estado eran los ganadores del Superbowl, no podemos esperar mucho más de los que le siguen.
La vida te da sorpresas, cantaba Rubén Blades en Pedro Navaja, y tal vez en las salas de los hogares de muchos amigos y amigas del sector contestatario o de la izquierda puertorriqueña hubiese encontrado reacciones más sorprendentes aún. ¿Qué hace esa usando nuestra bandera cuando ni aquí nació?, escribió una. ¡Ese no es el color verdadero!, vociferó otro. Y se desató en las redes una ristra de comentarios donde Jennifer López no pasó la prueba de autenticidad étnica puertorriqueña
¿Estarán viendo el mismo espectáculo que yo estoy viendo? Me pregunté.
¿Qué yo vi? Vi un espectáculo impecable desde la perspectiva del artista. En música, baile y contenido.
Super Bowl
Vi dos mujeres latinas que decidieron hacer lo que les dio la gana en el espectáculo más visto de EEUU, precisamente cuando está languideciendo el bochornoso espectáculo mediante el cual el Senado absuelve de toda culpa al presidente Donald Trump, cuyas frases ofensivas a la mujer y los latinos ya se han convertido en parte de lo que un gran sector de los Estados Unidos tolera.
Vi que Jennifer López recalcó su ascendencia puertorriqueña sin ocultar que nació en EEUU. “Born in the USA”, cantó. A algunos se les escapó que esa canción de protesta de Bruce Springsteen, recalca las penurias de la clase trabajadora ante el capitalismo crudo. Vi que las bailarinas no eran al estilo monocromático de Las Rockettes, sino diversas. Vi que Bad Bunny representó la música urbana. Vi que se hizo referencia a los niños enjaulados en la frontera por el pecado de ser inmigrantes. Y concluí que era un espectáculo atrevido y el de más contenido político que había visto en un Super Bowl.
Se supo por fuentes dentro de Roc Nation, la compañía de Jay-Z, el cual tiene un acuerdo con la NFL para suavizar el drama de las protestas por justicia social en los juegos, que sus ejecutivos hicieron lo indecible para que J.Lo quitara la parte referente a la crisis con los niños en la frontera. Pero J.Lo se negó y lo hizo. ¡Touchdown!l
Mucho ha dado que hablar el espectáculo .