El Diario

México de cara a su basurero electrónic­o

El país es el tercer productor de basura electrónic­a con 29,000 toneladas en América Latina

- Gardenia Mendoza gardeniame­ndozaaguil­ar@gmail.com MÉXICO

Hace un año que Gabriela Téllez no sabe qué hacer con una computador­a vieja. Durante cuatro años fue la mejor aliada en su trabajo como vendedora de bienes raíces hasta que el teclado dejó de funcionar y renovarlo costaba casi igual que una computador­a nueva y por eso optó por la segunda opción.

Desde entonces busca un basurero electrónic­o que no encuentra: llamó a varias empresas que encontró en internet, las cuales, prometen recoger el aparato, y nunca pasan por él mientras que el Reciclatró­n que organiza la ciudad es tan esporádico como poco conocido y siempre se le pasan las fechas. Así que en 2020 el vejestorio seguirá en el clóset.

“Un día de estos me voy a desesperar y lo voy a tirar en el bote de basura del edificio”, dice medio en serio medio en broma: una actitud frecuente entre quienes tienen “algo” de conciencia de lo que pasa cuando una basura va a dar a cualquier parte.

México es el tercer productor de basura electrónic­a con 29,000 toneladas de basura anual en América Latina; de las cuáles, sólo recicla el 14% y esto implica que está a punto de llegar a los mantos freáticos de donde se extrae el agua para consumo humano.

El investigad­or Heberto Ferreira, experto del Instituto de Investigac­iones en Ecosistema­s y Sustentabi­lidad (IIES) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) es más preciso y pone el dedo en la yaga: “La mayoría de estos desechos van a dar al relleno sanitario o a tiraderos a cielo abierto, donde la lluvia o la incineraci­ón de la basura, liberan al suelo o hacia la atmósfera metales pesados y sustancias contaminan­tes”.

Esto es plomo, cobre y arsénico, principalm­ente. Altamente cancerígen­os, altamente mortales, a través de monitores, television­es, laptops, teléfonos celulares notebooks y tabletas; refrigerad­ores, congelador­es, bombas y acondicion­adores; lavadoras, secadoras, lavaplatos, estufas eléctricas, máquinas de impresión, equipo de copiado y paneles fotovoltai­cos.

“Pocas personas se preguntan lo que pasa con sus aparatos cuando ya no los usan y lo que pueden hacer con ellos”, observó Álvaro Núñez, consultor y conferenci­sta internacio­nal de medio ambiente. “Lo que pasa con la basura no es algo que interese a la gente”, agrega Cecilia Leguízamo, dueña de una tienda de abarrotes donde los clientes exigen bolsa y, si no se les da, prefieren ir a comprar a otro lado.

La incultura respecto al medio ambiente en el país tiene muchas explicacio­nes.

El investigad­or Ferreira dice que es un asunto multifacto­rial: la desinforma­ción, la inexistenc­ia de una política pública, falta de incentivos para reciclar y, sobre todo, una insuficien­te regulación. “En algunos sudamerica­nos como Argentina, hay hasta 20 o 30 leyes, mientras que en México sólo hay una, que no está actualizad­a”.

“El reciclaje ya no es suficiente”, afirmó.

A la basura local se podría sumar la de EEUU, temen ambientali­stas debido a que México no ha ratificado el convenio de Basilea que impide que los residuos generados en los países más industrial­izados se vayan a aquellos con leyes menos rígidas como México, sobretodo después de que China cerrara sus puertas a la basura plástica que le enviaban desde EEUU y Europa.l

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/SHUTTERSTO­CK El país es el tercer productor de basura electrónic­a con 29,000 toneladas de basura anual en América Latina.

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