¿MARCHA ATRÁS EN DD.HH.?
El nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, pronunció un discurso conciliador en su toma de posesión, en el que pidió la unidad nacional y prometió defender la democracia y los derechos humanos. Eso es muy bueno, pero al mismo tiempo dio señales preocupantes de que su gobierno podría ir en dirección contraria en todos estos campos.
Primero, Fernández fue eclipsado en su propia ceremonia de inauguración por la nueva vicepresidenta y expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Eso hizo aumentar los temores de que ella será el poder detrás del trono en el nuevo gobierno.
Cristina, como se conoce comúnmente en la Argentina a la incendiaria expresidenta, estaba sentada al lado del nuevo presidente durante todo el discurso de toma de posesión de Fernández. Eso es algo muy inusual: normalmente, en la Argentina y en cualquier otro país, los vicepresidentes se sientan detrás de los jefes de Estado en actos públicos. Pero la imagen de Cristina sentada al lado del nuevo presidente no debería sorprender a nadie.
Fue Cristina quien eligió al nuevo presidente como su candidato presidencial, en una movida magistral para atraer votantes moderados. Además, el nuevo presidente había visitado recientemente la casa de Cristina, y no al revés, para acordar los principales nombramientos.
Segundo, una de las pocas ovaciones de pie durante el discurso de Fernández en el Congreso se produjo cuando el nuevo presidente felicitó a
Argentina Resta esperar el accionar del nuevo mandatario.
su vicepresidenta por su “generosidad” y “visión estratégica”. Una buena parte de la audiencia se puso de pie y aplaudió con más entusiasmo que cualquier otra cosa que el nuevo mandatario hubiera dicho antes.
Tercero, la promesa de Fernández de combatir la corrupción sonó hueca después de que proclamó -en una clara referencia a los juicios de corrupción contra Cristinaque no permitirá lo que describió como un sistema de justicia “contaminado” ni “linchamientos mediáticos”. Cristina está acusada, entre otras cosas, de recibir decenas de millones en sobornos de empresarios.
Cuarto, la afirmación de Fernández en su discurso de que defenderá la democracia y los derechos humanos en todo el mundo suena sospechosa en vista de sus recientes declaraciones y de sus invitados especiales durante su ceremonia de inauguración.
En las últimas semanas, Fernández se rehusó a condenar el fraude electoral del exgobernante boliviano Evo Morales, que fue corroborado por dos misiones electorales separadas de la Organización de Estados Americanos.
Hasta que vea signos claros de que es él quien está al mando, y no su vicepresidenta, seré muy escéptico sobre el compromiso del nuevo gobierno con la democracia, los derechos humanos y la lucha contra la corrupción.l