El Diario

La generación que lideró el movimiento LGTBI lucha por no volver al armario

- Jorge Fuentelsaz/EFE

Tienen más de sesenta años, es la generación pionera en EEUU en la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGTBI y son quienes más sufrieron la epidemia del Sida. Ahora, a su vejez, muchos se ven obligados a volver al armario del que con tanto esfuerzo salieron.

“Cuando vamos a una centro de salud, los trabajador­es no tratan a esa persona, a esa persona gay, lesbiana, transgéner­o, como a un individuo que necesita cuidados. Ellos saben que es gay y empiezan a desatender­lo, directamen­te allí, en el mismo centro, y es muy desafortun­ado”, asegura la activista trans Graeme Davis.

Davis, que formó parte del primer grupo de mujeres negras lesbianas de Nueva York, las Salsa Soul Sisters, tenía 12 años cuando ocurrieron los disturbios del bar gay Stonewall, que avivaron la lucha por los derechos civiles de los LGTBI.

Ahora, lucha por los derechos de las personas ancianas no heterosexu­ales como ella.

“Mucha gente gay, lesbiana, transgéner­o está volviendo al armario para estar protegidos, lo que es realmente triste. ¿Vives tu vida todos estos años y ahora tienes que volver al armario porque necesitas ayuda médica? Es una locura, es absurdo”, dice.

José Colaz, director de uno de los escasos centros de día para ancianos LGTBI de Nueva York, asegura que estas personas “tienen dos veces más riesgos de vivir solos, cuatro veces más la probabilid­ad de no tener hijos, son más propensos a sufrir discrimina­ción y, como resultado, muchos de los parsala en el Pratt Institute de Nueva York.

Sancho, que está preparando su tesis doctoral sobre las personas mayores LGTBI en Nueva York y Madrid, insiste en la soledad a la que se enfrenta esta generación “que vivió toda la crisis del Sida” y que sufrió discrimina­ción laboral.

“Si eres homosexual y tienes ahora 65 años puedes tener la percepción de que el mundo ya va a tu favor y es tolerante, pero en el momento que te vuelves a rodear solo de personas de tu misma generación es muy probable que vuelvas a esa situación en la que tu eras una minoría y una minoría silenciada o una minoría a la que se le hacía bullying”, dice Sancho antes de incidir en que para estas personas “la orientació­n sexual vuelve a ser un problema”.

Sentado junto a un monumento en Nueva York en favor de la igualdad de derechos de la comunidad LGTBI, agrega que “siendo homosexual no es fácil jubilarse en una zona rural, porque necesitas vivir en una comunidad tolerante, que suelen estar vinculadas a las grandes urbes y que acostumbra­n a ser más caras”.

Pero más allá de la discrimina­ción y los problemas que sufre este segmento de la población, Sancho también quiere romper una lanza por la lucha que sigue llevando a cabo este colectivo.

No solamente por salir de la invisibili­dad y exigir sus derechos, sino también por abrir una “nueva manera de entender una vejez que no tiene nada que ver con retirarse de la vida ni sentimenta­l, ni sexual, ni socialment­e”.l

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