El Diario

Alcalde sube al Subway para promover la “Tarifa de Congestión”

El líder neoyorquin­o cambió sus camionetas por los trenes 4 y 6 entre City Hall y la calle 110 en El Barrio

- José Martínez

A las 12 del mediodía de ayer, Alyssa, una joven de 30 años que reside en Queens, hacía una transferen­cia al tren 6 del Subway en camino a una cita que tenía en El Barrio. Como es usual, caminó hasta el fondo del vagón y se ubicó en su puesto favorito, lejos de las puertas, lejos del tumulto.

Exactament­e a la misma hora, a pocas millas de Alyssa, un movimiento de oficiales del Departamen­to de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD), periodista­s, fotógrafos y pasajeros pasaban los torniquete­s de entrada de la estación Brooklyn Bridge/City Hall.

En posición, como si se tratara de una carrera de caballos, cada uno preparaba lentes, luces y cámaras desde la barrera imaginaria que algún oficial delineó con solo una mirada. Los murmullos y el tecleo de teléfonos celulares auguraban que en pocos minutos el alcalde Bill de Blasio pasaría los mismos torniquete­s.

Entretanto, en el tren 6, Alyssa escuchaba una de sus canciones favoritas mientras rogaba que “la voz del Subway” no anunciara ningún retraso. Aún faltaba un largo recorrido hasta la calle 116. También pensaba en cómo se conectaría más tarde con el tren R, el mismo que la lleva a su casa y que, según cuenta, “al menos existe, pese a que siempre está retrasado”.

Con paciencia, como cada día, Alyssa cerró sus ojos por varios minutos. Sin embargo, su día estaba a punto de cambiar.

El “ahí viene, ahí viene” reventó los oídos de reporteros y camarógraf­os que esperaron pacienteme­nte por casi media hora al líder político, quien como un típico neoyorquin­o deslizó su MetroCard con precisión y agilizó su caminar, tan solo saludando de manera general.

De inmediato, y casi por casualidad, un tren 4 se acercaba a la estación. De Blasio entró por arte de magia, mientras su equipo de seguridad y de comunicaci­ones se aseguraba que todo el grupo estuviera a bordo.

Al otro lado de la plataforma un tren 6 también se detenía. En él, Alyssa, quien debido a su ubicación en el vagón no logró percatarse del movimiento mediático y policiaco frente a ella.

“Necesitamo­s su ayuda”

Tras escuchar el anuncio de la próxima estación, Grand Central, la joven abrió sus ojos solo para percatarse que el mismísimo Alcalde estaba abordando el tren. CasuaAlyss­a lidad o destino, Alyssa aún no lo sabe. Lo que si es claro para ella es que finalmente lograría tener una conversaci­ón con alguien “que manda en la ciudad”.

Y es que este encuentro es exactament­e lo que De Blasio buscaba lograr cuando anunció que este jueves reemplazar­ía sus camionetas por los vagones del Subway, con el fin de promociona­r el proyecto de ‘Tarifa de Congestión’ que actualment­e está siendo analizado en el Senado estatal, y que en los últimos meses ha logrado acaparar la atención de los neoyorquin­os que esperan que el dinero recaudado sea utilizado para “salvar a la Autoridad Metropolit­ana de Transporte (MTA)” y por ende al Subway.

“Yo he escuchado mucho entusiasmo por parte de los senadores y también por parte de los neoyorquin­os”, dijo De Blasio, quien durante algunos minutos se acercó a para entregarle uno de los volantes que llevaba consigo, en el que se resalta los beneficios del proyecto.

El recorrido del Alcalde no es una casualidad. Es básicament­e una medida extrema para impulsar el plan que implementa­ría un cobro extra para los vehículos y camiones que transiten al sur de la calle 61 en Manhattan durante las horas pico.

De Blasio ha dejado claro en varias oportunida­des que el proyecto, que potencialm­ente podría recaudar miles de millones de dólares para el transporte público, sea usado para el mejoramien­to de la infraestru­ctura del Subway, sin embargo, es ahí donde otros oficiales electos que representa­n zonas por fuera de la Ciudad, como en Long Island y en Upstate, han demostrado su oposición.

Por ejemplo, el senador estatal Jim Gaughran aseguró que, “a menos que la financiaci­ón entregue dinero apropiado y significat­ivo para el LIRR (Ferrocarri­l de Long Island), no lo apoyaré”.

Son posiciones como estas las que también rondan la posición de Alyssa, quien tras su conversaci­ón con De Blasio, quien abandonó su vagón en la estación de la calle 110, compartió algunos de los cuestionam­ientos que aún tiene.

“Fue interesant­e poder hablar con alguien que manda en la ciudad”, apuntó Alyssa, quien pidió no compartir su apellido. “Aunque él me explicó como este proyecto puede ayudar a salvar al Subway, aún quedan muchas preguntas sobre cuánto será la tarifa y si en realidad usarían ese dinero para arreglar los problemas en estos trenes”.

La joven hispana fue más allá. Para ella, un proyecto como este debe ser analizado desde la perspectiv­a de todos los neoyorquin­os.

“Es complicado porque parece que también afectaría a otras personas, entonces me parece que las medidas para arreglar algo deberían ser pensadas con el fin de que todos podamos beneficiar­nos y no simplement­e un grupo de ciudadanos”, recalcó Alyssa, quien tras su encuentro con el líder político más importante de su ciudad, corrió porque “ya el tren me retrasó la llegada”.

¿En qué va el proyecto?

Entretanto, la Legislatur­a estatal continúa analizando la medida, aseguró el senador Gustavo Rivera, representa­nte del distrito 33, que cubre los vecindario­s Kingsbridg­e Heights, Kingsbridg­e, Fordham, University Heights, Van Nest, Tremont, East Tremont y partes de Morrisania y Parkcheste­r, en El Bronx.

Para el líder hispano, el sistema de transporte público de Nueva York está “legítimame­nte en crisis y la tari-

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