El Diario

“Que las puertas del Infierno se abran para la bienvenida”

- Alfonso Fernández/EFE WASHINGTON

La muerte del cardenal Bernard Law, acusado de proteger a los curas pederastas, revive el dolor de las víctimas de los abusos

La muerte en Roma del cardenal Bernard Law, señalado como encubridor de casos de curas pederastas cuando era arzobispo de Boston entre 1984 y 2002, hizo revivir el sufrimient­o de centenares de víctimas y familiares por el escándalo que agitó los cimientos de la Iglesia católica.

“Espero que las puertas del Infierno estén bien abiertas para darle la bienvenida”, dijo Alexa MacPherson, supervivie­nte de los abusos, tras conocer el fallecimie­nto de Law en declaracio­nes al diario The Boston Globe, que reveló los abusos y su encubrimie­nto por la jerarquía eclesiásti­ca.

Por su parte, Phil Saviano, que sufrió abusos de un cura cuando era niño en la ciudad de Worcester, 80 kilómetros al oeste de Boston, señaló que la muerte de Law debería ser un alivio, ya que “es una persona menos que les recuerda sus experienci­as” aunque reconoció que reabre viejas heridas.

“Estuvo en una posición tan adecuada para hacer tanto bien por tanta gente. Y, sin embargo, decidió que la reputación y protección de esos más de 200 curas pederastas era más importante que el bienestar de miles de niños y feligreses”, afirmó Saviano en un comunicado.

La historia volvió a ser actualidad mundial con la película “Spotlight” (2015), que narra la investigac­ión periodísti­ca que destapó el caso y que situó a Law como “figura central”, y que fue galardonad­a con el Oscar a la mejor película de la Academia de Hollywood en 2016.

Al cardenal, que estuvo al frente de la Archidióce­sis de Boston desde 1984 hasta 2002, se le acusó de que durante décadas no tomó medidas contra los sacerdotes que habían sido denunciado­s reiteradam­ente por abusos sexuales, y que se limitó a trasladarl­os de parroquia para ocultar su comportami­ento.

La Fiscalía General de Massachuse­tts subrayó durante el juicio que los abusos sexuales se extendiero­n durante más de seis décadas con al menos 237 sacerdotes y 789 niños involucrad­os. De ellos, 48 abusaron de menores mientras Law estaba al frente del arzobispad­o.

El abogado Mitchell Garabedian, responsabl­e de representa­r a centenares de víctimas, subrayó al mismo diario que “con todos los respetos, la sociedad no ha perdido a un gran protector de niños” con su muerte.

“Muchas víctimas todavía no pueden creer que el cardenal Law permitió que niños fueran sexualment­e abusados. Tuvo la capacidad de avisar (...) pero, en su lugar, entregó esos niños a pedófilos”, afirmó el letrado.

Garabedian agregó que “muchas de las víctimas se sintieron estafadas cuando el cardenal Law obtuvo un promoción” por parte de la jerarquía eclesiásti­ca.

Tras conocerse el escándalo, Bernard Law se vio obligado a presentar su dimisión como arzobispo de Boston, pero Juan Pablo II lo envió a Roma y lo nombró en 2004 arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor, una de las más importante­s de Roma.

En el Vaticano, mantuvo su puesto en el Colegio Cardenalic­io y en la Congregaci­ón para los Obispo, por lo que pudo participar en el Cónclave en el que se eligió al papa Benedicto XVI el 19 de abril de 2005.

Su sucesor en el arzobispad­o de Boston, el cardenal Sean P. O’Malley, se disculpó en un comunicado de los abusos ocurridos en la archidióce­sis al conocer la muerte de Law.

“A esos hombres y mujeres, les ofrezco mis sinceras disculpas por el daño sufrido, mis continuas oraciones, y mi promesa de que la archidióce­sis les apoyará en su esfuerzo por alcanzar la curación”, agregó el cardenal O’Malley, quien dijo que no asistirá al funeral de Law.l

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