El Diario

UNA PELEA CON LA VERDAD A

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esta altura no debe sorprender que el presidente Donald Trump esté peleado con la verdad. Ni que los peores defectos mostradas en la campaña y durante la transición, estén presentes en la Casa Blanca.

Es totalmente inaceptabl­e que esta sea la nueva definición de lo que es normal.

Es intolerabl­e que los hec hos i ndisputabl­es a hora puedan ser cambiados por “hechos alternativ­os”. La explicació­n de la asesora presidenci­al Kellyanne Conway sobre inexactitu­des dichas por el secretario de prensa. Sean Spicer, revela una despreocup­ación en la nueva administra­ción por la veracidad de la informació­n que genera.

E n a lg u nos momentos parecería que desde la Casa Blanca se da el mensaje que la veracidad de las palabras del presidente es irrelevant­e.

Sino cómo explicar la de - es distinta, merece el respeto de ser tratada como adulta y no engañados como niños.

Los medios tienen la mi no caer en la trampa como el editor en jefe del Wall Street Journal, que incómodo en usar tan seguido la palabra “mentira” con Trump, la redefinió diciendo que la veracidad de las palabras era irrelevant­e, sino la intención probada de engañar.

Hay que mantener un mínimo de credibilid­ad por parte del presidente de Estados Unidos es vital para las para las relaciones con el resto del mundo. No hacerlo es peligroso.

Lamentable­mente, los políticos no siempre están casados con la verdad, algunos suelen llevar el agua para su molino. Este caso es extraordin­ario porque esta parece ser la norma y no la excepción.

Habría que recordar en la Casa Blanca el cuento de Juan y el lobo.•

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