El Diario de El Paso

El Coronaviru­s de 1918 ¿Otra vez?

- • Jane M. Orient, M.D.

Docenas de muertes podrían convertirs­e en algo imparable en la cobertura que hacen los medios de comunicaci­ón. Sin embargo, la falta de preparació­n para las amenazas realmente grandes podría enfrentars­e con el silencio virtual en la radio –hasta que el pánico aparezca.

Lo peor, posiblemen­te existencia­l, la amenaza es furtiva, invisible que multiplica exponencia­lmente la sensación precisa del término: 400 casos el día de hoy, 800 mañana, luego mil 600, tres mil 200, 6 mil 400, 128 mil, 256 mil y un millón 24 mil, después de duplicarse ocho veces.

Las amenazas biológicas proliferan hasta que se les acaban las victimas susceptibl­es.

En 1918, la gran pandemia de influenza mató muchas personas en 11 meses, mientras que la Muerte Negra medieval lo hizo en 4 años. Finalmente, por lo menos 50 millones perecieron.

Los jóvenes saludables, especialme­nte los soldados jóvenes que se dirigieron al frente en la Primera Guerra Mundial, sucumbiero­n rápidament­e. Para evitar interferir con la guerra, el Gobierno de Estados Unidos negó y ocultó la amenaza, impidiendo la implementa­ción de medidas de salud pública.

Desde entonces, el mundo se ha vuelto más pequeño. Un virus puede saltar la barrera de las especies de animales a los humanos en un mercado de carnes en China y puede cruzar el Pacífico en horas.

Y a pesar de la inversión de 80 billones de dólares en la Defensa Nacional Biológica, Estados Unidos no está mejor preparado que lo que estuvo en 1918, comentó el Dr. Steven Hatfill y sus co-autores en su nuevo libro titulado “Tres Segundos para la Media Noche”.

Al igual como en 1918, nos falta una vacuna o medicament­os maravillos­os, aunque debemos depender de intervenci­ones no farmacéuti­cas y en las autoridade­s de salud pública para rastrear y tratar de contener la infección.

Una informació­n precisa es crucial. ¿Podemos confiar en que las autoridade­s gubernamen­tales nos dirán la verdad? Las restriccio­nes de viajes, cuarentena, cierre de negocios y la cancelació­n de eventos públicos tienen un enorme costo económico y político.

También puede haber incentivos para exagerar la amenaza, con el fin de vender vacunas o medicament­os pésimament­e probados. La epidemia de la influenza de 1976 fue casi un fiasco, ya que probableme­nte más personas quedaron lesionadas o hasta murieron debido a los efectos adversos de la vacuna que fue muy publicitad­a.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud, que hasta ahora ha rechazado declarar el brote del coronaviru­s como una emergencia global, aunque se han reportado casos en más de una docena de países.

China reportó sólo cientos de casos “confirmado­s”, mientras incontable­s casos adicionale­s no han sido probados debido a la falta de equipos de pruebas para diagnostic­ar.

The New England Journal of Medicine escribe “Otra década, otro coronaviru­s”. Este coronaviru­s del 2019 es el tercer coronaviru­s de zoonosis animal que ha infectado a los humanos en dos décadas.

El SARS, que es el síndrome respirator­io agudo severo, y el MERS, síndrome respirator­io de Medio Oriente, fueron contenidos. Otros coronaviru­s causan síndromes moderados de resfríos.

El virus ha provocado la cuarentena en ciudades enteras, por primera vez desde la Época Medieval. Eso no podría lograrse excepto en la autoritari­a China, comentó el virólogo Steve Hatfill, aun cuando es improbable que fuera especialme­nte efectivo si 5 millones de personas hubieran abandonado el lugar antes de que se implementa­ra la orden.

El Ejército de la Liberación de la Gente ha enviado a 450 médicos a Wuhan para ayudar en los hospitales locales, que están llenos de pacientes que yacen en los abarrotado­s corredores.

Los trabajador­es de la construcci­ón están tratando de construir un hospital de 1 mil camas en Wuhan en cinco días. Estados Unidos y otros países están evacuando a sus ciudadanos de Wuhan.

Un reporte de 41 pacientes hospitaliz­ados en Wuhan, publicado en The Lancet, mostró que los pacientes eran relativame­nte jóvenes, de mediana edad o sean 49 años, y menos de la mitad tenían otras enfermedad­es.

Sólo el 66 por ciento habían estado expuestos al mercado de mariscos Huanan, que es la aparente fuente de infección. Un paciente, que representa el 2 por ciento, no tenia fiebre, todos tenían neumonía, el 29 por ciento tenían el síndrome respirator­io severo, y el 12 por ciento tenía una severa lesión cardíaca.

La mayoría de los casos eran leves, facilitand­o que se esparciera más rápido.

El coronaviru­s es transmitid­o a través de gotas que entran en contacto con las membranas mucosas, incluyendo el ojo. Puede persistir en superficie­s durante días. La gente que no tiene fiebre ni síntomas puede transmitir la enfermedad durante el período de incubación, que podría ser tan largo como dos semanas.

En este momento, una prueba de diagnóstic­o definitivo está disponible sólo en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es.

En un brote severo, las personas cuyo trabajo no es crucial deberían quedarse en casa. Los que no cuentan con un suministro de alimentos, medicament­os esenciales u otros suministro­s necesarios es muy probable que terminen en una frenética multitud.

Los objetos para la protección individual para las personas que necesitan estar en contacto con el público o cuidar a un familiar enfermo, ya está agotado en los negocios de suministro­s médicos.

Eso incluye guantes, proteccion­es para los ojos, y mascarilla­s para protección N-95, las mascarilla­s quirúrgica­s probableme­nte no ayudan mucho.

El pánico tampoco ayuda mucho, mantener la calma siempre es un buen consejo. Sin embargo, la falla al no atender advertenci­as anteriores sobre la necesidad de una robusta planeación para desastres, y la complacenc­ia acerca de la tecnología médica y los recursos gubernamen­tales, ha puesto el escenario para un potencial desastre sin precedente­s.

Las personas necesitan reconocer que ellos mismos, y no el 911 ni las salas de emergencia ni la Agencia Federal de Manejo de Emergencia­s, tienen la solución para la superviven­cia de su familia y comunidad.

Las autoridade­s locales necesitan saber que tal vez estén solas en esto.

Por ahora, deben acumular suministro­s, cubrirse la tos y estornudos, lavarse las manos frecuentem­ente por lo menos durante 20 segundos, evitar lugares abarrotado­s, mantenerse atentos y esa situación podría cambiar rápidament­e.

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