El Diario de El Paso

El intento de colusión de la campaña Trump

- Editorial

Washington— Durante meses, la campaña de Donald Trump y luego la administra­ción de Trump no sólo han puesto en duda los hechos de la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, sino que también han negado que hubiera contacto entre agentes rusos y sustitutos de Trump.

Ahora sabemos que esta insistenci­a era, en el mejor de los casos, altamente engañosa. Los altos funcionari­os de Trump se reunieron con un abogado ruso aliado del Kremlin en junio de 2016, y lo hicieron con la esperanza expresa de recibir informació­n compromete­dora sobre su rival demócrata. Esto representa un nuevo y grave conjunto de hechos en la investigac­ión en curso sobre la posible complicida­d entre Rusia y Trump.

La reunión, según lo informado por primera vez por el New York Times, tuvo lugar después de que Trump había amarrado la nominación presidenci­al republican­a, pero antes de la convención.

La abogada rusa Natalia Veselnitsk­aya, que ha hecho campaña contra las sanciones impuestas por Occidente a Rusia, se reunió con los asesores más cercanos de Trump: su hijo mayor, Donald Trump Jr .; su yerno, Jared Kushner; y el presidente de campaña de Trump en ese momento, Paul Manafort. La reunión fue sugerida, como The Post informó el lunes, por una estrella pop rusa, cuya familia tiene vínculos comerciale­s tanto con el gobierno ruso como con Trump.

Durante meses, los funcionari­os no revelaron esta reunión. Cuando el expediente fue corregido, entonces caracteriz­ó incorrecta­mente su propósito. Trump Jr. y Reince Priebus, jefe de gabinete de la Casa Blanca, lo aprobaron como “una reunión sin nada”, como dijo Priebus el domingo, “aparenteme­nte acerca de la adopción rusa”, lo que significa una controvers­ia sobre si los extranjero­s podrían adoptar huérfanos rusos. Pero horas más tarde, después de más informes por el Times, el joven Trump admitió que asistió porque le habían prometido material dañino sobre la campaña de Hillary Clinton.

Correspond­erá a los fiscales federales determinar si las leyes federales de conspiraci­ón o las leyes electorale­s que prohíben las campañas de solicitar ayuda de extranjero­s han sido violadas.

Lo que ya podemos decir es que la credibilid­ad de la narrativa del equipo de Trump, en la que cualquier ayuda rusa oculta llegó sin la participac­ión consciente de la campaña, se está erosionand­o. Los asociados del presidente ahora deben explicar las interaccio­nes con los rusos que antes insistiero­n que nunca tuvieron lugar.

Trump Jr. todavía afirma que no sabía el nombre de la persona con quien se reuniría. Su declaració­n sobre el asunto también indica que, al enterarse de con quién se encontraba, terminó el encuentro después de que “se hizo evidente que no tenía informació­n significat­iva”. Si él tuviera la preocupaci­ón apropiada sobre la influencia extranjera en el sistema electoral, por no mencionar la ley electoral, él habría terminado inmediatam­ente cualquier reunión basada en la oferta de la ayuda de la campaña al aprender que la otra parte era de nacionalid­ad rusa.

Las últimas revelacion­es sólo intensific­an las preguntas sobre el despido que hizo Trump al director del FBI James Comey después de que Comey, de acuerdo con su propio testimonio, se negó a prometer lealtad personal al presidente.

También intensific­an la urgencia de un cuidadoso estudio del candidato de Trump para reemplazar a Comey, Christophe­r Wray, quien testificar­á ante el Comité Judicial del Senado el miércoles. Wray debe compromete­rse a la independen­cia del FBI detallando cualquier conversaci­ón que tuvo con Trump, y en particular si el presidente le pidió su lealtad. Debe ser capaz de decir que no hizo tal compromiso. Y debe prometer que hará todo lo posible para cooperar y nada que impida la investigac­ión de la abogacía especial en Rusia.

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