El legado de Trump
Washington— Donald Trump se ha comprometido a resolver 20 acciones ejecutivas y 10 prioridades legislativas durante los primeros 100 días de su gobierno. El contrato que firmó con el electorado estadunidense es una hoja de ruta con la que Trump pretende cumplir el himno de su campaña y lograr que América vuelva a ser grande.
Pero, hasta el momento, el mandatario ha completado menos de la mitad de las decisiones presidenciales que prometió y apenas una de las diez acciones que requieren de la aprobación del Congreso. A un mes de que termine el plazo fijado por Trump, todo indica que la versión americana del “te lo firmo y te lo cumplo” ha sido un rotundo fracaso.
El hombre que se presume como un gran negociador no da resultados en Washington. Su veto migratorio fue rechazado en dos ocasiones por las cortes. La promesa para desmantelar y reemplazar la ley de salud a bajo costo conocida como Obamacare ni siquiera llegó a votación de su propio partido. En lugar de limpiar el pantano, Trump ha plagado la administración de banqueros y políticos de la vieja guardia. El muro en la frontera no convence a nadie, mucho menos la idea de que México lo va a pagar. La renegociación del Nafta se perfila para atorarse en un largo proceso legislativo y la investigación por los presuntos nexos entre miembros de su campaña y agentes vinculados al gobierno ruso coloca una sombra sobre cada movimiento que realiza su equipo.
Durante años, Trump forjó la reputación de ser un hombre sin palabra en los negocios. El incumplimiento de los contratos a los que entraban sus empresas era tan frecuente que en la industria de la construcción lo conocían como el Trump Tax. El costo de hacer negocios con un tramposo. Esa es la fama que acompaña al republicano hasta la Casa Blanca.
Es temprano todavía pero, cada vez es más claro que el legado de Trump se concentrará en la persecución de los inmigrantes indocumentados y el abandono de los compromisos asumidos por el gobierno estadunidense en materia ambiental. Los únicos dos temas en los que la enorme mayoría de los republicanos parece estar de acuerdo. Triste apuesta por el futuro.