Defender la institucionalidad es responsabilidad de todos
Hace días que se extiende un debate sobre la sanción del Presidente de la República, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, al Comandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos. Un tema que debió haber quedado en la decisión del Presidente y el acatamiento del Comandante.
La legitimidad indiscutible que tiene la decisión se ha prestado para manejos irresponsables, que contribuyen poco a la necesaria claridad y responsabilidad que requieren estos temas. Todos debemos contribuir, y eso implica poner la institucionalidad democrática por encima de todo, sin tirar de la cuerda con cálculos y especulaciones que no contribuyan a la estabilidad institucional.
Un tema tan delicado, se ha prestado para la circulación de mensajes que pretenden generar alarma pública, posicionamientos perfilistas de actores políticos relevantes, que no dan cuenta de la importancia de este tema y contribuyen a la generación de un clima que no es el adecuado para la convivencia, para el respeto y fortalecimiento de nuestra democracia.
En el día de hoy (por el sábado 15), como es tradicional, la orquesta del Ejército asistió a la Rural del Prado. Lo novedoso, fue que lo hizo entonando la marcha de los Tres Árboles, una marcha adoptada como himno por el Partido Nacional. Nadie puede discutir que la marcha es parte del patrimonio de un partido de mucha historia, como lo es el Partido Nacional. Pero no estábamos en ningún acto, mitin o celebración de dicho Partido, sino en la Expo Prado, es decir, una actividad de la Asociación Rural, una organización empresarial que nuclea productores rurales, y no corresponde bajo ningún concepto que en un evento de estas características, la orquesta del Ejército ejecute esta marcha.
¿Cuál es la razón para que se entone una marcha partidaria?, sería el mismo error que haber entonado el himno del Partido Colorado, el No nos moverán, o cualquier otra marcha partidaria.
Yo diría que, como mínimo, existe un enorme abuso de quien tomó semejante decisión. Estas actitudes, se parecen más a desafiar la autoridad y la institucionalidad que a un error, y deberían ser observadas por todos quienes somos parte de la institucionalidad política y social, de la cual se nutre el sistema democrático, de forma sumamente crítica.
Deben primar la reflexión y los posicionamientos claros, y una regla de oro es que la institucionalidad militar está sujeta al mando político, es decir, al Presidente de la República.