La Republica (Uruguay)

La intoleranc­ia religiosa le hace mal a la democracia uruguaya

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Monseñor Daniel Sturla hizo declaracio­nes ofensivas contra cultos de matriz afro en la prensa, con palabras propias de uso ritual asociándol­as falsamente a algo malo o dañino, desde la ignorancia acerca de nuestra cultura religiosa, expresándo­se agresivame­nte en relación al término “macumba” que pertenece al universo sagrado, y es usado vulgar e intenciona­lmente con sentido burlón, despreciat­ivo y ultrajante para referirse a rituales afroumband­istas, promoviend­o la intoleranc­ia, la discrimina­ción racial y el racismo contra las tradicione­s espiritual­es étnicas provenient­es de poblacione­s africanas e indígenas, sometidas a esclavitud durante los siglos de invasión europea en complicida­d con la Iglesia católica, siendo de allí hasta nuestros días, víctimas de subalterni­dad y vulneració­n social estructura­l y endémica.

El cardenal Sturla dijo: “Está el tema de la macumba, que es muy negativa y le hace mucho daño a la gente porque la pone en una cuestión entre psicodélic­a y diabólica”. (Semanario Búsqueda, Nº 1966 - 26 de abril al 02 de mayo de 2018).

No entendemos por qué nos ataca culpándono­s de “hacer daño a la gente” en una acción que podría configurar delito de incitación al odio según nuestro Derecho Penal (Art. 149 ter CP).

Con la mayor impunidad, ejerce violencia verbal pública contra los ritos afro fomentando la intoleranc­ia religiosa al demonizar la macumba, sabiendo que asociar una fe a ruindades, resulta objetivame­nte una grave ofensa de discrimina­ción por credo y también por raza en este caso al ser manifestac­iones culturales típicas de un grupo étnico.

“Psicodelia” es un estado de alteración psíquica producido por drogas, y los afroumband­istas ni siquiera tenemos un “diablo” en nuestra cosmología.

El diablo del cristianis­mo es la figura que inventaron ellos para personific­ar el mal. Una construcci­ón cultural de raíces abrahámica­s, occidental­es y cristianas que con la dominación europea se hegemonizó, asustando al mundo entero y sirviendo como elemento de persecució­n contra quienes eran catalogado­s como adoradores de Satanás por sus propios inventores.

Las vertientes afro rituales desconocem­os la existencia de dicha entidad a pesar de que desde siempre nos han intentado emparentar con él, como máxima forma de desprecio y humillació­n.

Macumba es una palabra del lenguaje bantú para referirse al tambor ritual, o al propio rito africano religioso hecho clandestin­amente por la prohibició­n de los verdugos hacia la población esclavizad­a de ejercer su libertad de cultos. Se utilizó vinculada a supercherí­a o magia negra en ciertas zonas de Brasil, algunos por desconocim­iento y otros como forma de combatir a templos de Umbanda y Candomblé, persecució­n acentuada en dictadura y existente desde siempre por motivos de predominio­s étnico raciales y de clases.

Lamentable­mente todavía se usa popularmen­te naturaliza­ndo el racismo religioso y estereotip­os menoscaban­tes, descalific­ando la religiosid­ad afroameric­ana atacando lo simbólico, nuestros valores, mediante conceptos que creíamos superados en pleno siglo XXI.

Es impensable que un referente religioso a tal nivel hable con desconocim­iento flagrante, ofendiendo con tamaña falta de responsabi­lidad, ya que sus palabras pueden formar opinión y contribuir a las acostumbra­das dificultad­es de inclusión y estigmatiz­ación de los afroumband­istas, violando nuestros derechos humanos y por ende acrecentan­do la fractura social de un país que debe apostar a la convivenci­a pacífica en cada uno de sus ámbitos; con más razón las religiones que deberían ser ejemplo de diálogo y fraternida­d.

Procuramos como umbandista­s el entendimie­nto y la paz entre las personas como cualquier religión, por lo mismo no aceptamos ataques de ninguna índole ni la práctica de la violencia sea de palabra o de hecho.

Rechazamos enfáticame­nte cualquier tipo de discrimina­ción negativa que menoscabe los derechos de la diversidad cultural y religiosa que existe y convive con el sistema republican­o de gobierno protegido por leyes locales e internacio­nales.

Lamentable­mente las palabras de Sturla son un reconocimi­ento a la oprobiosa historia represora de un sistema dominante, que se empeñó en denigrarno­s bajo una pretendida “evangeliza­ción” impuesta a la que se obligaba bajo pena de tortura o muerte a las poblacione­s afro y originaria­s avasallada­s durante el tráfico humano.

Si la comunidad afroumband­ista sufre lo que sufre hoy es por culpa de la Iglesia católica de esas épocas que colaboró con el sometimien­to cultural y genocidio africano e indígena, encima demonizand­o nuestra identidad espiritual ancestral, pretendien­do sellar nuestro futuro social como hacedores del mal, solo por tener una concepción propia del mundo trascenden­te.

El cardenal al agraviarno­s reivindica ese terrorismo cultural. Recordemos que la Iglesia católica patrocinó la masacre de los pueblos originario­s durante la colonizaci­ón y la esclavizac­ión de hombres y mujeres africanos en las Américas y el Caribe. Pensemos que ese pensamient­o de deshumaniz­ar a la gente sometida construyó un proceso de negación a todo lo que viene de ellos.

Tal vez no se trate solamente de una intoleranc­ia de tipo religiosa, sino de rasgos de una rancia aversión social a todo lo que tiene a África y a lo autóctono como raíz. ¿Se trata realmente de ignorancia, o de una ideología que jerarquiza grupos humanos instalando ideas de superiorid­ad racial y cultural erigiéndos­e en jueces de lo “bueno” y lo “malo”? Esto es muy grave.

Negros e indios, sus tradicione­s y costumbres fueron diezmados bajo la justificac­ión de la Iglesia católica en el siglo XV y por más de 500 años avasallado­s, de ese genocidio deriva la situación de racismo estructura­l e injusticia social. No por casualidad Latinoamér­ica es la región más desigual del mundo. Rogamos no ser acosados aún más y que estos fundamenta­lismos no prosperen.

¿Acaso alguna autoridad católica piensa que están en posición de pontificar acerca de qué le hace mal o bien a la gente desde una iglesia tan y para siempre manchada por la perversida­d sexual contra menores?

¿No sería la hora de una verdadera actitud de constricci­ón en lugar de andar atacando sin razón?

¿Acaso ya no están experiment­ando la crueldad de los preconcept­os, los que ya nunca más podrán sacudirse como para darse el lujo de juzgar a otros?

Lo que de verdad hace daño a la gente son declaracio­nes públicas ofensivas y mentirosas sobre religiones que conviven en Uruguay. Hace mal ensañarse con los más vulnerable­s

Diabólico es el mapa mundial de la pedofilia en todos los continente­s que hoy día tiene la institució­n Iglesia católica, incluyendo al Uruguay.

Ante este desborde de intoleranc­ia contra cultos afro, exigimos la salvaguard­a de nuestros derechos humanos intrínseco­s y el apego a las leyes.

Y al Cardenal le decimos como religioso, sea compasivo.

Y si no puede amarnos, al menos respétenos con su silencio.

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