...Y apareció el primer carroñero.
Pocas horas transcurrieron desde que la Dra. Muñiz defendiera con vehemencia a ASSE y sus trabajadores en la ciudad de Florida, frente a la andanada de ataques y acusaciones de que viene siendo objeto por parte de la derecha política, económica, y el periodismo servil a sus intereses, para que apareciera el primero en ponerse el sayo y contratacar de la manera más baja y arriesgada.
Y se trata de Gabriel Pereyra, quien desde las páginas del matutino en que escribe, no vaciló en asumir su condición de “carroñero”, y redoblar la apuesta contra Susana Muñiz y contra ASSE, usando la más pesada y peligrosa artillería de la que hasta la fecha se le conocía.
En efecto, tan aludido se sintió este periodista, que pretendiendo dar una suerte de estocada final contra Muñiz, y dando muestras de una impunidad propia de otras épocas de la vida del país, traspasa la ahora delgada línea que separa la ética periodística de la calumnia pura y simple, tratando de someterla, una vez más, al descrédito público, y generando un estado de alarma social que seguramente midió en sus consecuencias, pese a lo cual, igualmente, disparó. Seguramente la adrenalina pudo más que el tino, en el caso del Sr. Pereyra.
Aclaremos para quien no esté informado, que el exabrupto al que nos referimos fue publicado en el diario El Observador del 29 de julio de 2017, bajo el título: “¡Hola Susana!, ni los buitres se salvan en tus hospitales”(sic).
Ese solo título alcanza para comprobar el accionar difamante del Sr. Pereyra, que haciendo uso de un medio de difusión masiva, le atribuye a la Dra. Muñiz una condición que no tiene, por lo que tal versión deviene manifiestamente falsa: Muñiz (o Susana como él la llama, sin que quepa dudas por lo que sigue que se refiere a Susana Muñiz), no es la propietaria de los hospitales de ASSE. Los hospitales a los que alude el periodista pertenecen genéricamente al Estado uruguayo, y técnicamente a la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), que es un Servicio Descentralizado de ese Estado, dirigido por un órgano colegiado de cinco miembros (dos de ellos representantes de trabajadores y usuarios, respectivamente), y que la Dra. Muñiz tiene, seguramente, el honor de presidir. Por eso, el uso de la expresión “tus”, que inequívocamente indica la atribución de propiedad, da cuenta de una versión lisa y llanamente, falsa. Pero no solo es cuestionable la conducta periodística del Sr. Pereyra por atribuirle a Muñiz una condición que no tiene. Es cuestionable por la versión que pretente difundir y que efectivamente difundió -y masivamente-, de que en los hospitales que según él son propiedad de la Dra. Muñiz, “ni los buitres se salvan”, lo que es lo mismo que decir, no se salva nadie, ni siquiera los buitres.
Pero si bien ese título alcanza para calibrar el tenor ofensivo y difamatorio del accionar de Pereyra, el colofón del artículo perfecciona ese accionar, cuando textualmente afirma: “ASSE es un peligro, incluso para los carroñeros. Atraídos por el olor a muerto que despide la salud pública, si se internan desprevenidos en el feudo de Susana Muñiz, corren el riesgo de ser entubados, subidos a una ambulancia tercerizada y metidos en un CTI tercerizado, porque la facturación, como lo muestran los números mencionados, no puede detenerse” (sic).
Nuevamente acude a la falsedad de atribuirle a Muñiz la propiedad de los hospitales, aunque ahora en forma más artera y humillante en aras de mejor dañar su imagen. Ya no se trata de la propiedad capitalista sino de la feudal que, al menos para los historiadores, y para quienes hemos aprendido de ellos, era más absoluta, omnímoda, y (quizá) más inhumana que la de nuestros días.
Y nuevamente también, alude al “riesgo” de ser víctima de una mala praxis para quienes se internen en los hospitales de propiedad de Muñiz.
Para el anecdotario queda el mal gusto de la alegoría morbosa que el Sr. Pereyra utiliza cuando hablando de hospitales evoca “el olor a muerto que despide la salud pública”. Seguramente él prefiere el olor a muerto de la salud privada, porque muertos... hay en todos lados.
Lo que no es anecdótico sino grave y lesivo, es atribuirle a la Dra. Muñiz (Susana, o Susana Muñiz, que lo mismo es) ser propietaria de hospitales, en los que los pacientes internados (desprevenidamente, o sea, sin previo aviso de lo que les puede llegar a pasar), “corren el riesgo” de ser víctimas de una mala praxis o de una atención no segura, merced al ánimo de lucro que inspira a su propietaria.
Lo que no es anecdótico sino grave y lesivo es que, aún sin que se le imputara a Susana Muñiz la propiedad de esos hospitales, atribuirle a los hospitales de ASSE constituir un “peligro” inminente para los pacientes que desprevenidamente se internen en ellos por el “riesgo” de ser víctimas de una mala praxis o de una atención no segura por el ánimo de facturar de sus autoridades, personificadas en la figura de su Presidenta, de ser ello cierto podría “dar lugar contra ella a un procedimiento penal o disciplinario, o exponerla al odio o al desprecio público” (Código Penal, artículo 333. Difamación). Lo que no es anecdódico sino grave y lesivo es la ofensa realizada a través de un medio de prensa al “honor, la rectitud” y “el decoro” de Susana Muñiz (Código Penal, art. 334. Injuria), atribuyéndole hechos falsos y conductas que pueden poner en peligro la salud y la vida de las personas.
Quien esto escribe, no pretende erigirse en defensor de la Dra. Muñiz. Ella ha demostrado tener agallas suficientes para defenderse sola, aún respetando los límites que le imponen la Constitución y la ley como directora de un servicio descentralizado del Estado.
Pero por encima del accionar difamatorio e injurioso del Sr. Pereyra contra la Dra. Muñiz, y trascendiendo el daño subjetivo que se le inflingiera, la conducta del periodista atenta contra la institucionalidad del Estado y genera un estado de alarma social y pública que por su condición de periodista y por el nivel intelectual que como tal se presume que tiene (al menos, medio), es imposible que no se lo haya representado mentalmente a la hora de publicar su nota. ASSE no es un prestador de salud cualquiera. ASSE es el prestador público más importante del país que tiene a su cargo la atención sanitaria de 1.247.025 personas (a diciembre de 2016). Es el único prestador de salud con cobertura nacional (urbana y rural), a través de más de novecientos (900) centros de salud ubicados a lo largo y a lo ancho del territorio nacional.
En ese marco, el Sr. Gabriel Pereyra les está diciendo a 1.247.025 personas, a través de un medio masivo de comunicación, que si se internan en hospitales de ASSE, -a los que alude como hospitales de Muñiz (o de Susana, o de Susana Muñiz, que lo mismo es), corren el riesgo de ser víctimas de mala praxis o de una atención no segura, porque el ánimo de lucro personal de ella así lo determina.
Fuera del accionar de los particulares ante la gravedad de semejante conducta periodística, el celo del Ministerio Público debería movilizarse para estar a la altura de las circunstancias, y demostrar a la población que la libertad de prensa, de la que nos orgullecemos, tiene sus límites, y que esos límites radican en el respeto a la dignidad y el honor de las personas, la defensa de la institucionalidad democrática, y la preservación de la paz y tranquilidad que nuestra sociedad merece.