El Pais (Uruguay)

TORNADOS Un fuerte viento que sopla

El eterno y exitoso regreso del cine catástrofe

- BELÉN FOURMENT

Acaba de romper un récord: se convirtió, en su primer fin de semana, en el mejor estreno de una película sobre desastres naturales en la historia de América de Norte. Nada mal para Tornados ,la reinvenció­n de un clásico del género que apela a la nostalgia, apuesta fuerte con la presencia del galán del momento y se asegura ser una de las revelacion­es de la temporada.

Twisters, que en salas de Uruguay se estrenó el 11 de julio, hasta el domingo tuvo una única función en inglés subtitulad­o y ahora solo está disponible en versión doblada, un indicio del perfil del público al que a priori podría convocar, recoge la posta de Twister ,un infaltable de los noventa de la selección de la matinée de domingo de Canal 12.

Era aquella con Helen Hunt y Bill Paxton, en la que ella interpreta­ba a una meteorólog­a de Oklahoma que, cuando tenía cinco años, había sufrido una verdadera tragedia familiar a causa de uno de los tornados más poderosos de todos. Paxton era su exesposo, un cazador de tormentas.

Se aliaban, a pesar de su crisis personal, para seguir los fenómenos climáticos en una carrera en la que lidiaban con otro bando que estaba bastante mejor equipado. Dirigía Jan de Bont, que venía de un debut brillante con Máxima velocidad y consiguió un hit: Twister fue la segunda película más taquillera de 1996. Rozó los 500 millones de recaudació­n (494) y multiplicó por cinco un presupuest­o de 92 millones.

Su impacto, además, quedó certificad­o con la cosecha de un BAFTA a mejores efectos visuales y dos nominacion­es al Oscar, a efectos visuales y a edición de sonido; le ganaron Día de la Independen­cia y El paciente inglés. Los Razzie, la antítesis de los Oscar, no la perdonaron; ganó el premio a peor película escrita con recaudació­n superior a los 100 millones de dólares.

Ese galardón no impidió que se convirtier­a en un clásico —nadie se olvida de la escena de la vaca volando— ni que, en un tiempo en el que Hollywood parece estar más atravesado por el reciclaje de ideas que por la producción original, su espíritu volviera a los cines 28 años después. Tornados (Twisters) es una suerte de secuela independie­nte, que sigue parada en Oklahoma y recupera elementos como el choque de bandos, un trauma de consecuenc­ias definitori­as en la protagonis­ta femenina y a Steven Spielberg en producción. El nuevo guion es de Mark L. Smith (El renacido).

Ocurre, además, en el mismo universo que la de 1996, que está referida en el área más científica.

CARAS NUEVAS. La novedad central es Glen Powell, el nuevo galán favorito de Hollywood que, tras Con todos menos contigo y Cómplices del engaño (Hitman), abandona un rato la comedia romántica para divertirse con la ciencia ficción.

En Tornados, Powell interpreta a Tyler Owens, cazador de tormentas que es todo un fenómeno en Youtube: tiene fanáticos, merchandis­ing, seguidores obsesivos, frases que repiten multitudes, un millón de suscriptor­es y un equipo tan extravagan­te como él mismo parece ser. Un verdadero influencer inspirado en el real Reed Timmer al que The New York Times le dedicó un artículo; aquí, Tyler está escoltado por un periodista británico que va a escribir sobre él.

Al final, ambos descubren que el foco de la historia es otra: Kate Carter (Daisy Edgarjones), estudiante universita­ria que estaba probando una fórmula para reducir la intensidad de los tornados cuando su equipo —su novio, sus amigos— fue arrasado por un viento mucho más feroz del que esperaban (un tornado F5, igual que en la película original). Huyó a Nueva York para enterrar su instinto, escapar de los fantasmas y convertirs­e en una chica de oficina, hasta que un viejo amigo, Javi (Anthony Ramos), intenta reclutarla para ayudar a Oklahoma, su tierra, en una de sus peores temporadas de tornados.

Ahí, Kate se integra a la cuadrilla Storm PAR que intenta escanear la estructura de estas columnas de aire con miras a la eventual reducción de daños, y ahí entra en juego Tyler, que está en un camino similar pero mucho más ruidoso, exagerado, peligroso.

El Tornado Wrangler o “domador de tornados”, como se hace llamar, es un vaquero de los que va al corazón del viento para probar si se puede tirar pirotecnia en medio del remolino. Kate y su nuevo equipo son todo lo contrario.

El contraste da pie a la fórmula de “enemies-to-lovers” y la película avanza rápido en dos horas que se dan entre la acción, la pizca de drama y la tensión romántica.

Con eso en la mira, Tornados termina hablando del cambio climático pero sin nombrarlo, de la destrucció­n, y de la ferocidad de un sistema capitalist­a que puede lucrar con cualquier cosa, incluso con la pérdida absoluta.

Que la dirección sea de Lee Isaac Chung, que viene de estar nominado al Oscar como director y guion original por la sensible Minari, aporta a un componente humano que, en medio de toda esa espectacul­aridad, la película registra en buena forma. Pero al final esto es cine, cine caro —hay un presupuest­o de 200 millones de dólares que se hace notar—, y Tornados es una experienci­a de entretenim­iento que necesita de una sala de cine para poder explotar. Tener que verla en español en Uruguay es una verdadera lástima.

MONTAÑA RUSA. La película funciona como una montaña rusa en todas sus escenas de tensión, vértigo puro para los amantes del cine catástrofe. El aspecto de comedia romántica da cierto alivio, aún cuando la pareja no termina de convencer (Glen Powell tiene mucho más brillo que la apagada Kate de Daisy Edgar-jones, lo que va en detrimento de la química). Las (largas y posiblemen­te necesarias) secuencias donde asuntos científico­s y tecnológic­os se explican con términos ajenos son lo más olvidable de toda esta ecuación.

Sus mayores méritos son, claro, los efectos visuales, pero sobre todo el sonido, de ese que logra instalar la tensión en los músculos, en el pecho, en la respiració­n. Es probable que usted nunca se haya preguntado a qué suena un viento de 320 kilómetros por hora. Si es el caso, se irá de la sala con una noción perturbado­ra.

Todo eso y la cuota nostálgica de recuperar el espíritu de Twister, que se ganó un lugar en el corazón del público noventero, confluye en una de las grandes revelacion­es del cine de 2024. Nadie esperaba mucho de Tornados y eso también suma: es mucho más fácil sorprender­se cuando no hay demasiadas expectativ­as. Es fácil, también, rendirse ante la fascinació­n del desastre.

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 ?? ?? ORIGINAL. Bill Paxton y Helen Hunt en película “Twister” de 1996.
ORIGINAL. Bill Paxton y Helen Hunt en película “Twister” de 1996.

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