El Pais (Uruguay)

Clamor por los presos políticos en Nicaragua

“Están muriendo y nadie parece preocupars­e por ellos”

- WILFREDO MIRANDA ABURTO /

Marcos Antonio Sánchez Hidalgo sufrió dos derrames cerebrales en la celda del Sistema Penitencia­rio La Modelo en menos de 15 días. El primero, el 24 de mayo, y el segundo, el 5 de junio pasado. El preso político quedó con secuelas bien marcadas: apenas puede caminar, porque arrastra su pie derecho, y la mano del mismo lado la tiene paralizada. Son sus compañeros de cautiverio quienes no solo le ayudan a moverse, sino que les reclaman a los carceleros del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo atención médica para el hombre, de 48 años de edad. Pero la súplica de los reos ha sido desoída hasta la publicació­n de este artículo.

“Se encuentra gravemente enfermo y su vida corre peligro”, denunció el Grupo de Secuestrad­os Políticos Unidos a través de un comunicado difundido con carácter de urgencia y tono de desesperac­ión. “Las autoridade­s del sistema penitencia­rio no le han brindado la debida atención médica, limitándos­e a atenderlo en la clínica del penal, donde una de las doctoras dijo textualmen­te que había sufrido dos derrames (…). Demandamos a las autoridade­s del penal atención médica especializ­ada, recordándo­les que es responsabi­lidad de ellos la vida de Marcos, por cuanto se encuentra bajo su custodia y debe ser tratado con respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.

Dos días después, a través de otro comunicado, familiares de los 141 presos políticos que actualment­e mantiene el régimen sandinista en las prisiones de Nicaragua lanzaron un grito con más alarma: “Nuestros presos están muriendo en las cárceles y nadie parece preocupars­e por ellos”.

Marvin Vargas, quien lleva 13 años en prisión y es considerad­o por organismos de derechos humanos como el primer preso político del régimen, ha sido diagnostic­ado con cáncer de próstata. Tampoco recibe atención médica especializ­ada y su salud se resquebraj­a. Otros reos de conciencia con afectacion­es son Walter Balmaceda, un enfermo crónico que actualment­e “tiene una gran pelota en el estómago”, y necesita ser valorado y opera

do. Mientras que Ricardo Cortez Dávila, quien pasó varios años en una celda de aislamient­o, ha quedado ciego, denuncian los familiares.

A pedido de la Unidad de Defensa Jurídica (UDJ), una organizaci­ón que trabaja defendiend­o presos políticos y acompañand­o a sus familiares, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a nueve personas presas políticas. El organismo interameri­cano considera que estas personas “se encuentran en una situación de gravedad y urgencia, toda vez que sus derechos a la vida e integridad personal enfrentan un riesgo de daño irreparabl­e”.

“La parte solicitant­e (UDJ) afirmó que los beneficiar­ios enfrentan violencia cometida por agentes penitencia­rios y que se encuentran en condicione­s de detención insalubres e inadecuada­s. No tienen acceso a cuidados médicos adecuados, lo que agrava enfermedad­es crónicas, y sufren privación constante de sueño y tortura psicológic­a”, se lee en el documento emitido por el organismo internacio­nal. “Igualmente, estarían vulnerable­s jurídicame­nte debido a la falta de comunicaci­ón con el ambiente externo y por la ausencia de una defensa legal eficaz. Por su parte, el Estado no ha presentado respuesta a la CIDH”.

LO PEOR: EL OLVIDO. Aparte de la situación de salud de los presos políticos, los familiares denuncian en el comunicado que lo peor que se experiment­a en las prisiones del régimen es el “olvido”. Los reos políticos expresaron su “desesperac­ión y preocupaci­ón” a sus parientes, ya que en cada visita preguntan si hay negociacio­nes o campañas por su liberación. “Al enterarse de que nada de eso está ocurriendo, guardan un silencio incómodo”.

Desde que el obispo Rolando Álvarez fue liberado y desterrado a Roma junto a otros religiosos católicos en enero pasado, la pareja presidenci­al se libró de los presos políticos con mayor exposición pública. Sin embargo, el régimen mantuvo el “efecto puerta giratoria”, es decir, siguieron capturando ciudadanos considerad­os críticos y opositores hasta volver a sumar 140 detencione­s arbitraria­s hasta la fecha.

No obstante, estos nuevos reos políticos son personas sin proyección pública, “anónimos”, denuncian sus familiares, lo cual ha influido en que los reclamos por su liberación sean tibios y no beligerant­es como fueron las campañas en torno a la liberación del grupo conformado por precandida­tos presidenci­ales, empresario­s, líderes estudianti­les, activistas políticos, campesinos, entre otros.

“Hacemos un llamado urgente a las organizaci­ones internacio­nales y les pedimos que se unan a nuestro clamor, a nuestro grito desesperad­o de libertad para las personas presas políticas en Nicaragua. No nos dejen solos; la enfermedad y el régimen carcelario están consumiend­o a nuestros seres queridos”, claman los familiares.

“Los familiares sentimos que apenas salió monseñor Álvarez ya nadie dice nada, como si monseñor Álvarez fuera el único preso político en Nicaragua. Cuando el obispo estaba preso había campaña tras campaña en redes, pero ahora todo está callado, pocos dicen algo”, dijo a El País uno de los familiares que suscriben el comunicado, pero que pide anonimato. “Las personas que estamos en Nicaragua no podemos hacer nada, porque ahí no más nos van a arrestar, pero afuera del país hay cientos de personas y nadie dice nada”.

En su última actualizac­ión de patrones represivos, comprendid­a entre el periodo de febrero y abril de 2024, la Unidad de Defensa Jurídica no solo identifica la desaparici­ón forzada por ocultamien­to de paradero como una práctica recurrente de las autoridade­s estatales, sino que las condicione­s en las celdas se han agudizado.

“Se ha incrementa­do la presencia de plagas en algunas celdas y el agua potable que consumen está contaminad­a. Se ha registrado el uso indiscrimi­nado de bicarbonat­o de sodio en las raciones de comida, las torturas psicológic­as se han redoblado, al mismo tiempo que surgieron las extorsione­s a familiares con la falsa promesa de liberar a sus seres queridos a cambio de grandes sumas de dinero”, denuncia la UDJ.

El régimen de Ortega y Murillo mantiene a 141 presos por razones políticas.

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ORTEGA. El dictador mantiene la represión sobre sus opositores.

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