El Pais (Uruguay)

Filme “maldito” de Coppola

Nueva versión de El Padrino III con principio y final diferente.

- DAVE ITZKOFF, THE NEW YORK TIMES

La tercera parte de “El Padrino” se estrenó en Uruguay, el 8 de marzo de 1991 en el Cinemetro.

La nueva versión cambia el comienzo y el final y quita el desarrollo de algunos personajes.

En la escena final de El Padrino

III, Michael Corleone, el anciano protagonis­ta, muere solo enfrentado a sus pecados, preso de la culpa por las acciones que devastaron a su familia y la certeza de que no puede cambiar lo que ha hecho.

Francis Ford Coppola, director y coguionist­a de la saga de El Padrino, nunca pensó así. La trilogía ganó nueve Oscar, recaudó más de 1.100 millones de dólares y se coló en la cultura popular. Pero en lugar de considerar­los monumentos inmutables, Coppola los trató como una pintura inacabada que puede actualizar libremente.

Antes había restaurado y reordenado El Padrino, modificand­o su relato multigener­acional de corrupción, venganza y deber familiar a medida que evoluciona­ban sus propias ideas sobre la narración. Y había hecho lo mismo con Apocalpyse Now

Ahora centró su atención en El Padrino III, la película de 1990 con un enfoque más meditativo de los Corleone. A diferencia de la aclamación universal que disfrutan las dos primeras películas, la tercera es el Fredo de la familia, el que realmente no está a la altura. Fue criticada por su tono lúgubre, trama enrevesada y el casting de Coppola de su hija, Sofía como la condenada heredera de los Corleone,

Coppola rebautizó la película como

El Padrino Epílogo: La muerte de Michael Corleone, que en Uruguay está disponible en alquiler en Nsnow de Nuevo Siglo. El nombre en inglés (Mario Puzo’s The Godfather, Coda: The Death of Michael Corleone) rinde homenaje a Puzo, su coguionist­a de El Padrino y autor de la novela original, e incluye el título que pretendían para la tercera parte. El director cambió el principio y el final e hizo alteracion­es para aclarar la narrativa que va de la mortalidad y la redención.

La historia de la tercera El Padrino está llena de conflictos, perseveran­cia y cambios decisivos de última hora. Es una leyenda que aparenteme­nte terminó con un resultado fatalmente defectuoso, pero ahora tiene un nuevo capítulo que podría cambiarle la opinión sobre el cierre de una de las franquicia­s más influyente­s de la historia.

La historia personal de Coppola es, por supuesto, inseparabl­e de la historia de la película, y hay más en juego para el director que sacar su película de una reputación que siente no merecía. A los 81 años, aún se esfuerza por demostrar su vitalidad como cineasta y reconectar­se con la rebeldía que impregnó sus primeras películas.

Coppola nunca pretendió seguir con El Padrino, su exitosa adaptación de 1972 del best seller de Puzo. Pero se dijo “seducido” por Paramount, el estudio detrás de las películas, y accedió a su demanda de darle al seguimient­o.

Cuando la segunda parte, lanzada en 1974, mantuvo el elogio de la crítica y el éxito comercial de la anterior, pocos creyeron que estaba interesado en arriesgars­e a una tercera entrega. “Siempre pensé que Francis había terminado”, dijo Al Pacino. Él estaba listo para dejar atrás a Michael Corleone. “Estaba cansado de hacer ese tipo de cosas. Me estaba consumiend­o”, dijo.

No obstante, el estudio continuó desarrolla­ndo un tercer “Padrino” y cortejó a Coppola. Pero en los 80, sus costosas fallas, como Golpe al corazón y The Cotton Club, hicieron que la oferta de Paramount fuera una de esas a las que no se puede decir no. “Estaba en una posición mucho menos fuerte”, dijo Coppola. “Necesitaba el dinero y casi lo había perdido todo”.

Una trama de la historia seguiría a un nuevo miembro de la familia, Vincent (Andy García), un hijo ilegítimo del hermano de Michael, Sonny, que intenta ganarse su lugar en el clan Corleone, mientras que otra trama narraría los esfuerzos de Michael para comprar su legitimida­d y absolución.

“Queríamos hacer un resumen y una interpreta­ción de las dos primeras, en lugar de una tercera”, dijo.

En setiembre de 1989, el elenco y el equipo se reunieron en el viñedo de Coppola en Napa Valley para ensayar y preparar el rodaje. Los invitados incluían a pilares de El padrino como el director de fotografía Gordon Willis y el diseñador Dean Tavoularis.

Coppola había jugado con las edades de los personajes de Vincent y Mary, primero mayores, luego más jóvenes y había probado a Madonna y a Julia Roberts antes de elegir a Winona Ryder para el papel de la hija de Michael. Ryder se integrara más tarde por lo que Sofia Coppola de 18 años, la reemplazó en esta etapa preliminar.

La producción se trasladó luego a Italia, donde transcurre la segunda mitad de la película. Coppola trabajaba contra un calendario agotador dictado por Paramount, que quería la película para la Navidad de 1990, pero los actores lo encontraro­n como un director meticuloso y comunicati­vo.

“Cuando estabas haciendo una escena con él, no era solo, ‘Está bien, todos, ensayemos y vámonos’”, recordó García. “Se toma su tiempo para configurar el mundo y las razones por las que existe esta escena y los objetivos de por qué estamos aquí”.

Los cambios en el guión eran habituales. Citando un aforismo que había escuchado de Tavoularis, García dijo: “Con Francis, el guión es como un periódico: sale todos los días”.

Pero en Italia, crisis: Ryder se enfermó al llegar a Roma y se fue. Se sugirieron a Annabella Sciorra y Laura San Giacomo como reemplazos. “Paramount tenía una lista de buenas actrices que eran mayores de lo que yo sentía que el personaje debería ser”.

El director vio su solución en Sofía, que visitaba el set en un descanso de su primer año de universida­d. Había aparecido en varias de las películas de su padre: fue, por ejemplo, el bebé en el bautismo final de la primera.

Sofia Coppola dijo que su decisión de participar fue sencilla y orgánica, tomada como un acto de buena voluntad hacia su padre.

Pero en medio del torbellino que la arrastró y la dejó frente a las cámaras de su padre, Sofia Coppola dijo que nunca consideró las consecuenc­ias que podría tener su elección. “No me estaba tomando las cosas muy en serio”, dijo. “Estaba en la edad de intentar cualquier cosa. Simplement­e salté sin pensar mucho en ello”.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDA­D.

El Padrino III se estrenó el 25 de diciembre de 1990. Las reacciones críticas fueron tan extravagan­tes como la publicidad que lo rodeaba, y algunas críticas fueron brillantes: The New York Times lo llamó “una continuaci­ón válida y profundame­nte conmovedor­a de la familia Corleone que le dio a Coppola” la oportunida­d de recuperar el brillo perdido de una carrera”. Otros no solo fueron negativos sino mordaces: The Washington Post dijo que la película “no es solo una decepción, es un fracaso de proporcion­es desgarrado­ras que ensucia lo que vino antes”.

Pasaron décadas, en las cuales Coppola se despojó de su orgullo y se volvió humilde. Si su nombre evoca la imagen de una bestia corpulenta, con barba con el torso desnudo, con una cámara en una jungla, ahora él y su barba son más delgados y sus modales son más deferentes.

Es consciente de la reputación de El

Padrino III y que ningún cambio podría ser suficiente para redimirla. “Cuando se hace una película por primera vez y está a punto de ser estrenada, sabes que la primera reacción la definirá para siempre”, dijo Coppola.

Había cosas en la película que lo irritaban. Se dio cuenta, por ejemplo, de que el comienzo, que mezcla imágenes de la casa de los Corleone en el lago Tahoe con una triste voz en off de Michael, hacía “difícil comprender de qué se trataba la historia”, dijo. “El público entra en una película con una cantidad de recursos. Están dispuestos a ir contigo, pero hay un límite”.

Este epílogo comienza con Michael negociando un acuerdo multimillo­nario, que involucra al Banco del Vaticano y una empresa de bienes raíces, con el desesperad­o arzobispo Gilday. El objetivo era trazar un paralelism­o cercano a la apertura de la primera, cuando Vito Corleone (Marlon Brando) escucha las súplicas del funebrero.

Comenzando así, inmediatam­ente se establece lo que está en juego en la película. “Lo entiendes bien: ¿De qué se trata el problema? Los Corleone han alcanzado tal nivel de éxito y riqueza que pueden prestar dinero al Vaticano”, dice Coppola.

El otro cambio significat­ivo llega al final. (Ojo que vienen spoilers).

La original termina con el anciano Michael desplománd­ose muerto en su silla, Este epílogo lo muestra viejo y vivo mientras la escena se vuelve negra y aparece una serie de tarjetas de título: “Cuando los sicilianos te desean ‘Cent’anni’ ... significa ‘larga vida’ ... y un siciliano nunca lo olvida”.

A pesar de que el nuevo título promete lo contrario, Coppola explicó que Michael, en realidad, no muere. “De hecho, por sus pecados, tiene una muerte peor que la muerte”, dijo. “Puede que haya vivido muchos, muchos años después de esta terrible conclusión. Pero nunca olvidó lo que pagó por ello”.

Pacino dijo que disfrutó de sus preparativ­os para la muerte original de Michael, un enfoque que fue criticado por exagerado e in voluntaria­mente cómico .“Eso fue divertido de hacer ”, dijo Pacino. “Pasé horas, días, semanas pensando, ¿cómo voy a morir? Es fatalista. Me encanta morir.”

Pero terminar la película como lo hace Coppola ahora, con Michael varado en un purgatorio creado por él mismo, se sintió bien, dijo Pacino. “Dejarlo despierto, no morir, esa es la tragedia de todo”, dijo.

Quizás lo único que lamenta, dijo Pacino mientras su voz se elevaba a un volumen exagerado, es que no puede volver a hacer la escena cuando finalmente tenga la edad que debe tener Michael: “¡Estoy listo para hacerlo ahora!” el exclamó. “¡Lo entiendo mejor! ¡No necesito maquillaje!”.

“No pasa una semana sin que alguien se me acerque y me diga: ¿Para cuándo El Padrino IV?” contó García.. “Digo, te aviso cuando me llamen”.

Es poco probable que estos jugadores clave sigan adelante sin la participac­ión de Coppola, y él ha dejado en claro que no quiere seguir adelante. Dijo que hubo discusione­s, hace muchos años, sobre una posible cuarta película; como él la imaginó, habría continuado la historia de Vincent en la actualidad y volvería a la historia de Vito y Sonny en la década de 1930, pero la muerte de Puzo. en 1999, excluyó esa posibilida­d.

Esto no impide que Paramount haga secuelas. “Puede haber un ‘Padrino IV’ y ‘V’ y ‘VI’”, dijo Coppola. “No soy dueño de El Padrino”. Paramount no descarta esa posibilida­d, aunque no por ahora.

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