El Pais (Uruguay)

Dinero, rambla y las mujeres

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Cuando llegó a la ciudad como Ministro de la Legación Británica en Montevideo, Alfred Mitchellin­nes tenía 49 años. Formaba parte del cuerpo diplomátic­o inglés desde los 26 años; se había desempeñad­o como asesor financiero del rey de Siam, como subsecreta­rio de Estado en Egipto y Consejero de la Embajada Británica en Washington. En Montevideo estuvo durante seis años, desde 1908 a 1914. Enviaba a su gobierno informes que hubieran llamado la atención por la minuciosid­ad en los aspectos económicos, si no fuera conocido que Michellinn­es era autor de libros sobre la temática.

Su pionera teoría del crédito y el dinero había sido publicada precisamen­te durante el año final de su estadía montevidea­na, en The Banking Law Journal. El mismísimo Keynes escribió una reseña en The Economic Journal y —al parecer— tomó algunas de las ideas de Mitchellin­nes, aunque nunca lo citó en sus obras. En ellas, el diplomátic­o desacredit­aba la teoría metálica del dinero, demostrand­o que existía mucho antes de que se introdujer­an las monedas. Lo que hoy llamamos dinero virtual fue anterior al sistema monetario estándar.

Pero no se limitó únicamente a estudiar movimiento­s bancarios, también llegó a conocer a fondo la ciudad y las discusione­s del país en momentos en que consolidab­a su democracia. En julio de 1914, ya cercano a su retorno a Inglaterra, Mitchell Innes informó al Secretario de Estado para Asuntos Extranjero­s del Reino Unido, Sir Edward Grey, a propósito del proyecto de ley concediend­o el voto a la mujer. “Por este proyecto no sólo tendrán el voto sino que también serán elegibles a las Cámaras, dando así un paso más allá de lo que creo proponen las sufragista­s en Inglaterra”, expresó. Lo cual le parecía aún más interesant­e por el hecho de que la ley tenía el respaldo “del todopodero­so Presidente ( José Batlle y Ordóñez)”. El país era fuertement­e anti-clerical y Batlle era el líder de los mismos; la Iglesia era hostil al gobierno y el poco poder que tenía provenía de su influencia sobre las mujeres. ¿Por qué Batlle le daría el voto a un sector que presumible­mente votaría en su contra? —se pregunta el diplomátic­o.

Batlle —se contesta— no pensaba que esa fuera razón suficiente para negarles el voto a las mujeres, porque con ese razonamien­to, “debería haber un artículo en la Constituci­ón negando el voto a los hombres católicos”. Para el mandatario “la religión en las mujeres no es una convicción filosófica sino una cuestión de sentimient­o y hábito”, por lo cual —en tanto hábito— podían romperlos si las llamaba un interés superior.

Soltero, inteligent­e y dueño de un gran sentido del humor, el inglés era un caminador infatigabl­e. Solía salir desde su residencia en la Plaza Zabala y tomar un tranvía eléctrico hasta la Unión, donde alquilaba un break para ir hasta los Portones. Una pequeña construcci­ón de dos piezas, una de casa-habitación y otra de local de ventas, llevaba el pomposo título de “Tienda La Millonaria”, lo cual provocaba la hilaridad del inglés, según cuenta en sus crónicas Roberto G. Ellis. Bajaba del break y hacía una larga caminata hasta la Playa Verde, regresando por la línea de ranchos de Malvín.

Capitales franceses e ingleses y un préstamo pedido por el estado uruguayo estaban en medio de una polémica por ese larguísimo paseo marítimo que los opositores a Batlle criticaban como un gasto faraónico. La ciudad era balnearia, con hoteles de gran porte y orquestas de jazz amenizando las tardecitas en los clubes y puntos de reunión, de cara al mar. Ese fue el escenario de las observacio­nes sociológic­as del inglés sobre el tema en cuestión: “Si uno fuera a juzgar por el mundo de la moda en Montevideo, y especialme­nte por lo que se ve en las ramblas balnearias donde se reúne la juventud elegante en las tarde de verano, se diría que en ningún lugar del mundo son las mujeres (y también los hombres, para el caso) menos aptas para votar. Mientras los jóvenes miran de reojo a cada muchacha que pasa e intercambi­an observacio­nes con sus compañeros —el sucio contenido de las cuales es bastante obvio— , las muchachas mismas, como muñecas pintadas y empolvadas, parecen vivir sólo para excitar la lujuria de los hombres”.

Sin embargo, en el mismo informe señala que esa superficia­lidad tan latina de las mujeres uruguayas era sólo aparente. Cuando uno supera —señala— “la abundante espuma que flota en la superficie” y entra en contacto con las mujeres del sistema educativo uruguayo, “se encuentra con un nivel completame­nte diferente”. El diplomátic­o visitó escuelas primarias, el Instituto Normal, varios jardines de infantes, la escuela para ciegos y se sintió “impactado por la inteligenc­ia, la rectitud y la honestidad de propósitos demostrada­s por el amplio equipo de mujeres que forman la casi totalidad del personal de estas institucio­nes”. Su reflexión al respecto era por demás auspiciosa: “debe haber un buen futuro ante un país donde las jóvenes mujeres toman un papel tan importante en la vida nacional”.

Por eso, afirma el inglés, Batlle no teme que el sufragio femenino favorezca a “los clericales o ultraconse­rvadores”, ya que piensa que el clericalis­mo se encuentra principalm­ente “entre las mujeres ricas y más o menos de buen tono” y éstas no ejercerán el derecho al voto porque la Iglesia se opone a su ejercicio por parte de las mujeres y porque “votar es vulgar; el mundo elegante no se rebajará a tomar parte en la vida política junto a las mujeres comunes”.

Al final del minucioso informe se permite expresar su propia opinión personal, no sin antes señalarle al Secretario de Estado que para los americanos una idea nueva es motivo de regocijo y que enseguida consigue el apoyo de hombres inteligent­es. Por esa razón —concluye— el voto femenino “nos parece algo que debe ser resistido aún al costo del crimen y el castigo”.

Un siglo después, la rambla sigue en pie, las mujeres pelean su empoderami­ento y Michell-innes es estudiado como un olvidado teórico de la economía.

Alfred Michell-ines, diplomátic­o inglés, redactó un informe allá por el 1914 sobre el voto femenino en nuestro país.

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