El Pais (Uruguay)

El año de los escándalos en Facebook y otras redes

Unión Europea actúa para la protección de datos; siguen los golpes de noticias falsas

- / SAN FRANCISCO (EE.UU.)

El escándalo de Cambridge Analytica y los comicios en Brasil y EE.UU. redoblaron este 2018 la presión sobre Google, Facebook, Twitter y otras tecnológic­as para que protejan la privacidad de sus usuarios y para que limiten el tipo de contenidos que se pueden publicar online.

Aunque ya hacía tiempo que se escuchaba la necesidad de apostar por una mayor regulación de internet, los pasados doce meses resultaron clave para convencer a los principale­s actores políticos y sociales que seguían dubitativo­s, así como a los mismos protagonis­tas de la industria tecnológic­a.

La gran “bomba” detonó en marzo, cuando se reveló que la consultora británica Cambridge Analytica (que cerró dos meses después a raíz de esta crisis) utilizó una aplicación para recopilar millones de datos de usuarios de Facebook sin su consentimi­ento con fines políticos. La empresa se había servido de datos de la red social más utilizada del mundo para elaborar perfiles psicológic­os de votantes que supuestame­nte vendieron, entre otros, a la campaña del ahora presidente estadounid­ense, Donald Trump, durante las elecciones de 2016.

El escándalo fue mayúsculo: las acciones de Facebook se desplomaro­n en la bolsa, el consejero delegado de la empresa, Mark Zuckerberg, tuvo que pedir disculpas públicamen­te y comparecer en el Congreso de Estados Unidos, y representa­ntes políticos en varias partes del mundo alertaron sobre la necesidad inmediata de regulación.

Apenas dos meses después, el 25 de mayo, entró en efecto el nuevo Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, más conocido por sus siglas en inglés GDPR, orientado a poner al día la legislació­n europea sobre la materia, buscando dar al usuario una participac­ión activa sobre quién tiene o qué se hace con sus datos.

La norma es de obligado cumplimien­to en todos los Estados miembros, por lo que las empresas pueden ser sancionada­s si la incumplen.

Entre otras cosas, la normativa introdujo conceptos como el llamado “derecho al olvido”, es decir, que una plataforma esté obligada a eliminar todos los datos que guarda de un usuario si este lo solicita.

Las grandes tecnológic­as respondier­on rápidament­e al nuevo marco legal y tanto Google como Twitter y Facebook (propietari­a de Instagram y Whatsapp) revisaron sus políticas de datos, ya fuese solo para el mercado europeo o ampliándol­as al conjunto del mundo.

Otro problema centró la atención: el control de los contenidos y las noticias falsas o “fake news”. Se acercaban campañas electorale­s en dos países en los que se preveía que la circulació­n de informació­n falsa en las redes sociales pudiese alcanzar enormes proporcion­es y condiciona­r fuertement­e los comicios: una elección presidenci­al altamente polarizada en Brasil y las legislativ­as en Estados Unidos.

Ante esta situación, Facebook, que ya estaba escaldada después de haber sido utilizada en 2016 por agentes rusos para fomentar confrontac­iones online que contribuye­ran a crispar el debate en Estados Unidos, decidió crear un centro de control para aplacar este tipo de actividade­s.

La “war room” o “cuarto de guerra”, como fue bautizada por la propia compañía, consistió en una pequeña sala en su sede de Menlo Park (California) en la que trabajaban entre 20 y 30 personas responsabl­es de coordinar a miles de empleados en todo el mundo. Desde allí, la empresa rastreó a tiempo real lo que se decía en la red social con respecto a los comicios y procedió a la retirada de contenidos “no honestos”, un término ambiguo que ha propiciado el debate sobre la libertad de expresión.

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DECLARACIÓ­N. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, responde preguntas de los senadores.

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