«‘ÁTAME’ equivale a TE QUIERO»
Así describió PEDRO ALMODÓVAR, hace 30 años, su octava película. Hoy, su aniversario revalida la frescura y relevancia de este espléndido melodrama.
Tengo 23 años, 50.000 pesetas y estoy solo en el mundo. Intentaré ser un buen marido para ti y un buen padre para tus hijos». Estas palabras, pronunciadas por Antonio Banderas, fueron escuchadas por el público español el 12 de diciembre de 1989, fecha de la que ahora distan 30 años y cinco presidentes de un país que hoy recibe a la censura desde instancias distintas a las que entonces dejaban, por fin, de ejercerla impunemente. Su personaje, Ricky, era un joven español medio con la peculiaridad de haber salido recientemente de un psiquiátrico y vivir obsesionado con la actriz –de cine porno y de terror– Marina Osorio, interpretada por una Victoria Abril que se estrenaba a las órdenes de Almodóvar. Aquel romántico secuestro, vestido de tanta comicidad como crudeza –hoy las fauces de las redes devorarían las escenas más explícitas– fue el mayor ejercicio de frescura y descaro del director manchego, aún pasando la resaca internacional de sus Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Desde la figura heteropatriarcal del director paternalista (Francisco Rabal) a una doctora cómplice (María Barranco), el peculiar animalario de Átame es un cúmulo de desquiciados pero tiernos sujetos cuya liberación era también la de España, liberada y en brote. La contracultura o baja cultura de Almodóvar empieza con este filme a mutar en cultura, ya jaleada y aplaudida por la crítica. Han pasado 30 años de aquella auténtica carambola. En diciembre de 2019, 50.000 pesetas (unos míseros 300 euros) le habrían servido de poco a aquel adorable bravucón de Banderas, pero su frescura es ahora incluso más relevante. Para muestra, un botón: con alta probabilidad, sus 111 minutos sacarían hoy más sonrojos de los que provocaron entonces