DRESS CODE Por ANA GARCÍA–SIÑERIZ TELE Y ANTI GLAMOUR
Los presentadores de televisión no pueden tener glamour». Esa frase la pronunció en una entrevista una conocida estilista a la que se le había encargado, precisamente, diseñar la imagen de los presentadores de informativos de una joven cadena que pretendía precisamente lo contrario: crear una televisión elegante y diferencial. Hace tiempo de ello, pero la televisión, que recientemente ha cumplido en España 60 años, parece seguir siendo, en términos de estilo, su peor enemiga.
Aunque, como parte interesada en este asunto, esta columnista no esté totalmente de acuerdo con esta desfavorable opinión de un medio que le ha dado tantas alegrías, que cuenta entre sus filas con Boris Izaguirre y su Morir de glamour, y que, gracias al florecimiento de las series, pone cada vez el listón más alto, hay que reconocer que si el medio es el mensaje, como afirmara McLuhan, la tele –los programas e informativos de las generalistas– no se caracteriza por favorecer ni la elegancia ni la originalidad, sino todo lo contrario: ensalza el estereotipo y el (mal) gusto masivamente aceptado. La televisión es anti glamour en el 90% de los casos. Afortunadamente, como en todo, hay excepciones. De Estados Unidos, la cuna de la televisión, importamos el look muy cargado, en general – ¿por qué esos labios tan delineados, esos modelos tan apretados, esos cardados imposibles?– de las féminas que saltan de los asientos de tronista al de colaboradora pasando siempre por los departamentos de sastrería y maquillaje. Porque la tele siempre estuvo más cerca del lozano universo Miss que del lánguido universo modelo;
quizás por eso muchas misses evolucionaron hacia los programas y las modelos hacia el cine, que es un entorno mucho más sutil que el de la pequeña pantalla. La moda, en la tele, suele brillar por su ausencia, y cuando hace aparición, siempre tiene un puntito de exceso por demasiado obvio, demasiados colores, demasiado... brillo.
Pero, como la televisión lo devora todo, incluida a sí misma, dos magníficos productos retratan este particular mundillo de las presentadoras, escondidas tras una gruesa capa de pintura y convertidas en líderes de opinión, sin bajarse de los altísimos tacones: una serie, La voz más alta, con Naomi Watts, y una película, Bombshell, con Nicole Kidman, Margot Robbie y Charlize Theron que, más pronto que tarde, también veremos en la propia televisión. Resulta curioso comprobar cómo el exceso de brushing y de máscara de pestañas convierte a unas glamourosas actrices en clones de las hiperfemeninas y, con perdón del talento de estas valiosas periodistas, estandarizadas presentadoras de Fox News, aquellas que denunciaron el acoso del máximo ejecutivo de esta cadena de noticias, Roger Ailes. Las estética también es el mensaje, y no estaría mal que las mujeres de la televisión empezáramos a luchar contra una imagen que no nos corresponde