ENGAÑOS Y VERDADES
EL ARTE SIEMPRE HA REFLEJADO Y CELEBRADO LA NATURALEZA, PERO HAN CAMBIADO LOS MODOS DE HACERLO. Y TAMBIÉN LAS IDEAS QUE HAY DETRÁS.
Como el mundo ha cambiado y sus urgencias son otras, el arte tampoco puede seguir discutiendo sobre lo mismo. Por ejemplo, sobre quién pintaba mejor, si Zeuxis o Parrasios. Estos dos señores eran, al parecer, los pintores más famosos de su lugar y su tiempo, que era la Grecia del siglo V antes de Cristo. Resulta que ambos se picaron por demostrar que copiaban la naturaleza con más verismo que el otro: llevaba la delantera Zeuxis gracias a un cuadro de uvas que, de tan realistas, embaucaron a los pájaros, que se lanzaron a picotearlas. Hasta que Parrasios le dijo a Zeuxis que descorriera él mismo la cortina que tapaba su pintura, y cuando el incauto se puso a ello se dio cuenta de que no había cortina, porque estaba pintada: la cortina era el cuadro mismo. Por engañar a su oponente con una obra de arte, Parrasios se llevó el gato al agua.
Eran otros tiempos. En los actuales parece asumido que el arte no debería engañar a nadie, sino formular algún tipo de verdad. Del mismo modo, la naturaleza no puede seguir considerándose un simple repertorio de imágenes del que surtirse, ni tampoco un objeto decorativo, un paraíso idealizado o un escenario para el teatro de lo sublime, como hasta tiempos muy recientes ha ocurrido. Hay razones para ello: está la emergencia climática, por supuesto, pero no solo.
Para el artista vasco Ibon Aranberri, por ejemplo, el paisaje es una construcción cargada de sentido político e histórico. Su obra Luz sobre Lemoiz, para la que había previsto lanzar fuegos artificiales sobre una central nuclear que nunca llegó a funcionar, es un buen ejemplo. En las décadas de los setenta y de los ochenta la central de Lemoiz estuvo en el centro de un espinoso conflicto social que incluyó movilizaciones de grupos ecologistas, víctimas mortales
El paisaje no deja de ser una ficción humana, y el arte lo ha abordado desde nuevas preocupaciones con la emergencia climática como prioridad. Es el caso de Tacita Dean, Cristina Lucas o Perejaume. Aimé Maeght fue más que un marchante de arte. Amigo de sus artistas, los apoyó sin límites y para ellos creó su fundación en SaintPaul-de-Vence (Francia). Este homenaje llega en la celebración del centenario de Chillida.
El cuerpo humano y la naturaleza, lo real y lo imaginario, se funden en la segunda exposición de Roca Die (Madrid, 1988) en la galería El Chico. Con ella, la pintura clásica adopta formas nuevas.
y un inútil mamotreto de hormigón como único vestigio material. Con su proyecto, Aranberri no planteaba una acción de land art al uso, sino una reflexión sobre las raíces e implicaciones de este episodio de nuestra historia reciente. Es solo uno de los trabajos que recogerá su esperada monográfica del Reina Sofía.
Podría pensarse que la obra del japonés Yoshihiro Suda (en la galería Elvira González), unas esculturas hiperrealistas de hojas y flores que podrían tomarse por hojas y flores auténticas, sí queda más cerca de un trampantojo a lo Parrasios, pero tampoco es así. Lo suyo no es un golpe de efecto, sino una invitación a detenerse y mirar, a respetar eso que llamamos la naturaleza como todo complejo y delicado del que inevitablemente formamos parte.
Igualmente, lo que proponen las artistas Anna Dot (en Bombon Projects) y Marina Roca Die (en El Chico) son acercamientos a la naturaleza que no se limitan a su representación, sino que ante todo dan cuenta de su misterio y su cualidad inaprensible. La naturaleza es algo imposible de representar, que escapa a nuestras capacidades, parecen decir. Y lo único que podemos hacer es celebrarla por eso.
Todas estas cuestiones, entre muchas otras, forman parte del discurso de Horizonte y límite. Visiones del paisaje, en CaixaForum
Yoshihiro Suda
Galería Elvira González (Madrid). Del 2 de noviembre al 30 de diciembre de 2023.
Madrid. En esta colectiva se reúnen obras que nos informan de qué tiene que decir el arte de aquí y ahora sobre el paisaje y cómo las nuevas tecnologías aportan otras maneras de decirlo. Al mismo tiempo, en la sede barcelonesa de esta institución, otra muestra, Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo, desgrana las relaciones entre arte, naturaleza y ciencia con autores históricos y talleres como el que el 16 de diciembre impartirá el colectivo Institute for Postnatural Studies. Una cita que apuntar en el calendario.
Por fin, una naturaleza recreada en torno a la visión de un artista, como es el caserío Zabalaga, sede de Chillida Leku, acogerá una exposición que celebra al galerista Aimé Maeght. Figura esencial en el despegue internacional de Eduardo Chillida, Maeght fue también marchante de Calder, Braque, Giacometti, Hepworth o Tàpies, entre muchos otros grandes del siglo XX. Con todos ellos, Maeght construyó su propio ecosistema. Lo más natural.