La VIDA sin DEMONIOS
ROBBIE WILLIAMS CELEBRA UN CUARTO DE SIGLO DE CARRERA EN SOLITARIO CON SUS MEJORES TEMAS Y UNA ORQUESTA EN XXV. Y, CON ESTE DISCO, UNA VIDA MÁS ESTABLE TRAS UN CAMINO DE ADICCIONES, RUPTURAS Y DEMONIOS INTERIORES.
Durante un par de décadas Robbie Williams
(Reino Unido, 1974) ha sido un meteorito: un golpe fugaz de luz en el cielo —desde Angels,
el baladón que salvó su debut en solitario— acompañado de un tremendo impacto contra la Tierra. Por cada uno de los temas que componen su nuevo álbum, XXV (un grandes éxitos orquestal en el que Williams se luce como el crooner que siempre ha sido), siempre hubo una adicción, alguna gresca, varias rehabilitaciones, rupturas que no caben en un disco y algunos estados de fuga en busca de ovnis. Pero Robbie Williams tiene hoy 48 años espléndidos, algo más que evidente en una portada en la que aparece con cuerpo y pose de El pensador de Auguste Rodin y su esculpida mueca de niño grande. Lo peor, parece, por fin ha quedado atrás. ➻ NO HAY NADA MÁS TRISTE QUE UNA ‘BOY BAND’
Si New Kids On The Block fueron el modelo original de banda forracarpetas, Take That fueron el patrón- oro, la referencia a seguir de decenas de grupitos prefabricados que habrían de hendir los corazones adolescentes del planeta con mohínes y coreografías. Cuando se formaron, en 1990, Robbie Williams era un chico de 16 años y había pasado un casting
para unirse a una formación con una pequeña arma secreta: uno de sus miembros, Gary Barlow, , sabía escribir canciones. Cuando Robbie Williams tenía 21 años y Take That eran más grandes que la vida, la banda le dio un ultimátum. O dejaba las fiestas salvajes con los hermanos Gallagher — con quienes compartía hooliganismo, cejas pobladas y una cierta necesidad de destrozar literalmente la noche, ya fuera en un garito o en el Festival de Glastonbury—, o se iba. O dejaba de consumir drogas en los momentos críticos (estuvo a punto de sufrir una sobredosis antes de su actuación estrella en unos premios MTV), o se iba. O dejaba de ser Robbie
Williams, o se iba.
➻ UNA CARRERA CONTRA SÍ MISMO En el otoño del año 1995, en medio de una gira mundial, Robbie Williams se fue. Al año siguiente, Take That ya no existía y Williams lanzaba una versión del Freedom de George Michael, su particular forma de meterle el dedo en el ojo a Gary Barlow, a quien no soportaba: Robbie Williams ya era libre. Su primer disco, en 1997, funcionó lo justo… hasta que llegó Angels, su cuarto single, una de esas canciones que salvan una carrera incipiente.
A partir de ese momento empezó un ciclo que duraría una década. Compuesto, por un lado, por discos con temazos indiscutibles y vídeos que sabían aprovechar perfectamente el carisma de Robbie Williams — Millennium, con su candidatura a ser James Bond; Rock DJ, donde el músico se desnuda hasta el tuétano—. Y, por otro, con una mezcla casi letal: adicciones, una depresión prácticamente constante desde que empezó en Take That y un trastorno bipolar. La cocaína incluso lo llevó a per perseguir ovnis y dejar su carrera musical du durante un par de años a finales de la primera década de los dosmiles. AunAun que fueron años de liarse con Cameron Diaz o Lindsay Lohan y cantar con Nicole Kidman y Kylie
Minogue, Williams contaba en 2021 en el podcast I Never Thought This Would Happen que durante ese tiemtiem po estuvo casado. “Con mi depredepre sión”, afirmó.
En el año 2010 contrajo mama trimonio con la modelo americana Ayda Fields, pareja con la que había roto en tres ocasiones —en una de ellas le mandó sus cosas en bolsas de basura e incluyó la factura por devolvérselas—, y todavía siguen juntos. Desde entonces, Robbie Williams ha logrado algo de calma en su vida, una buena colección de cancan ciones — mucho más desapercibidas, pero que en su disco XXV brillan— y una carrera artística a su medida. Con final feliz. Lo que nunca tuvieron las boy bands.