Artesanía FUTURISTA
VIAJAMOS A LA SEDE DE BOTTEGA VENETA, DONDE SE CUSTODIA EL ‘KNOW HOW’ DE LOS ARTESANOS DEL CUERO MÁS EXQUISITO DEL MUNDO
Siempre he pensado que nuestros artesanos trabajaban en unas condiciones de luz y espacio que no favorecían la creatividad”, dice Tomas , director creativo de Bottega Maier Veneta, para explicar la mudanza de su empresa a la antigua hacienda Montebello Vicentino, ubicada en medio de un verde paisaje campestre apenas a una hora de Venecia. ¿Se hubiese imaginado usted que el lugar de trabajo perfecto es una villa agrícola del siglo XVIII? Pues la revista Fortune, que publica la clasificación internacional Great Places to Work dice que sí. Que reúne todas las características para ser considerado un entorno laboral intachable. Allí, esta mañana, deambulan por unos pasillos en los que las luces se activan por sensores de movimiento los empleados de la empresa mejor considerada de Italia. Estamos en el cuartel general de Bottega Veneta. Los trabajadores, como monjes del siglo XXI, van vestidos con impecables pero austeras batas marrones. Bottega es conocida por defender una idea de lujo apartada de la ostentación. Su lema, “Cuando tus iniciales bastan”, es una declaración de guerra contra la logomanía. “La villa es una muestra de la arquitectura clásica del Véneto. Es grandiosa, y aún así funcional”, apunta Maier. La compañía, fundada en 1966, es una de las casas con más historia del Lacio, pero con la llegada de su nuevo director creativo en 2002 consiguió añadir a sus valores tradicionales una pátina de vanguardia que sigue formando parte de su ADN. Maier,
desde el primer momento, vio claro que los artesanos de la casa eran el gran activo con el que debía trabajar: “A veces les pido algo nuevo, como una forma de combinar las pieles y siempre encuentran una forma de hacerlo”, dice quien se empeñó en crear una escuela que garantizase la supervivencia del know how de esos empleados discretos y concienzudos que hoy nos dejan ver cómo trabajan. En 2009 todos ellos se movieron desde una zona industrial de Vicenza hasta la nueva ubicación, que tiene un aire de granja pero también de centro I+Dde Sillicon Valley. Así que para resolver esa situación, Maier puso en marcha un proyecto revolucionario: un edificio en el que respetaron el 75 por ciento de los materiales originales, en el que la energía proviene de 1.200 metros cuadrados de paneles solares, el agua de la lluvia se recicla y los talleres, amplios y luminosos, están aislados con un sistema que garantiza el silencio. Por eso el Consejo de Arquitectura de EEUU les ha otorgado el certificado de calidad de edificios sostenibles LEED. La conclusión del director creativo es clara: “No podría estar más orgulloso de lo que hemos conseguido”.