NUTRICIÓN ANTIINFLAMATORIA
Cualquier deportista está en riesgo de caer lesionado en cualquier momento. Puede ocurrir mientras estás practicando tu deporte o puede ser de la manera más tonta en cualquier situación cotidiana. La lesión puede ser más o menos grave, y las medidas que debas adoptar para hacerle frente pueden requerir más o menos intervenciones. Sea como fuere, cualquier lesión deportiva necesita superar un proceso fisiológico organizado que asegure una regeneración total del tejido que se ha dañado, y éste es común en todas las situaciones. La primera respuesta innata de nuestro cuerpo es la coagulación en la zona dañada. Esto evita el escape de material celular hacia la sangre. Esta primera fase dura entre uno o dos días. Seguidamente, hay un proceso de inflamación absolutamente necesario. El síntoma de inflamación que observamos es consecuencia de una llegada de más sangre y moléculas bioquímicas que emiten señales de daño en la zona y que permiten la recuperación. La fase inflamatoria suele durar unos cinco días aproximadamente. A partir de ahí, hay una etapa de proliferación, en la que se activan las células de reparación específicas de cada tejido y, por último, una fase final de remodelación donde el tejido se regenera completamente. La duración de estas dos últimas etapas es la que más va a variar según el grado de nuestra lesión. Puede darse durante unos pocos días o alargarse hasta uno o dos años.
Objetivo: el punto justo de inflamación
Como ya hemos comentado, la inflamación es una respuesta fisiológica absolutamente indispensable para una correcta recuperación del tejido dañado. A nivel local, la llegada de más sangre con más nutrientes, oxígeno y señales químicas de reparación permiten que las células lesionadas de la zona estén en las condiciones óptimas para iniciar su reparación. Además, este mayor flujo sanguíneo permite una “limpieza” del tejido lesionado, retirando las moléculas perjudicadas y que ya no nos sirven. Por lo tanto, que exista una ligera inflamación es algo bueno y necesario. Sin embargo, un exceso de inflamación, como ocurre cuando el dolor es crónico y prolongado, entorpece la reparación y fomenta que se siga destruyendo el tejido dañado. Esto se explica a través de un concepto denominado hormesis. La hormesis es un fenómeno de respuesta a la dosis y vendría a significar que determinados procesos o acciones pueden ser beneficiosos en dosis bajas pero acabar resultando dañinos en dosis elevadas. Los procesos inflamatorios son un ejemplo de ello. Para evitar este exceso de inflamación, la medida que la mayoría de triatletas adopta es la de recurrir a medicamentos anti-inflamatorios. Sin embargo, en los últimos años diversas investigaciones han demostrado que un uso recurrente de estos componentes, lejos de ayudarnos, puede ser perjudicial ya que enmascara el daño del tejido y no dejan que se produzcan las respuestas fisiológicas naturales de reparación. Además, hay que añadir que este tipo de mediación no es específica, si no que normalmente, son fármacos con muchos tejidos diana diferentes, no sólo el muscular, y pueden aparecer problemas añadidos con los efectos secundarios. La directriz sería tomar estos medicamentos solamente en fases agudas de mucho dolor. Lo que nos dice la ciencia actualmente