Una nueva final
Ante el Valencia en Mestalla hay mucho más en juego que los tres puntos. El Barça está obligado a reaccionar y a devolver la credibilidad entre los seguidores
Es una final. En pleno mes de diciembre, pero una auténtica final. A nadie se le escapa que una derrota en Valencia, la tierra de las Fallas, encendería la mecha y las consecuencias podrían ser imprevisibles. Mestalla recibirá a un Barça plagado de dudas tras dos derrotas que han hecho muchísimo daño. La primera, ante el Girona, porque el rival jugó mejor y se escapó en la clasificación liguera. Y la de Amberes, intrascendente en cuanto a los puntos, por la sonrojante manera en que llegó.
Xavi Hernández trata de desdramatizar la situación, pero se le aprecia acorralado. Ha apuntado con dureza a la prensa, cuando el revuelo de las últimas horas, en especial el surrealista cambio en la convocatoria para la Champions y los ‘desencuentros’ posteriores, se ha generado desde dentro.
No hay mejor remedio que sumar los tres puntos en un territorio siempre hostil, aunque, estadísticas en mano, se le ha dado bien al conjunto azulgrana en los últimos años. La prueba es que el Barça suma tres victorias consecutivas en Valencia.
XAVI SABE LO QUE SE JUEGA
Fue el propio Xavi quien admitió tras el KO en Amberes que la de Mestalla era una final. Y no le falta razón. Una final en la que solo vale ganar. Los azulgranas están a 7 puntos de un Girona que ha pasado de ser una sorpresa a una firme realidad y a 5 de su eterno rival, el Real Madrid. Los dos juegan después que el Barça y como locales. Si ‘huelen la sangre,’ puede ser fatal.
El de Valencia es el penúltimo partido del año antes de cerrar 2023 en Montjuïc contra el colista
Almería. Un partido, el del próximo miércoles, en el que la afición azulgrana tendrá la palabra y no cabe duda de que su respuesta, hasta ahora impecable y muy positiva, dependerá mucho de lo que suceda esta noche.
Y es que ya no es solo Xavi. También algunos jugadores están en el punto de mira. Al técnico se le podrán criticar muchas cosas, pero nunca su amor por el Barça ni su dedicación. El vestuario también ha quedado tocado tras los últimos acontecimientos, unos futbolistas más que otros, evidentemente. Sobre todo en Amberes se apreciaron actitudes que deben ser despejadas de inmediato. No es un partido para generar más dudas, sino para borrarlas de un plumazo.
EL ONCE MÁS IMPLICADO El ruido es evidente y, aunque se ha querido mostrar un clima de unión y reforzar lazos con cenas de club, todo pasará por que el balón entre. Xavi debe dar con la tecla porque le va muchísimo en Mestalla. Tiene que acertar con la alineación, posiblemente dejarse de experimentos, pero sobre todo detectar los que están a muerte con su entrenador y los que, por el contrario, se muestran indolentes.
Hace unas semanas, cuando superó un primer bache, el egarense dijo que había llegado “el momento del entrenador”. Los buenos partidos ante Oporto y Atlético reforzaron su posición. Ahora más bien se antojan un espejismo. La situación actual es posiblemente la más delicada para Xavi desde que se hizo cargo del banquillo azulgrana. En la final de Mestalla está en juego regresar a la buena senda o dar pie a que explote todo.