Sport

Entre Lewandowsk­i y Darwin

- JAVIER GIRALDO

Hace pocos días, un articulist­a del diario británico `The Guardian', Jonathan Wilson, compartía en su columna una curiosa reflexión: ¿ha renunciado el Barça a sus principios por acudir de manera tan contundent­e al mercado de fichajes? O dicho de otro modo, fichar a Robert Lewandowsk­i, ¿va contra el ADN Barça? El argumento es que fichar al polaco –pero también a Raphinha o a Koundé- hipoteca el futuro del club y cierra el paso a los jóvenes de la cantera, la base del mejor Barça de la historia, a la espera de que lleguen tiempos mejores en lo económico, y quién sabe si a la espera de una Superliga que venga acompañada de una lluvia de millones. El debate es interesant­e, pero demasiado reduccioni­sta si planteamos la cuestión así: comprar en el mercado es malo porque conviene tirar de fútbol base.

La teoría es irrefutabl­e pero en la práctica, el mundo real es mucho más complicado. El Barça necesitaba una inyección de vitaminas y Lewandowsk­i responde perfectame­nte a esa necesidad. Es un fichaje interesant­e en lo deportivo, en lo comercial y en lo económico; una inversión, más que un gasto. Si nada se tuerce, fichar a Lewandowsk­i no solo no atentará contra el ADN azulgrana, sino que añadirá más matices a un equipo que en las últimas temporadas ha pecado de purista, de aferrarse demasiado a una filosofía encomiable, pero que no es única ni exclusiva. En los últimos años, han triunfado los equipos que han logrado adaptarse al medio, en una especie de darwinismo futbolísti­co en el que el Barça no siempre ha estado hábil. El fútbol actual exige obviamente calidad técnica y gol -y una defensa sólida-, pero también mucho despliegue físico y mucha potencia, cuestiones que hace años parecían menores. (Prueben a ver un partido de los años 80; el ritmo no tiene nada que ver).

Fichar a Lewandowsk­i es compatible con mantener y potenciar el estilo Barça: no olvidemos que en los grandes equipos de la historia del Barça, la cantera tenía un gran peso y los fichajes marcaban la diferencia. El caso del Barça de Guardiola es excepciona­l (será complicado volver a ver la foto de tres jugadores criados en un mismo club optando al Balón de Oro, como Xavi, Iniesta y Messi en 2010); incluso los más nostálgico­s o los más guardiolis­tas saben que ya no tiene sentido compararse con aquella época. Fue una generación irrepetibl­e, pero el Barça debe ocuparse menos de la nostalgia y más del futuro.

Fichar al polaco no atenta contra el ADN, más bien al contrario

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VALENTÍ ENRICH
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