Pequeños jardineros
Un día, paseando, Fran y su madre, Olga, vieron cómo unos niños plantaban semillas en un parque cercano a casa. Se quedaron alucinados. A la semana siguiente ya se habían apuntado a un taller de huerto urbano. Así es cómo descubrieron que el huerting está de moda y que no hace falta tener mucho tiempo, mucho espacio o muchos conocimientos para practicarlo.
Un huerto en el balcón
Como el espacio es limitado, lo suyo es elegir plantas de pequeño tamaño. Podemos utilizar maceteros, jardineras o hacernos con una mesa de cultivo, pero no es buena idea plantar en varias alturas porque las de la parte de abajo se quedarán sin sol. Para que en nuestro huerto esté pasando algo durante todo el año, es conveniente combinar cultivos de ciclo corto (pasa muy poco tiempo entre que sembramos y recogemos la cosecha), como las lechugas, y otras de ciclo más largo, como las zanahorias.
Hay que tener en cuenta que no todas las hortalizas «se llevan bien»; es decir, que si las plantamos en el mismo recipiente compiten por la luz y los nutrientes del sustrato y ninguna se desarrolla correctamente. En la web www.horturba.com hay una tabla de hortalizas «compatibles». ¿Y cuáles son las plantas más adecuadas? Lechugas, canónigos, escarola, rabanitos, cebollas, ajos, puerros, pepinos, fresones, acelgas... Otra opción muy interesante son las plantas aromáticas (albahaca, romero, orégano, hierbabuena, perejil...). «Tengo algunas plantitas en la cocina», explica Ana, «y mientras voy cocinando le pido a mi hija que me corte una ramita de perejil para el guiso, orégano para sus espaguetis con tomate... A ella le encanta y, además, luego come mejor».
En el jardín
Los niños pueden colaborar en pequeñas tareas de mantenimiento, por ejemplo, regar o recoger hojas secas, pero es mucho más divertido y enriquecedor si en medio de unos arbustos colocamos una tomatera o si sustituimos los setos por una especie tan mediterránea como el laurel. Las plantas aromáticas como el espliego dan, además, unas flores muy bonitas. La idea es combinar el aspecto ornamental de las plantas con otras utilidades como, en nuestro caso, aprender, disfrutar y, por supuesto, comer cuando llegue la época de la cosecha.