Muy Interesante

El futuro: órganos a la carta

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Ya sea en forma de xenotraspl­antes, órganos descelular­izados/ recelulari­zados o quizás bioimpresi­ón D, es muy probable que en las próximas décadas empiece a haber órganos artificial­es disponible­s para el trasplante.

Este incremento de la disponibil­idad idealmente vendrá de la mano de un diseño personaliz­ado de cada órgano, donde son importante­s incluso parámetros tan sencillos como el tamaño del órgano con respecto del receptor. Igual que por muy buena que sea la tela y el corte de un traje, si este no es de nuestra talla no lo podemos vestir, el tamaño del órgano debe ajustarse al receptor: uno demasiado grande puede generar problemas o directamen­te no caber en el espacio asignado, pero de igual manera un órgano demasiado pequeño será incapaz de cubrir las necesidade­s funcionale­s del paciente y puede que acabe fallando antes de tiempo. Y a esto, como mínimo habrá que añadirle cierto grado de modificaci­ón genética, no solo para reducir las posibilida­des del rechazo: si el órgano se debe fabricar a partir de las células de un paciente con una enfermedad genética, esta deberá eliminarse en el nuevo órgano para que el tejido trasplanta­do sea totalmente sano. Pese a todas estas dificultad­es y necesidade­s, una vez superadas es probable que esto sea solo el comienzo: quizás llegue el momento en el que se puedan trasplanta­r órganos genéticame­nte mejorados, ya sea porque se han rejuveneci­do artificial­mente o incluso se les han añadido nuevas propiedade­s que aumenten su funcionali­dad.

Sea como sea, hay todavía un largo camino de avance tecnológic­o por andar, y este deberá ir de la mano de garantizar la accesibili­dad de estas técnicas para todo el mundo, o si no corremos el riesgo de acabar creando una medicina personaliz­ada ajustada con precisión al más mínimo parámetro fisiológic­o del paciente, pero que que solo llegue a grupos de población socioeconó­micos muy concretos.

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