AURORA, LA CÁPSULA ESPACIAL CON SELLO ESPAÑOL
Muchas son las compañías que se preparan para mandar vuelos comerciales más allá de la Tierra y entre ellas está la española HALO Space que ya ha presentado Aurora, la cápsula de turismo espacial que marca un hito en la carrera hacia la exploración comercial del espacio cercano y promete una experiencia única para los aventureros del cosmos. Concebida para combinar seguridad, resistencia y comodidad, Aurora será capaz de llevar a ocho pasajeros —que deberán pagar por el billete 150 000 euros— y un piloto en viajes inolvidables hacia las fronteras del espacio. Medirá 5 metros de ancho y 3,5 metros de alto y estará fabricada a partir de una aleación de aluminio y materiales compuestos. Su diseño interior vanguardista es obra del renombrado estudio británico Frank Stephenson Design y podrá acomodar a ocho pasajeros que deberán pagar por el billete esa astronómica cifra. El reto fue crear una experiencia inmersiva en la cápsula que ofrece un lugar confortable y unas vistas excepcionales. La cabina circular dispone de ocho asientos en un anillo concéntrico en cuyo centro va ubicado un aseo de pequeñas dimensiones. Cada pasajero tendrá a su disposición una tablet desde la que podrán entender lo que están viendo. Aunque el viaje dura unas seis horas, la experiencia completa será de una semana, tiempo necesario para preparar a los pasajeros.
Esta empresa española que actualmente se encuentra en su sexto vuelo de prueba, planea ingresar unos 480 millones de euros a partir del año 2029, justo tres años después de comenzar a operar vuelos comerciales desde cuatro bases: Australia, Arabia Saudí, Estados Unidos y España. La idea es alcanzar los 400 vuelos anuales, lo que supone llevar a unas 3000 personas al año al espacio.
Todos recordamos aquel libro mortal de Aristóteles, de la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco, que —envenenado por un monje benedictino loco— mataba a todos los que lo leían en un monasterio italiano del siglo XV. Pues bien, las bibliotecas alemanas han activado la alerta por «envenenamiento» de sus libros, muchos de los cuales han sido puestos en cuarentena y están siendo analizados para buscar arsénico entre sus páginas. La causa: unos pigmentos utilizados en el siglo XIX para colorear encuadernaciones o recortes, conocidos como «verde Schweinfurter» o «verde de París», y utilizado para dar color al acabado de portadas, contraportadas y lomos de libros (es decir, la parte exterior, la primera con la que se mantiene contacto). Este pigmento se usaba en los libros porque servía como «insecticida», alejando cualquier tipo de plaga. Lo que los ahuyentaba era uno de sus componentes, la acetoarsenita de cobre (una combinación de acetato de cobre con trióxido de arsénico).
Finalmente, ha acabado ahuyentando también a los humanos, ya que el arsénico es altamente tóxico para la salud. Para envenenarse basta el contacto de la sustancia con nuestros dedos y una sola lectura podría tener consecuencias. Si la lectura se prolonga los efectos pueden ser más graves: desde dolores de cabeza, edemas o cólicos hasta la posible aparición de tumores. Según la OMS, la exposición a altos niveles de arsénico puede producir enfermedades cardíacas e incluso cáncer.