LOS ESPAÑOLES: 9,8 AL DÍA.
otra vez a él”, explica Johnson. Claro que este efecto estimulante no puede servir de excusa para consumir el condimento a manos llenas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no sobrepasar los dos gramos de sodio –el elemento más nocivo– al día, que es lo que corresponde a cinco gramos de sal. Pero a nivel mundial se consume, por término medio, el doble.
Los que más abusan son los habitantes de la república asiática de Kazajistán, que añaden nada menos que quince gramos de sal a diario a sus platos. En el extremo opuesto del ranking se sitúan Kenia y Malawi, dos países africanos que se ciñen estrictamente a las recomendaciones de la OMS. De acuerdo con datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, España se sitúa justo en la media, con 9,8 gramos diarios en la dieta.
Y no se trata solo del cloruro de sodio que añadimos conscientemente, sino del que llevan incorporados muchos alimentos, al que los expertos apodan sal invisible. Esta procede sobre todo de productos enlatados, como el atún y el tomate frito, embutidos, quesos, cereales, precocinados, salsas y snacks, como las patatas fritas o los frutos secos. De ahí que muchas empresas alimentarias, empujadas por la creciente concienciación de la sociedad, se hayan lanzado a la búsqueda de alternativas que aporten el mismo sabor con menos sodio. La empresa Tate & Lyle, por ejemplo, ha creado unas microesferas de sal que, al reducir el tamaño de los granos, aumentan la superficie de contacto con las papilas gustativas y reducen a la mitad la dosis que se necesita para conseguir el mismo sabor.
Otras firmas apuestan por añadir potenciadores que realcen lo que los japoneses denominan kokumi, una sensación bucal de persistencia del gusto de los alimentos, causada por ciertos péptidos, que intensifica tanto el sabor salado como el llamado umami. También se baraja usar combinaciones de especias y hierbas aromáticas que proporcionen el mismo placer al paladar con la mitad de sodio.