ES FALSO QUE EXISTA UNA DIETA MÁS ADECUADA PARA CADA GRUPO SANGUÍNEO
son creativos, misteriosos e impredecibles. Tomada al pie de la letra, esa teoría lleva a una forma más de prejuicios y discriminaciones.
Por otro lado, en 1996 un naturópata llamado Peter D'Adamo propuso que cada individuo debería alimentarse de acuerdo con su grupo sanguíneo para mantenerse sano. Sin ningún estudio científico que lo avalara, estableció que las personas del tipo 0 eran descendientes de nuestros ancestros cazadores-recolectores africanos, por lo cual tenían que ingerir una dieta rica en carne y evitar los cereales y la leche.
Omnívoros o vegetarianos por mandato de la sangre
Del mismo modo, decía D'Adamo, puesto que los primeros individuos del grupo sanguíneo A aparecieron en los albores de la agricultura, lo correcto es que se hicieran vegetarianos. Por su parte, dado que el tipo de sangre B se desarrolló ha- ce entre 10.000 y 15.000 en las altas tierras del Himalaya, sus portadores deberían ser omnívoros consumidores de lácteos. Por fin, el grupo AB sería una moderna combinación de los dos últimos. Para este doctor en Naturopatía por el Bastyr College, su ideario dietético –recogido en el libro
Eat Right 4 Your Type (Come bien según tu grupo sanguíneo), que se convirtió en un
best seller en medio mundo– evitaría las infecciones, la diabetes y el cáncer, y nos volvería más fuertes, delgados y longevos.
Aunque hubiera resultado fantástico encontrar una respuesta tan sencilla a los problemas de salud que afligen a la humanidad, la teoría de D'Adamo no solo carecía de fundamento, sino que ha sido científicamente desmentida por Emmy De Buck y sus colegas de la Cruz Roja en Bélgica. Tras analizar más de un millar de estudios sobre el tema, los investigadores probaron y explicaron en
American Journal of Clinical Nutrition que no hay ninguna prueba para sustentar que las necesidades nutricionales dependen del sistema AB0. A idéntica conclusión llegó el año pasado un equipo de científicos canadienses de la Universidad de Toronto en la revista PLOS ONE, donde evidenciaban que la respuesta a la dieta no tiene absolutamente nada que ver con la composición de la sangre.
Con un pinchazo puedes saber si es o no tu padre
En cambio, una conexión conocida, bien estudiada y muy útil es la aplicación de la genética de los grupos sanguíneos a la paternidad. Y es que un carácter capaz de proporcionar pruebas inequívocas en lo que respecta al parentesco debe ser heredado de forma sencilla y permanecer constante durante la vida, sin que se vea afectado por el clima, la enfermedad, la edad u otro agente ambiental o genético. La mayoría de los grupos sanguíneos cumplen estos requisitos y se utilizan en varios contextos. El más frecuente es el de la exclusión de paternidad, ya que el sistema AB0 por sí solo sirve para demostrar que el supuesto padre no es tal con un 17,6 % de probabilidad; con un 40,2% si se combina con el sistema MNS; y si se añade un análisis de los grupos Rh, Kell, Lutheran y Duffy se puede descartar o confirmar ese parentesco en un 60% de los casos.