Sexo, interacciones y puñaladas traperas
top one una enfermedad o la muerte de un ser querido. Un peldaño por debajo están los buenos amigos. Con ellos no compartimos esferas tan privadas, pero sí actividades básicas para nuestro bienestar, como salir a cenar, practicar deporte o hacer algún viajecito. Su aprecio es un cemento perfecto para cimentar la autoestima, satisfacen una necesidad primordial y nos pueden echar un cable en caso de apuro. En tercer lugar encontramos los circunstanciales, que también juegan un papel importante en la salud emocional. Nos referimos a los
Best Friends: The Pleasures and Perils of Girls’ and Women’s Friendships Mejores amigas: placeres y peligros de la amistad entre chicas y mujeres–, las féminas mantienen vínculos de menor calidad porque tienden a ser más competitivas con sus compañeras que los hombres. En este sentido, la socióloga Jan Yager explica que los varones toleran peor el estrés de este tipo de asociaciones y tienen menos problemas en desentenderse de ellas.
Además, hay diferencias en la percepción de la camadería. Así lo asegura un estudio de la Universidad de Indiana (EE. UU.), para el que se reunieron 300 hombres que debían mirar imágenes del sexo opuesto y clasificarlas en cuatro categorías: amistad, con interés erótico, tristes o nada receptivas. El 67 % de las mujeres fotografiadas
aseguraron que habían sido malinterpretadas y que los hombres habían confundido sus señales de simpatía con una presunta atracción sexual. Por otra parte, en opinión de Jesús de la Gándara, “las mujeres se benefician mucho más del apoyo que proporcionan las relaciones personales. En cambio, los hombres se sustentan más en el estatus”. compañeros de trabajo con los que nos relajamos tomando un café, los conocidos del gimnasio con los que charlamos en la clase de pilates o los vecinos con quienes disfrutamos de una breve charla en el ascensor. Nada más y nada menos, pues como explica José Luis Zaccagnini, profesor de Psicología de la Universidad de Málaga, “son necesarios para nuestra felicidad cotidiana: los vemos con frecuencia y nos pueden resolver muchos problemas. Las interacciones con ellos suelen estar libres de conflictos y nos dan compañía”. Es evidente que conviene mantener lejos las malas influencias. De este modo, nos ahorraremos una fuente de ansiedad. En cuanto a las alianzas incondicionales, según los expertos, podemos tener entre cero y tres íntimos, y eso con suerte. Mientras que, señala Zaccagnini, “conservamos, como mucho, unos doce buenos amigos, ya que exigen tiempo”. Para el caso de los conocidos, las cifras se disparan. “En un test, preguntamos a unos voluntarios a cuántas personas de la agenda de su teléfono móvil llamarían para tomarse una caña. Lo valoramos como un criterio de amistad circunstancial. Hay quien puede tener más de cien relaciones de este tipo, pero lo normal son entre 10 y 40”. La dosis más adecuada depende de cada uno. “Los extrovertidos necesitarán muchos camaradas, mientras que alguien introvertido se apoyará sobre todo en uno o dos íntimos”, añade el experto. Tus genes me caen gordos. Según un estudio efectuado en la Universidad de California, tendemos a entablar lazos de forma instintiva con las personas con las que compartimos determinados rasgos genéticos. Como apunta Jesús de la Gándara, “es más fácil construir estos vínculos con quienes son más parecidos a nosotros”. Pensando un poco en términos de ciencia ficción, puede que algún día dispongamos de un test de ADN para detectar a los individuos con más probabilidades de convertirse en enemigos camuflados o simplemente frenemigos. Pero, mientras no lleguen estos avances, quizá lo más saludable sea dosificar el trato con ellos y cuidar a las pocas o muchas personas que sinceramente se alegren de que nos vaya bien en la vida.
Muy