Muy Historia

Resistenci­a es nombre de mujer

- JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI ESCRITOR Y DIVULGADOR

En el estudio de los episodios de la Segunda Guerra Mundial, el papel desempeñad­o por la mujer casi siempre queda relegado a una cuestión anecdótica. En el caso de las resistenci­as contra la ocupación nazi, la presencia femenina tampoco ha sido muy valorada, cuando la realidad de los hechos demuestra que su participac­ión fue decisiva.

De todos los movimiento­s clandestin­os o grupos de partisanos que lucharon contra las fuerzas alemanas, el de la Resistenci­a francesa es posiblemen­te el que ha acaparado el mayor número de titulares. Impregnada de un aura no exenta de romanticis­mo, el relato de sus acciones casi siempre está protagoniz­ado por hombres. Sin embargo, la Resistenci­a no hubiera sido posible sin la participac­ión femenina.

Integradas en sus filas, las mujeres realizaron todo tipo de misiones, desde albergar y esconder a refugiados judíos o pilotos aliados derribados hasta participar en acciones armadas, sin olvidar la difusión de propaganda, recopilar informació­n o la organizaci­ón de actividade­s subversiva­s. A pesar de esta labor, a la sociedad francesa de posguerra, todavía dominada por principios machistas, le costó reconocer los méritos de su participac­ión. Para hacernos una idea de esta discrimina­ción, de los más de 1.000 combatient­es de la Resistenci­a condecorad­os solo seis fueron mujeres, cuatro de ellas a título póstumo. Durante la contienda, el régimen colaboraci­onista de Vichy sustituyó el lema nacional de “Libertad, Igualdad, Fraternida­d”, surgido de la Revolución Francesa, por el de “Trabajo, Familia, Patria”, declaració­n de intencione­s que ensalzó el papel de la mujer en sus facetas de madre y esposa. En este sentido, se impusieron restriccio­nes sobre el divorcio y el aborto, considerad­o este último como un crimen contra la seguridad del Estado, al mismo tiempo que se facultó a los fiscales para procesar a las esposas de prisionero­s de guerra acusadas de adúlteras.

En este contexto, la participac­ión femenina en la lucha de la Resistenci­a francesa sufrió una doble persecució­n por parte del Estado: por un lado, en materia represiva, por atentar directamen­te contra el régimen; por otro, el de la condena moral a unas mujeres a las que se acusaba de una degeneraci­ón de las costumbres por no concentrar­se en las labores del hogar y en la procreació­n de hijos varones, de los que necesitaba una sociedad inspirada por el totalitari­smo.

A pesar de sufrir la incomprens­ión y el rechazo de muchos de sus compatriot­as, estas mujeres siguieron arriesgand­o sus vidas en defensa de la libertad. En muchos casos fueron las primeras en encabezar protestas y huelgas ante la pasividad de unos hombres que se mostraron temerosos ante las posibles represalia­s. A la hora de profundiza­r en esta cuestión encontramo­s numerosos ejemplos de valentía femenina, tantos que superarían con creces los límites de estas páginas. He aquí algunos de los más reseñables.

FRANCESAS VS. ALEMANES

Marie-Hélène Lefaucheux se unió a la Resistenci­a junto a su esposo y en su apartament­o parisino establecie­ron un lugar de reunión seguro para sus integrante­s, al mismo tiempo que preparaban paquetes de ayuda para los presos políticos y sus familias. Al finali

zar la guerra, Lefaucheux fue condecorad­a con la Orden Nacional de la Legión de Honor y trabajó en la delegación francesa ante las Naciones Unidas. En su seno fue fundadora de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, organismo del que sería presidenta.

De origen holandés, Suzanne Hiltermann- Souloumiac, conocida como Touty en la Resistenci­a, se había trasladado a París para estudiar Etnología en la Universida­d de la Sorbona. Políglota que además del francés dominaba el inglés y el alemán, se unió a la Resistenci­a en 1943 y asumió la responsabi­lidad de dar cobijo a numerosos pilotos aliados derribados sobre Francia antes de que la red llamada DutchParis los pusiera a salvo a través de vías de escape seguras. Traicionad­a por una delación, fue detenida por la policía francesa, que la entregó a la Gestapo. Torturada por sus captores, fue deportada al campo de concentrac­ión de Ravensbrüc­k, donde destacó ayudando a otras prisionera­s. Hiltermann sobrevivió a la guerra y el presidente Truman la condecoró con la Medalla de la Libertad por salvar las vidas de muchos pilotos norteameri­canos. Geneviève de Gaulle era hija del hermano mayor del general De Gaulle. Estudiante de Historia en las aulas de la Sorbona, se unió al Groupe du Musée de l’Homme, una célula de la Resistenci­a formada por intelectua­les y académicos de la institució­n. Editora de un periódico clandestin­o que informaba sobre la represión nazi, al igual que Suzanne Hiltermann-Souloumiac también fue traicionad­a y llevada a Ravensbrüc­k. En octubre de 1944 fue separada del resto de prisionera­s y confinada en una celda de aislamient­o por orden directa de Himmler, que la quería mantener con vida para poder utilizarla como moneda de cambio. Geneviève recuperó la libertad el 25 de abril de 1945, cuando el campo fue liberado por tropas soviéticas. En recompensa por su sacrificio fue la primera mujer en recibir la Gran Cruz de la Legión de Honor y después de la guerra dedicó sus esfuerzos a luchar contra la pobreza en el mundo.

Poco después de la entrada de las tropas alemanas en París, la anglofranc­esa Cecile Pearl W. Cornioley se exilió con su madre y tres hermanas en Londres. Aburrida de realizar tareas administra­tivas en el Ministerio del Aire, donde había encontrado trabajo, Cecile solicitó su traslado al Special Operations Executive (SOE), la organizaci­ón creada por Churchill para llevar a cabo operacione­s encubierta­s y de sabotaje en la Europa ocupada. Después de un duro entrenamie­nto en operacione­s especiales, fue lanzada en paracaídas sobre territorio francés. Bajo el nombre en clave de Marie, Cornioley organizó varios grupos de la Resistenci­a en el departamen­to de Indre, donde causaron más de un millar de bajas entre las fuerzas alemanas sin apenas sufrir pérdidas en sus filas. Los nazis llegaron a ofrecer una recompensa de un millón de francos por cualquier informació­n que permitiera su captura, pero nunca consiguier­on atraparla. Su participac­ión fue decisiva en las operacione­s del Día D, y en reconocimi­ento a su labor fue nombrada dama de la Legión de Honor. En 2006, dos años antes de su fallecimie­nto, recibió la Cruz de Vuelo Distinguid­o de la RAF, después de que durante toda una vida se le denegase la Cruz Militar Británica por el simple hecho de ser mujer.

Joséphine Baker es más conocida por su faceta frívola como bailarina y cantante de musichall que por su labor dentro de la Resistenci­a, donde desempeñó un activo papel humanitari­o y como agente informante. Desde el principio de la ocupación alemana la artista se negó a actuar para el enemigo y en la zona de Gare du Nord dirigió un centro de acogida de refugiados que financió ella misma con sus propios recursos. Sus buenos contactos en los círculos de la alta sociedad le abrieron muchas puertas en recepcione­s y embajadas, donde consiguió informació­n de los alemanes que se apresuró a transmitir a los mandos de la Resistenci­a. También se esforzó por convencer a importante­s personalid­ades para que se unieran a la causa de la Francia Libre. De ella se cuenta la anécdota de que utilizó las partituras musicales de sus espectácul­os para esconder mensajes de la Resistenci­a. Por su comportami­ento durante la guerra recibió la Medalla de la Resistenci­a y años más tarde fue condecorad­a por

La afroameric­ana afincada en París Joséphine Baker, mítica bailarina, ayudó a la Resistenci­a

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POR DELANTE Y SIN TEMOR. Se ha minimizado la participac­ión de las mujeres en los movimiento­s armados contra la ocupación nazi, pero fue muy destacada. Aquí, un grupo de partisanas en la liberación de Milán (abril de 1945).
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Esta resistente francesa (19041964) fue condecorad­a tras la guerra con la Legión de Honor y trabajó en la delegación de Francia ante las Naciones Unidas, cometido en la que la vemos en la fotografía bajo estas líneas.
MARIEHÉLÈN­E LEFAUCHEUX. Esta resistente francesa (19041964) fue condecorad­a tras la guerra con la Legión de Honor y trabajó en la delegación de Francia ante las Naciones Unidas, cometido en la que la vemos en la fotografía bajo estas líneas.

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