Resistencia es nombre de mujer
En el estudio de los episodios de la Segunda Guerra Mundial, el papel desempeñado por la mujer casi siempre queda relegado a una cuestión anecdótica. En el caso de las resistencias contra la ocupación nazi, la presencia femenina tampoco ha sido muy valorada, cuando la realidad de los hechos demuestra que su participación fue decisiva.
De todos los movimientos clandestinos o grupos de partisanos que lucharon contra las fuerzas alemanas, el de la Resistencia francesa es posiblemente el que ha acaparado el mayor número de titulares. Impregnada de un aura no exenta de romanticismo, el relato de sus acciones casi siempre está protagonizado por hombres. Sin embargo, la Resistencia no hubiera sido posible sin la participación femenina.
Integradas en sus filas, las mujeres realizaron todo tipo de misiones, desde albergar y esconder a refugiados judíos o pilotos aliados derribados hasta participar en acciones armadas, sin olvidar la difusión de propaganda, recopilar información o la organización de actividades subversivas. A pesar de esta labor, a la sociedad francesa de posguerra, todavía dominada por principios machistas, le costó reconocer los méritos de su participación. Para hacernos una idea de esta discriminación, de los más de 1.000 combatientes de la Resistencia condecorados solo seis fueron mujeres, cuatro de ellas a título póstumo. Durante la contienda, el régimen colaboracionista de Vichy sustituyó el lema nacional de “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, surgido de la Revolución Francesa, por el de “Trabajo, Familia, Patria”, declaración de intenciones que ensalzó el papel de la mujer en sus facetas de madre y esposa. En este sentido, se impusieron restricciones sobre el divorcio y el aborto, considerado este último como un crimen contra la seguridad del Estado, al mismo tiempo que se facultó a los fiscales para procesar a las esposas de prisioneros de guerra acusadas de adúlteras.
En este contexto, la participación femenina en la lucha de la Resistencia francesa sufrió una doble persecución por parte del Estado: por un lado, en materia represiva, por atentar directamente contra el régimen; por otro, el de la condena moral a unas mujeres a las que se acusaba de una degeneración de las costumbres por no concentrarse en las labores del hogar y en la procreación de hijos varones, de los que necesitaba una sociedad inspirada por el totalitarismo.
A pesar de sufrir la incomprensión y el rechazo de muchos de sus compatriotas, estas mujeres siguieron arriesgando sus vidas en defensa de la libertad. En muchos casos fueron las primeras en encabezar protestas y huelgas ante la pasividad de unos hombres que se mostraron temerosos ante las posibles represalias. A la hora de profundizar en esta cuestión encontramos numerosos ejemplos de valentía femenina, tantos que superarían con creces los límites de estas páginas. He aquí algunos de los más reseñables.
FRANCESAS VS. ALEMANES
Marie-Hélène Lefaucheux se unió a la Resistencia junto a su esposo y en su apartamento parisino establecieron un lugar de reunión seguro para sus integrantes, al mismo tiempo que preparaban paquetes de ayuda para los presos políticos y sus familias. Al finali
zar la guerra, Lefaucheux fue condecorada con la Orden Nacional de la Legión de Honor y trabajó en la delegación francesa ante las Naciones Unidas. En su seno fue fundadora de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, organismo del que sería presidenta.
De origen holandés, Suzanne Hiltermann- Souloumiac, conocida como Touty en la Resistencia, se había trasladado a París para estudiar Etnología en la Universidad de la Sorbona. Políglota que además del francés dominaba el inglés y el alemán, se unió a la Resistencia en 1943 y asumió la responsabilidad de dar cobijo a numerosos pilotos aliados derribados sobre Francia antes de que la red llamada DutchParis los pusiera a salvo a través de vías de escape seguras. Traicionada por una delación, fue detenida por la policía francesa, que la entregó a la Gestapo. Torturada por sus captores, fue deportada al campo de concentración de Ravensbrück, donde destacó ayudando a otras prisioneras. Hiltermann sobrevivió a la guerra y el presidente Truman la condecoró con la Medalla de la Libertad por salvar las vidas de muchos pilotos norteamericanos. Geneviève de Gaulle era hija del hermano mayor del general De Gaulle. Estudiante de Historia en las aulas de la Sorbona, se unió al Groupe du Musée de l’Homme, una célula de la Resistencia formada por intelectuales y académicos de la institución. Editora de un periódico clandestino que informaba sobre la represión nazi, al igual que Suzanne Hiltermann-Souloumiac también fue traicionada y llevada a Ravensbrück. En octubre de 1944 fue separada del resto de prisioneras y confinada en una celda de aislamiento por orden directa de Himmler, que la quería mantener con vida para poder utilizarla como moneda de cambio. Geneviève recuperó la libertad el 25 de abril de 1945, cuando el campo fue liberado por tropas soviéticas. En recompensa por su sacrificio fue la primera mujer en recibir la Gran Cruz de la Legión de Honor y después de la guerra dedicó sus esfuerzos a luchar contra la pobreza en el mundo.
Poco después de la entrada de las tropas alemanas en París, la anglofrancesa Cecile Pearl W. Cornioley se exilió con su madre y tres hermanas en Londres. Aburrida de realizar tareas administrativas en el Ministerio del Aire, donde había encontrado trabajo, Cecile solicitó su traslado al Special Operations Executive (SOE), la organización creada por Churchill para llevar a cabo operaciones encubiertas y de sabotaje en la Europa ocupada. Después de un duro entrenamiento en operaciones especiales, fue lanzada en paracaídas sobre territorio francés. Bajo el nombre en clave de Marie, Cornioley organizó varios grupos de la Resistencia en el departamento de Indre, donde causaron más de un millar de bajas entre las fuerzas alemanas sin apenas sufrir pérdidas en sus filas. Los nazis llegaron a ofrecer una recompensa de un millón de francos por cualquier información que permitiera su captura, pero nunca consiguieron atraparla. Su participación fue decisiva en las operaciones del Día D, y en reconocimiento a su labor fue nombrada dama de la Legión de Honor. En 2006, dos años antes de su fallecimiento, recibió la Cruz de Vuelo Distinguido de la RAF, después de que durante toda una vida se le denegase la Cruz Militar Británica por el simple hecho de ser mujer.
Joséphine Baker es más conocida por su faceta frívola como bailarina y cantante de musichall que por su labor dentro de la Resistencia, donde desempeñó un activo papel humanitario y como agente informante. Desde el principio de la ocupación alemana la artista se negó a actuar para el enemigo y en la zona de Gare du Nord dirigió un centro de acogida de refugiados que financió ella misma con sus propios recursos. Sus buenos contactos en los círculos de la alta sociedad le abrieron muchas puertas en recepciones y embajadas, donde consiguió información de los alemanes que se apresuró a transmitir a los mandos de la Resistencia. También se esforzó por convencer a importantes personalidades para que se unieran a la causa de la Francia Libre. De ella se cuenta la anécdota de que utilizó las partituras musicales de sus espectáculos para esconder mensajes de la Resistencia. Por su comportamiento durante la guerra recibió la Medalla de la Resistencia y años más tarde fue condecorada por
La afroamericana afincada en París Joséphine Baker, mítica bailarina, ayudó a la Resistencia