LAS POTENCIAS DEL EJE
Para Adolf Hitler, “la feminidad de las auxiliares de la Wehrmacht debía preservarse a toda costa”. El Führer nunca fue partidario de que las mujeres recibieran entrenamiento militar, pero hacia el final de la guerra más de 150.000 desempeñaban su labor en la Luftwaffe como asistentes en la defensa antiaérea, en tanto que la condecorada capitana Hanna Reitsch no cesaba de aportar soluciones técnicas al Arma Aérea. Cuando la derrota se daba ya por segura, Hitler, el único que todavía creía en la victoria, autorizó la creación de un batallón experimental de infantería compuesto únicamente por mujeres, que ni siquiera tuvo tiempo de operar. La idea era que esta unidad acosara y avergonzara a los hombres que se negaban a pelear. ¿Contaron sus socios del Ejército Imperial japonés con mujeres entre sus filas? Cuando el diario Nagoya Shinbun apeló a estas para que acudieran al frente, muchas secundaron la llamada y unas pocas pasaron las pruebas físicas. Las enfermeras militares simbolizaron la entrega femenina a los ideales imperialistas, pero no fueron las únicas. Aunque el ejército no las acogió oficialmente en su seno, la historia oral recuerda que en la batalla de Kohima, el llamado Stalingrado del Este, los británicos vieron a varias vestidas con uniforme militar que portaban armas cortas, mientras que en Okinawa las jóvenes se vieron obligadas a atacar a las fuerzas estadounidenses. Así, las estudiantes de Himeyuri no solo acompañaron a los soldados hasta la primera línea, sino que, para frenar el avance del enemigo, fueron enviadas, con absoluto desprecio por su suerte, al mismísimo matadero.
A su vez, la Italia fascista abrió sus puertas a las mujeres soldado del Servizio Ausiliario Femminile en la República de Saló, el Estado títere de Alemania en la parte norte de Italia. Allí, la general de brigada Piera Gatteschi Fondelli hizo realidad su sueño de instruir a cerca de seis mil voluntarias, “hermanas de los combatientes”.
Finalmente, Finlandia, aliada de Alemania durante buena parte del conflicto, dispuso de una organización paramilitar de mujeres, Lotta Svärd, que se enfrentó a la Unión Soviética durante la Guerra de Invierno. Entre otras misiones, sus voluntarias manejaron una batería antiaérea en Helsinki; fue la única unidad militar femenina armada del país.