ORIGEN VASCOCUBANO.
Su padre, Pantaleón Zamacois, era de Bilbao; su madre, Victoria Quintana, de Pinar del Río (Cuba), donde él nació. Arriba, el valle de Viñales, en la provincia de Pinar del Río, con sus espectaculares mogotes, unas formaciones montañosas únicas.
ca, aunque en esta primera etapa primarían las novelas galantes en las que abundaban las pasiones desbordadas y el erotismo, un terreno en el que su autor era un sobrado especialista a través de sus propias experiencias.
A su intensa labor de escritor se unirá una activa presencia en la vida bohemia madrileña y una constante sucesión de lances amorosos. Su imagen de seductor fue retratada por su coetáneo José María Carretero Novillo, alias ElCaballeroAudaz: “Alto, recio de proporciones gallardas, muy derecho, anda con cierta airosa y elegante flamenquería de caballero conquistador y galán. (...) El célebre escritor es, sobre todas las cosas, ‘un gran simpático’, su charla, templada y amena, irisada de imágenes y ejemplos, llena de gracia e impregnada siempre de una ironía delicadísima, cautiva al momento”.
UN DONJUÁN EMPRENDEDOR
Bajo presión de su madre, con la esperanza de que normalice su vida, se casa en 1895 con una modistilla, Cándida Sánchez, hija de un zapatero. El matrimonio no frenará sus aventuras amorosas, e incluso mantiene a la misma amante de antes de la boda. Esta adicción sexual es muy particular; los editores más recientes de Unhombreque se
En los bajos del Hotel Regina, que todavía existe, en la calle de Alcalá, nº 19 (en la imagen), se hallaba el Café Regina, hoy desaparecido, donde Zamacois solía pasar muchas tardes.
imprenta. Con dos mil pesetas que le presta su madre para arrancar el negocio, acomete una desastrosa aventura que solo le proporcionará gastos, deudas, procesos y condenas. La arriesgada publicación semiclandestina del Extraordinario delLiberalImparcial, con sus informaciones a favor de los rebeldes cubanos, hizo que terciara la policía y tuviera que malvender la imprenta.
PÍCARO EN PARÍS, EDITOR EN ESPAÑA
Ante el embarazo de su amante Matilde Lázaro, una mujer casada, decide huir con ella a París, pero la falta de dinero se lo impide. Además, tampoco desea dejar en la miseria a su familia. La solución que se le ocurre, seguro de su éxito, es redactar, publicar y cobrar una novela antes de que se produzca el alumbramiento. Escribe sin descanso y en tres meses acaba el libro, inspirado por Matilde: Punto-Negro (1897).
Con muy pobres recursos, adelanta su viaje a París para preparar el camino antes de hacer venir a su amante, pero esta fallece en Madrid. Libre de ataduras, Zamacois se entrega sin red a la escritura y a una vida llena de amoríos y episodios de pura picaresca para poder sobrevivir a la miseria. Las traducciones y los artículos no bastan para sortear el hambre o los desahucios y se impone el recurso a los sablazos, al empeño, a los más imaginativos engaños para no pagar en restaurantes y pensiones y, cómo no, a los favores de amantes pasajeras. Todo ello lo reflejará en sus libros, sobre todo en Añosdemiseriayrisa ( 1916), que más tarde revisará y formará parte de sus memorias y en el que se reviven las penurias pero casi siempre bajo el prisma del buen humor y, en suma, las ganas de vivir, gozar y amar.
De nuevo en España, lanza con el editor Ramón Sopena la revista Vida Galante; como él mismo la describe, “una revista frívola que recogiese el aroma de alcoba que perfuma la literatura francesa del siglo XVIII; una publicación traviesa,
Libre de ataduras, en París se entregó a la escritura y a una vida de amoríos y picaresca
con historietas de mujercitas locas y maridos de vodevil, aunque sin audacias de mal género”. Sopena pone el dinero y la imprenta mientras Zamacois escribe sin descanso cuentos, crónicas, biografías, artículos de crítica, informaciones y traducciones. Publicitada en los quioscos bajo el epígrafe de “sicalíptico”, debido a su contenido erótico se vendía en sobres cerrados para que el público no acostumbrado a este tipo de historias no pudiera curiosearla. Lo mismo se haría décadas después, en la transición democrática, con las revistas de destape.
Encarrilada la revista tras mucho esfuerzo y sacrificios, emprende de forma paralela la ColecciónRegente, con novelas propias o seleccionadas por él mismo, que llegará a constar de noventa volúmenes y tendrá una muy buena acogida. Al mismo tiempo, sale una segunda edición de Punto-Negro y publica con notable éxito Elseductor,novelaencartas (1902).
La aventura editorial, que empezó como “un proyecto de dos hermanos”, acaba con la salida como socio de Zamacois, víctima tanto de las malas artes y manipulaciones de Sopena como de su espíritu derrochador y confiado. Herido en su orgullo, emprenderá dos nuevos
En su primer viaje a América, visitó Chile, Argentina, Uruguay, Estados Unidos y su Cuba natal
proyectos: la editorial Cosmópolis, que supone un gran fracaso, y ElCuentoSemanal, uno de los mayores éxitos de la época. La primera estaba bien planeada y en principio contaba con ciertas garantías, ya que se trataba de difundir la literatura española en Francia a través de traducciones de grandes obras. Las primeras serían de Galdós, del que pronto obtuvo el permiso para editar gratis DoñaPerfecta. La aventura chocó con todo tipo de problemas e infortunios y naufragó, pese a los esfuerzos y el tesón de Zamacois.
ÉXITO Y VIAJES
ElCuentoSemanal, sin embargo, fue un rotundo éxito. Con su venta en los quioscos, algunas tiradas alcanzaron los 60.000 ejemplares. Supuso además todo un hito en la literatura española al recuperar la novela corta, que apenas se cultivaba desde el siglo XVIII. Federico Carlos Sainz de Robles define la publicación como “una promoción alborotada, bohemia, generosa, capaz de todas las admiraciones”. Zamacois juntó a los maestros del siglo XIX que comenzaban a ser relegados y a los noventayochistas, al tiempo
que tendía la mano a los nuevos autores. Tanto en ElCuentoSemanal como en la similar colección Los Contemporáneos publicaron Jacinto Benavente, Felipe Trigo, Unamuno, Baroja, ValleInclán, los hermanos Quintero, Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró, entre otros muchos.
En esta época emprende su actividad como autor teatral y estrena varias comedias de tema galante, entre las que destacan Nochebuena, Elpasado vuelve y Frío, con éxito de público y crítica. También regresa a la novela larga con Elotro (1910), cuyas dos ediciones se agotan con rapidez. Por si no bastara con tal actividad empresarial y literaria, Zamacois se embarca en su primer viaje a América. Impulsado por el afán de experimentar nuevas aventuras, visita Buenos Aires, Santiago de Chile, Montevideo, Nueva York y Cuba. Colabora en revistas, reestrena con gran éxito algunas de sus obras teatrales y, como es habitual, mantiene amoríos en cada ciudad. También, como siempre, pasa penurias económicas, fruto sobre todo de su generosidad y despilfarro.
A su vuelta a Madrid, pronto vuelve a asaltarle el aburrimiento y, tras escribir dos de sus mejores obras, Laopiniónajena ( 1913) y Elmisteriode unhombrepequeñito (1914), se ofrece para cubrir como corresponsal la Primera Guerra Mundial. Primero viaja a París y luego a Berna; allí conoce a una guapa actriz, Bianca Valoris, que lo acompañará muchos años. Abandonado a su suerte y sin paga por el periódico LaTribuna, que lo había contratado, Zamacois vuelve a la picaresca y a los ingeniosos engaños para sobrevivir.
AMANTES, CINE, GUERRA, EXILIO...
De nuevo en España, el fracaso de su drama teatral Presentimiento ( 1916) lo empuja a una segunda aventura americana, con un novedoso proyecto que titulará Charlas Familiares. Son conferencias sobre los escritores, pintores y científicos españoles más importantes, ilustradas con proyecciones cinematográficas filmadas por él mismo. En ellas aparecen, entre otros, Galdós, Azorín, Baroja, Blasco Ibáñez, Benavente, ValleInclán, Mariano Benlliure, Santiago Rusi
ñol, Ramon y Cajal y Romero de Torres. La gira americana resulta triunfal gracias a la acertada combinación de las imágenes con la presentación improvisada e ingeniosa de Zamacois, que seduce a todos los auditorios. En este segundo viaje, además de seguir cosechando amantes, raptó a una mujer y se casó con ella sin decirle que estaba casado. La víctima fue la nicaragüense Tulia Avilés, de la que más tarde Zamacois huiría y pediría el divorcio, temeroso de ser acusado de bígamo. Ya en España, ante la popularidad de su novela Elotro le proponen llevarla al cine y contar con él como protagonista. La película la dirigió en 1919 José María Codina y, como la mayoría de las aventuras acometidas en esta etapa, se saldó con un apreciable éxito. Con el dinero obtenido, Zamacois pronto emprendió un nuevo viaje por Europa en compañía de su última amante, la cubana Matilde Olimpia Fernández. César González Ruano cuenta que en casa de Zamacois siempre había muchas maletas sin deshacer como parte del mobiliario, como si su vida fuera un perpetuo viaje. Aunque en 1923 ya es abuelo, no descansa en su frenesí amatorio y literario. Con 50 años se ve obligado a repartir el tiempo entre cuatro mujeres, además de su madre, pero
La posguerra supuso su silencio literario casi total: solo publicaría en 1964 sus memorias
es en ese momento cuando escribe algunas de sus mejores obras. Inicia la trilogía novelesca Lasraíces (1927), cuya primera entrega tiene un gran éxito, a la que siguen Losvivosmuertos (1929) y Eldelito detodos (1933). Son novelas de marcada intención social, para cuya elaboración el autor visitó numerosos pueblos castellanos, vivió como preso en varios penales y se nutrió de sus propias experiencias en el mundo mísero del lumpen madrileño. Zamacois nunca manifestó una orientación política concreta, pero al estallar la Guerra Civil se posicionó sin dudarlo en defensa de la República y contra los golpistas. Visitó la primera línea del frente y publicó la novela ElasediodeMadrid (1938), beligerante y entusiasta. Tras la victoria franquista, consiguió escapar a Francia. La posguerra supondría su silencio literario, a excepción de Unhombrequese va... Sin embargo, nunca dejó de estar activo hasta su muerte. Todavía tuvo tiempo de escribir radionovelas en México y trabajar como actor de doblaje en Nueva York, además de casarse en 1956 con Matilde Fernández (Cándida, su primera esposa, había fallecido en 1933). Su última parada fue Buenos Aires, donde pasó estrecheces económicas que solo aliviaría en parte un empleo en la función pública a los 80 años. Con 96, en 1969, volvería a España en una breve visita en la que, pese a las buenas palabras y los homenajes, sería consciente del olvido de su nombre y de su obra. Falleció dos años más tarde, en 1971, en Buenos Aires.