Una Real sin pegada pero en cabeza
GRUPO D → El equipo de Imanol acosó al Salzburgo pero no ganó, aunque un empate contra el Inter le bastaría para acabar primera de grupo
→ Un punto y 930.00 euros más. La Real no pudo doblegar al Salzburgo en su quinto partido de la liguilla de Champions, pero su posición sigue siendo de auténtico privilegio: llega a la última jornada como líder, condición que mantendrá si empata o gana al Inter, que igualó en Lisboa (3-3) en el Giuseppe Meazza el 12.
Era una situación soñada en agosto, aunque la igualada ante los austriacos en casa deja cierto regusto amargo porque la Real buscó el triunfo con ahínco, lo acarició al final, pero se topó con un portero gigante como Schlager. Esto sigue siendo un paseo y la participación en la Champions, extraordinaria. Queda la guinda.
Ya en octavos, la Real se permitió el lujo de disputar un partido de Champions con una relajación máxima, con más de medio equipo titular en el banquillo y sin apreturas clasificatorias, pese a que estaba en en juego la posibilidad de que valiera cualquier empate para ser primeros en el último partido ante el Inter.
La grada, tras ese momento mágico del himno de los violines, también entendió que era un partido para disfrutar y aparcar los apuros y las taquicardias. La ventaja de tres goles que tenía el Benfica en el otro partido, luego liquidada por el Inter, también ayudaba aplanar el ambiente. Y hubo momentos en los que hasta reinó el silencio en el coliseo de Amara. Fue el peor partido hasta ahora. Era imposible mantener la excelencia. Y mucho más sin el motor Ferrari.
Imanol introdujo seis cambios con respecto al partido contra el Sevilla y a futbolistas necesitados de rodaje como Odriozola, Zakharyan y Cho, en los que nunca confiaría de inicio en partidos decisivos a día de hoy. Sentó en el banquillo a pilares como Le Normand, Merino y Kubo.
Pese a jugar con medio equipo cambiado, la Real le dio el ‘on’ a su modo Champions y salió en tromba para intentar marcar antes de merecerlo, como ante el Inter, como en Austria. Practicó esa presión asfixiante con tintes suicidas que agobia al rival y le birla hasta el último aliento, pero le permite gozar de ocasiones cuando logra salir airoso de ello. Y eso fue lo que sucedió.
En el minuto 1, Zubimendi ya había buscado la escuadra aprovechando un rebote tras un magistral centro de Aihen. En el 8’ Oyarzabal chutó excesivamente centrado tras combinar con Brais en una acción nacida de un robo ¡de Zakharyan!
No obstante, la ocasión más clara fue del ayer FC Salzburgo (la Champions no le permite lucir sus toros del Red Bull). Los austriacos doblegaron la presión con tres pases de precisión y permitieron lanzar a Nené a la muerte natural con Remiro. El cascantino estuvo raudo.
La Real seguía buscándolo sin cesar, pero le faltaba el segundo de audacia para generar peligro de verdad. Zakharyan exploró las virtudes del portero con un misil casi sin ángulo. Y Turrientes fue quien más cerca estuvo de hacer sonar el ‘Freed from Desire’ por megafonía con un obús lejano.
Y de hecho, el partido se equilibró en el segundo tiempo, cuando a la segunda unidad realista le empezaron a flaquear la fuerzas por su inactividad. Entró en una fase de cierto sopor, resquebrajado por sendos chuts de Brais desde la frontal y Zakharyan tras un centro de Cho. Ambos se toparon con Schalager.
Sadiq, aclamado
El que más pudo acelerar las pulsaciones de la parroquia fue Sadiq, aclamado como un héroe por su golazo al Sevilla y que chutó sin ángulo para volver a hacer brillar al portero. Esos últimos minutos fueron de acoso, pero sin derribo. Kubo sajó a los austriacos por la izquierda y Sadiq daba miedo cada vez que cogía el balón. El japonés casi emboca el cuero en la escuadra pero apareció su ángel de la portería.
Valen dos resultados de tres en Milán -cualquier empate y triunfopara ser campeones ¡campeones! de grupo. Que viva la Champions ●