Reforzar, pero la cuenta corriente
Con la obligación de ingresar en este curso 124 millones en traspasos, igual se le ha dicho a la secretaría técnica que la prioridad no es comprar sino vender. O invertir en jóvenes para revenderlos. ¿Usted qué dice, Abidal?
Aprimeros de julio de 2019, el vicepresidente deportivo Jordi Mestre presentó su dimisión irrevocable al entender que las injerencias de los directivos del área en cuestión interferían negativamente en el trabajo de los miembros de la Dirección Técnica, empezando por Pep Segura, entonces el máximo responsable.
Mestre, que había pedido en diversas ocasiones a Bartomeu que recortara las alas a los pájaros que sobrevolaban con apetencia el centro de mando deportivo, no encontró en el presidente la complicidad necesaria para delegar las decisiones en los profesionales, y el vicepresidente, que lo habría sido mejor o peor, dejó de serlo fulminantemente por cuestión de dignidad. No estaba de acuerdo con cómo se hacían las cosas y no habiendo posibilidad de reconducirse la cuestión se marchó a casa. O a su hotel. El caso es que se fue.
Ocho meses después, con Pep Segura expulsado por los supercicutas de la junta desde hace siete meses, la situación de indefinición que temía Mestre se ha concretado de tan irremediable manera que, nada más bajarse la persiana del mercado, Bartomeu, presidente plenipotenciario, vicepresidente deportivo en funciones y mánager general ‘in pectore’, convocó el domingo una reunión a la que asistieron Óscar Grau, Eric Abidal y Ramon Planes. Todas las fuentes consultadas dicen que la cosa fue bien. Es decir, que se dio por bueno que el Barça permitiera la salida de Todibo (al Barça sólo le quedan tres centrales y Piqué está sancionado en Liga), Aleñá, ague, Carlos Pérez, Abel y Marqués, estos dos últimos, dos delanteros centro que no han tenido ni opción con Luis Suárez lesionado de larga duración.
Abidal, queriendo conocer su capacidad de maniobra siendo, como es, interferido por los directivos, salió, según todas las fuentes, reforzado en esa reunión por el presidente, a quien convencieron las explicaciones del secretario técnico sobre el por qué de las cosas. (¿Y si por razones económicas a los técnicos se les dijo que lo que se debería reforzar era la cuenta corriente y no el equipo?).
Sea como fuera, es evidente que el Barcelona ha salido debilitado en el mercado invernal. Seis bajas, cero altas. El fichaje se entiende que será Dembélé, de quien
Setién habla maravillas hasta emocionarse, y en verano, paradójicamente, llegará Francisco Trincao que juega en la posición de
Ousmane. El tipo que según el entrenador nos va a dejar con la boca abierta. Moraleja ¿Compran a
Trincao para que juegue o para especular con él?
El desbarajuste, en definitiva, viene de lejos. Antes de Mestre y después de Mestre. Bajo la gestión de Bartomeu hemos conocido a unos cuantos directores técnicos: Zubi, Robert, Pep Segura y Abidal, en funciones. Eso sí, con la comisión técnica directiva por encima, Planes por debajo y algún técnico más, Kluivert para ser exactos, metiéndose donde no le llaman.
El debate está en la calle y quien espere explicaciones del denominador común de todo esto, el presidente, ya puede quitarse la idea de la cabeza. Se está preparando para ya mismo un café para todos que servirá Eric Abidal quien, con un tupido velo, tratará de difuminar una realidad interna que, combinada con la externa (el primer equipo), puede tener en junio cualquier desenlace. Hoy por hoy el proyecto de este club enorme es minúsculo. Pendiente como los modestos del próximo mercado del día a día. Y en función de eso, y aunque el presidente Bartomeu haya dicho mil veces que piensa agotar su mandato, igual se ve obligado a reflexionar sobre la conveniencia de convocar elecciones. Razones para pensar en ello no le faltan. Mejor dicho, no deberían faltarle ●