Un club especial: Asamblea del FCB
Bartomeu debe explicar su visión de futuro y preservar la transversalidad de la entidad
El futuro del club debe agarrarse a su solidez económica y al proyecto que Nikken Sekkei ha preparado para el Espai Barça
A Josep Maria Bartomeu le encanta repasar las propuestas de discurso que suelen hacerle sus colaboradores. Nunca da un texto por bueno. Este domingo, antes de presentarse ante los compromisarios para explicarles su gestión al frente del club, se retirará a una mesa alejada de todos hará sus tachaduras y garabateará flechas, arriba y abajo, y cambiará párrafos de lugar en la pulcra propuesta que puedan pasarle sus colaboradores. Bartomeu es meticuloso, aunque su letra es a veces ininteligible.
La Asamblea General Ordinaria que se celebrará este sábado en el Palau Blaugrana y en la que se deberán aprobar las cuentas del club en su ejercicio económico correspondiente a la temporada 20162017, estará, como todo cuanto ocurre estos días en Cataluña, mediatizada por la actual crisis política.
Derecho a decidir, artículo 155, mediación, Audiencia Nacional, encarcelamientos, fuga de empresas, Europa, esteladas… La política mediatizará la asamblea y sería positivo que todos los asistentes al cónclave, directivos y socios compromisarios, no olviden que el FC Barcelona es una entidad que basa su grandeza en su transversalidad y en el conjunto de su masa social, gente del norte y del sur.
Jordi Calsamiglia Blancafort, secretario de la Junta Directiva, hombre prudente y abogado experto, firmó el pasado día 5 la convocatoria de la asamblea del próximo domingo. Lejos quedan aquellos días de nerviosismo, a principio de temporada, cuando la inesperada salida de Neymar Jr. coincidió con el correctivo del Real Madrid en la Supercopa de España.
Con el equipo lastrado por la ausencia del brasileño, pero bendecido por la prudencia del nuevo entrenador, Ernesto Valverde, y el genio de Leo Messi, la asamblea pasará por encima de los temas deportivos sin demasiadas tensiones. Pero el debate se abrirá en firme cuando el orden del día aborde las cuentas, la orientación comercial del club, el impacto global de la entidad, las recientes salidas de dos directivos –un vicepresidente y el responsable del Barça Hub- y el futuro de la entidad se tenga que debatir teniendo en cuenta un escenario político y social enrarecido.
Bartomeu no debería envolverse en banderas de ningún tipo, ni hacer discursos políticos. La política la deben hacer otros. Su mensaje debería ilusionar a sus socios, les debería hablar del magnífico proyecto que Nikken Sekkei ha diseñado para el Espai Barça y cómo pretende mantenerse en el top del top del fútbol mundial. Fútbol e ilusión.
Explicar qué papel deber desempeñar el club en este escenario tan incierto, será el momento más complejo de la asamblea. El presidente debe mostrarse seguro de sí mismo y no debe cerrar puertas, muy al contrario. Le estarán escuchando muchas más personas que los simples compromisarios.
Bartomeu ha gozado en algunos momentos de una gran popularidad y una alta aceptación por parte del socio. Y esas situaciones se han producido en aquellos momentos en los que se ha mostrado abierto, sincero y directo. En 2015 le votaron por su carácter, por su frase “el socio será el que decidirá”, y por su enemistad con las bambalinas y buzz del mundo del fútbol.
Esta asamblea ordinaria es importante para el FC Barcelona. En un momento de incertidumbre, la gente busca referencias y en ellas debe encontrar luz, no ambigüedad, temblor o falta de ideas. Ilusión, en definitiva. Esta es una asamblea difícil para Bartomeu, pero si se muestra como es y explica simplemente lo que piensa y es sincero con lo que hay, la superará sin problemas