El lenguaje corporal
➔ La Real arranca con 13 minutos briosos pero acaba rendida, víctima de un fútbol en el que nada fluye
➔ El lenguaje corporal rara vez engaña. Uno puede intentar maquillar su estado de ánimo, su predisposición a acometer la tarea que se le encomiende, pero su cuerpo, inconscientemente, se va e encargar de emitir las señales que radiografían a la perfección el verdadero estado de la cuestión. En el caso de la Real, el de un equipo rendido. No por agotamiento, sino vencido de antemano, como si fueran conscientes de que algo no va bien en su organismo como para afrontar el reto que tenían por delante. En este caso, 11 partidos para tratar de certificar un puesto en competiciones europeas la próxima temporada.
No sonríe la Real. Al contrario. Ha pasado a ser una muchachada con los brazos caídos, en la que el lamento se impone al ánimo. En la que casi hay más lugar para el reproche, o al menos para el desconcierto, que para la palmada en el hombro. Porque no se ocupan los espacios como se debe, porque no se entrega el balón a la velocidad adecuada, porque no se tiene la arrogancia para derribar el muro, mental y futbolístico, que se interpone entre lo que fue y lo que es. Porque nada fluye.
No hay alegría en la Real
No hay alegría en la Real. Ha pasado de ser el reino de la felicidad y del disfrute a una deprimente estampa
La clasificación
Si gana hoy el Valencia en Eibar la Real caerá fuera de los puestos europeos por primera vez desde la cuarta jornada.