Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

La mirada Real del granadino Jesús

Mandó diseñar una prótesis con el escudo de la Real en su ojo izquierdo para lucir su pasión por Hospitalet

- Ángel López

Su visión se limita a un 9%, pero vibra con los partidos de la Real y el basket de su hija

Quedó seducido por las paradas de Arconada con España y se hizo de la Real

La Real Sociedad suscita pasiones en muchos lugares del mundo y cada aficionado manifiesta su fiebre por los colores txuri urdin a su manera. Jesús Ruiz Santiago tiene la mirada más Real de todo el universo blanquiazu­l. Tiene 48 años, es originario de la localidad granadina de Limones, vive desde hace cuatro décadas en Hospitalet de Llobregat y desde este año luce el escudo del equipo de sus amores en la prótesis que le colocaron en su ojo izquierdo. Su capacidad de visión se reduce a un 9%, pero eso no le limita para ser un incondicio­nal de la Real, de la que se enamoró gracias a las paradas de Luis Arconada, y sobre todo de su familia: su mujer, María Isabel, y su hija, María, de 15 años.

Jesús recibió hace poco un presente que nunca olvidará: una foto dedicada de su ídolo, el mítico portero de la Real campeona. Su historia la relató Javier Ramón en el blog ‘El Rincón de la Real’ y, gracias a la página de Facebook ‘Zona txuri urdin’, llegó a oídos de Arconada. “Yo ya me puedo morir”, dice a MD el seguidor realista. “Es alucinante, tienes que ser un niño para darte cuenta de la ilusión que hace. Para mí Arconada es como un personaje de ciencia ficción, como Superman, alguien que no es real, que no existe, que no es de este mundo. Es mi ídolo”.

Jesús veía a aquel cancerbero con las medias blancas parar balones imposibles con la selección y a partir de ahí se interesó por el equipo donde jugaba y la ciudad de la que procedía. Se enganchó a un sentimient­o: “La Real me gusta, la disfruto, veo todos los partidos, pero no soy un forofo, no me enfado”. Antes se iba al bar a ver a los suyos, pero se guiaba más por las reacciones de los demás que por lo que podía ver en la pantalla. Ahora, en su casa, “me pongo a dos palmos de la tele” para seguir el desarrollo del partido. Y vibra como cualquiera.

El ‘milagro’ de poder ver

En sus años mozos, este particular ‘realzale’ hizo kárate, atletismo, fútbol, baloncesto, pero a los 18 años sufrió un desprendim­iento de retina en el ojo izquierdo, producto de su alta miopía y de poner su cuerpo al límite con el deporte. Le operaron en el Hospital de Bellvitge, pero no lograron salvar su órgano de la visión, que tuvieron que sustituir por una prótesis.

Con la mitad de su visión activa, realizó vida normal. Trabajó de jardinero, en la construcci­ón, de aparatista y montó su propio negocio con su mujer, hasta que una maldita patología atacó su otro ojo, una degeneraci­ón macular asociada a la edad.

En el mismo centro médico lograron lo que él, sin ser creyente, considera “un milagro”, que fue detener ese mal degenerati­vo y permitir que siguiera viendo, aunque con muchas dificultad­es, a su hija, a su mujer, la naturaleza y a su Real Sociedad. El autor del ‘milagro’ fue el cirujano Lluís Arias Barquet, una eminencia en la materia. “Intento disfrutar a tope, tengo ‘gacheto gafas’ para poder hacer mi vida lo más normal posible. Voy a conciertos y los partidos de basket de mi hija, que es lo que más me gusta”. Ahora acude a diario al quiosco de la ONCE en el que trabaja y guarda como auténticos tesoros cientos de recortes y de objetos relacionad­os con la Real Sociedad.

Una propuesta singular

La idea de serigrafia­r un escudo de la Real en la prótesis le sobrevino al quedar seducido por una imagen que vio en Internet de un ojo con el emblema del balón coronado, tan propio del club txuri urdin, incrustado en el iris. “Lo vi y me pregunté: ‘¿Por qué no me puedo hacer yo esto?’”. Se lo propuso al encargado de diseñar su nuevo ojo: “Las prótesis son obras de arte, se hacen a mano y la mía tenía que ser de la Real”. Ya había tenido otras dos previament­e y había fabulado con colocarse cámaras y sensores, ponerse un ojo biónico. Y cuando parió su idea y la compartió con el protésico, le hicieron varios prototipos: “Hubo otro que era con el ojo normal y el escudo muy pequeño, abajo. Ese lo deseché. La idea no era ésa”. Y le ofrecieron el definitivo, con el escudo de la Real trazado en todo el ojo: “Yo flipaba cuando me vi con él puesto. Le dije a mi mujer: ‘Échame una foto, échame una foto’. Estaba como un niño pequeño”. La Seguridad Social le subvencion­a una prótesis cada tres años. Cuesta 800 euros. Por materializ­ar su deseo tuvo que abonar 400 más.

Jesús es un entusiasta de la vida, a pesar de sus limitacion­es. “Las depresione­s ya las cogí, en el cole las pasé putas”, se sincera. Tras superar el año pasado una operación de cataratas en el ojo por el que puede ver, vive y disfruta el día a día, con su familia y la Real como ilusión. Ahora le gustan Rubén Pardo y Willian José, que “es un crack, ya verás cómo se lo llevan pronto”. Busca un hueco en el calendario para venir a Donostia y espera conseguir tres entradas para entrar en Anoeta

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