‘No sabe hacer amigos’.
¿Qué queremos decir exactamente con eso? Hay niños más introvertidos que otros, y a estos pequeños les gusta más jugar y entretenerse en solitario. Pero hay que saber diferenciar su personalidad de la existencia de un problema concreto.
Dale su tiempo
Evolutivamente, no es hasta los tres años cuando se instalan las condiciones físicas y psicológicas para que un niño pueda socializar. “Es a esa edad cuando se expresan con un vocabulario bastante claro y empiezan a desear compartir con otros sus momentos de juego”, explica la psicóloga Teresa Muñoz del Toro.
Algunos pequeños tardarán más que otros en conseguir afianzar lazos con sus compañeros, de igual manera que les ocurrió para adaptarse a la guardería o al primer día de clases.
Cómo es y cómo soy
La primera pregunta que debemos hacernos sería: ‘¿Cómo es mi hijo?’. Hay niños más solitarios y menos activos que otros y no por ello debemos preocuparnos. Si tu hijo juega pero prefiere hacerlo solo montando una construcción, por ejemplo, tampoco pasa nada. Lo importante es que sepa divertirse.
Por otro lado, los pequeños aprenden en un 80 % del modelo que ven en casa. Un niño va a socializar mejor en la medida que los primeros vínculos con papá y mamá se hayan hecho bien. Si no tenemos una relación estrecha con nuestros hijos y tampoco contamos con grandes círculos sociales (ni los fomentamos), estaremos alimentando que no se quiera aproximar a otros.
Abre el camino
Acudir con tu hijo al parque ayudará a que se relacione. Si es demasiado tímido, debes tomar tú la iniciativa. Llévale una pelota y empieza jugando con él, en breve tendrás a más pequeños que se querrán sumar al partido. El escondite también es otro entretenimiento que arrastrará a más de uno. También puedes acercarte a un niño y preguntarle si quiere jugar, así tu hijo aprenderá cómo debe aproximarse a otro.
Debes comentarle lo positivo que es tener amigos, cuantos más mejor. Y, asimismo, favorecer el que los invite un día a comer o a jugar a casa.
A partir de los 6 años son selectivos. Sus preferencias son más claras y probablemente aparecerá la figura del mejor amigo. Aún así, hay que insistir en que todo es más divertido cuantos más sean, favorecer el concepto de una amistad amplia y restar importancia a que su amigo íntimo quiera jugar con otra persona que no sea él. Debemos abrir la mano con sus amistades y a partir de ahí advertirle de que tenga cuidado con la gente que no conozca.
Si cerramos desde el inicio, si somos demasiado protectores en sus primeras relaciones con otros niños, luego nos será mucho más difícil el que quiera salir al mundo. Tenemos que darles la suficiente confianza para que se sientan a gusto y seguros de sí mismos para querer relacionarse con el resto.