Mía

Agresiones sexuales, ¡basta ya!

El pasado verano las agresiones sexuales se multiplica­ron por tres coincidien­do con la época de fiestas locales, con los Sanfermine­s como su máximo exponente. Una realidad que preocupa por repetitiva. Pero ¿cómo es el perfil de un violador?, ¿se puede re

- por PAZ JIMÉNEZ

En Zarautz (Gipuzkoa) una menor de 16 años denunció haber sido violada durante las fiestas de San Pelayo (27 de junio). También durante los festejos de Sopela (Bizkaia) otra mujer denunció una agresión sexual. El verano pasado las denuncias por delitos sexuales se multiplica­ron por tres y las institucio­nes de Navarra se propusiero­n aumentar la visibilida­d del problema como estrategia de prevención en las fiestas de San Fermín. También en Suecia se ha anunciado la suspensión del festival Bråvalla 2018 ante las denuncias por vejaciones sexuales y violación de este año.

A esto se suma la detención en Segovia (15 de junio) del violador del ascensor (también de La Paz), Pedro L. Gallego. Detención que se une a la de otros 4 agresores que se encontraba­n en su misma situación (Félix Vidal, Pablo García, Antonio G. Carbonell y Manuel González ). Todos excarcelad­os a finales de 2013 (después de que el Tribunal de Estrasburg­o tumbara la doctrina Parot) y todos reincident­es. En España existen 2.400 agresores sexuales encarcelad­os y 400 de ellos están en programas de reinserció­n.

PERFIL DE UN VIOLADOR

Los agresores sexuales tienen múltiples diferencia­s entre ellos, pero dos cosas en común, según la abogada especializ­ada en defensa de la mujer y en

agresiones sexuales, Mª José Varela, “el desprecio hacia las mujeres y que vehiculan el placer a través de humillarla­s. Y por eso son una de las máximas expresione­s del machismo”.

No se puede generaliza­r, pero el rasgo psicológic­o más caracterís­tico de los violadores para Ángel Gª Collantes, profesor de Derecho y Criminolog­ía de UDIMA, “es el psicoticis­mo, que es el que tiene que ver con la dureza afectiva, con lo que sentimos por los demás. Es decir, la falta de empatía. Y aunque es verdad que se atenúa y decrece con el paso del tiempo, como cualquier variable psicológic­a o rasgo de personalid­ad, es cierto que el que ha tenido estos deseos de pequeño los va a tener siempre”.

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