EN EL ANDÉN DE CUARTOS

Poco faltó, permitan la ironía, para que Bruselas a instancia de parte optara por la investidura de un buen componedor que dilucidara en la primera fase los terceros de grupo empatados a todo... Federico Barbarroja legó en el siglo XII a la ciudad de Colonia los restos de los Magos de Oriente, que supuestamente se guardan en su gótica catedral. Los Magos, según san Mateo, luego de preguntar –y eludir– a Herodes, se postraron ante el neonato Emmanuel. En Colonia, nuestra Selección volvió a prendernos con su magia, pues de magos discurrimos, y apeó a Georgia en el RheinEnergieStadion, pronúnciese de corrido, en un encuentro solo recomendable hasta el minuto 52 para hipotensos. De la Fuente quizás rumió que los ‘octavos', más que jugarlos, se ganan. Excuso decir la efectiva presencia de Cucurella, zurdo como Aod con daga de doble filo, carrilero togado en retaguardia, procurador en vanguardia, tenaz, estricto y rocoso, quien, solemne y asociado, con Fabián, Rodri y Nico, ayudó a fundir los plomos de los cruzados georgianos. En Stuttgart aguarda Alemania, pertinaz favorita que, al compás, escuadra y cartabón del káiser Kroos, ‘no será moco de pavo' como acaso diría don Mariano… En cuartos, para el desenlace, después de la introducción y del nudo, deberíamos de sumarnos al añejo lema – ¡Hay que roerlo! – del legendario Pontevedra y su núcleo duro: Cobo, Irulegui, Batalla, Cholo, Neme y Martin-Esperanza, sin soslayar la prudencia, virtud que consiste además en distinguir lo bueno de lo peor…