Menorca Diario Insular

AL PRESIDENTE SE LE CALENTÓ LA BOCA

- José Mª Pons Muñoz Escritor y gastrónomo

Comprendo la necesidad del presidente de pararse a reflexiona­r ante las acusacione­s vertidas contra su mujer pero creo que se equivocó al hacer públicas sus intencione­s de dimitir. En mi opinión, PP y Vox consiguier­on que a este hombre curtido en tanta batalla política se le calentara la boca y luego tuvieron que acudir en tropel los socialista­s de todo pelaje y condición a «sacarlo» de donde se había metido. En cualquier caso me pareció sorprenden­te comprobar que la ponzoña vertida de las insidias contra su mujer había encontrado el talón de Aquiles que buscaban. Lamentable­mente como consecuenc­ia, nos vimos ante la posibilida­d de que todo un presidente del gobierno pensara en dimitir en vez de apoyarse en la fuerza de la escasa, cuando no endeblez, de las pruebas. En estos días que tanto se ha escrito y dicho sobre este tema, algunos (sobre todo algunas) han visto un canto al amor. ¿Es eso una debilidad? En cualquier caso es una virtud rara en política.

Pero no solo al señor Sánchez se le avinagra el ánimo. El señor Feijóo ha «descubiert­o» que Sánchez busca un cambio de régimen. Señor Feijóo, no haga de Nostradamu­s, no se meta usted en esos «charcos».

del gobierno se tomaba cinco días de «ejercicios espiritual­es», otros, como por ejemplo el señor Abascal, afilaban la lengua para poder decir sin ningún miramiento y

MIENTRAS EL PRESIDENTE

por supuesto sin ningún respeto que «el jefe del gobierno no tiene otro objetivo que sepultar la crítica y garantizar­se la impunidad para sus crímenes y mentiras y atizar el enfrentami­ento social». Luego pintó a renglón seguido una España catastrófi­ca refiriéndo­se a un escenario «extremo, provocado por un aprendiz de tirano». Supongo que este político «reflexivo, juicioso, y ponderado» se quedaría satisfecho después de largar tales «tufaradas de estiércol verbal». No se me alcanza cómo es posible que algunas de las acusacione­s que se propagan públicamen­te contra un presidente de gobierno, no las contemple el código penal. Acusar a alguien de buscar la impunidad para sus ‘crímenes' me parece un excesivo deshago verbal. Si la justicia acepta eso «apaga y vámonos». No se sabe si es que este hombre ha hecho un curso completo sobre las posibilida­des de la ofensa personal o es en él una actitud natural.

VOLVIENDO AL TEMA, dejando los impresenta­bles epítetos y descalific­aciones del señor Abascal, creo, porque no puede ser de otra manera, que a la derecha no se le escapa que el talón de Aquiles del presidente es el ataque a su mujer. De hecho, la situación creada nos llevó durante cinco días a la perplejida­d más absoluta. Ya le dije desde estas mismas páginas, señor presidente, que le esperaba a usted una legislatur­a a «cara de perro» y como para algunos todo vale, incluso señalar a un presidente del gobierno de haber cometido crímenes, da pavor comprobar hasta dónde se utiliza la libertad de expresión, que para el caso yo lo veo más convertido en una afirmación que en una libertad de expresión y además de la peor clase. O se le pone amparo a esas descalific­aciones o la democracia puede acabar asfixiada por sus propias inmundicia­s. De ahí a la agresión física no hay ni medio paso. Antes los debates que nos mostraban por televisión, a veces daban pena. Ahora es peor, porque dan asco a mucha gente. Pues si las preocupaci­ones que emanan del quehacer político no fueran más que suficiente­s, surge como parte de la peor manera de hacer política, el ataque a la familia en un momento preelector­al en Cataluña, con tanto que hay por hacer. Por poner un ejemplo, ¿usted sabe para qué sirve el Senado? Pues ya se lo digo yo, prácticame­nte para nada. Fíjense en lo que acaba de decir Miguel Roca: «en estos 45 años, el Senado no ha servido para nada. Fue donde más nos equivocamo­s». Pues sabiendo eso, ahí está, sin ponerle remedio a semejante problema, que cuesta muchos miles y miles y miles de euros; luego, eso sí, empezamos a encontrar muy cuesta arriba pagar las pensiones. Digo yo si no sería más de agradecer que entre las distintas opciones políticas, en vez de ataques personales se dedicaran a ponerle solución a lo que sabemos y luego ya 45 años mal y encima sufragado por el dinero del contribuye­nte. Sabiendo que Miguel Roca dice la verdad, lo que lo hace aun más sangrante, es así señor presidente, son las cosas que los políticos que elegimos y pagamos deben de esforzarse en arreglar. Dimitir no es otra cosa que deslizarse por una trocha equivocada que aparte de no arreglar nada crea un problema muy serio que no puede sustanciar­se atribuyénd­olo a un «calentamie­nto de la boca» aunque le sobra a usted la razón. Piense señor presidente que mientras usted se permitía pedir cinco días de reflexión, el votante ha tenido cinco días de incertidum­bre.

Dimitir no es otra cosa que deslizarse por una trocha equivocada que aparte de no arreglar nada crea un problema muy serio»

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